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Hallan restos de un vampiro ‘draculae’ gigante de 100.000 años en una cueva en Argentina

Hallan restos de un vampiro 'draculae' gigante de 100.000 años en una cueva en Argentina

Fue en una remota madriguera de Miramar. El animal tenía medidas extraordinarias

Un pequeño hueso hallado en una cueva en Argentina permitirá arrojar más luz sobre la historia de uno de los animales extintos más misteriosos de la paleontología: el Desmodus draculae. Se trata de un murciélago vampiro gigante que habitó el continente latinoamericano hace más de 100.000 años.

La rama mandibular de un vampiro de grandes dimensiones extinto fue encontrada en una madriguera ubicada al sur de Miramar, informó el Museo de Ciencias Naturales de esa localidad costera de la provincia de Buenos Aires.

La pieza recuperada fue atribuida a un vampiro de tamaño mayor de los conocidos actualmente, en sedimentos del Pleistoceno, en las inmediaciones del arroyo La Ballenera, 9 kilómetros al sur de la ciudad cabecera del partido de General Alvarado.

La cueva en la que se ha encontrado también es el lugar en el que aparecieron los restos de un perezoso gigante, así que es posible que el murciélago se alimentara de la sangre de este otro animal. Otra opción es que algún depredador lo cazara y se lo llevara a esa cueva. Hasta que no se encuentren más restos es difícil dibujar la historia completa.

El hueso permite fijar el tamaño del animal en alrededor de 50 centímetros de una punta del ala a la otra. Es el murciélago vampiro más grande conocido, concretamente un 30% mayor que su pariente vivo más cercano.

La rama mandibular del vampiro hallada fue identificada como «Desmodus draculae», especie encontrada por primera vez en Venezuela en 1988, que alude al personaje de ficción y que «vivió en el Cuaternario de América y tuvo un tamaño 30 por ciento mayor que el vampiro común».

«Su envergadura sería de dimensiones algo más grandes que las de un teclado de computadora, pero, significativamente mayor a sus representantes actuales», indicó Santiago Brizuela, de la Universidad Nacional de Mar del Plata y uno de los investigadores que difundió el hallazgo en la revista de paleontología Ameghiniana, editada por la Asociación Paleontológica Argentina. El hallazgo también fue publicado en la revista Science Alert.

El fósil encontrado fue estudiado bajo un microscopio estereoscópico y comparado con los materiales de referencia disponibles en distintas instituciones y esto permitió al paleoartista Daniel Boh, director del museo, recrear a ejemplar.

Daniel Tassara, colaborador del Museo de Ciencias Naturales Pachamama, de Santa Clara del Mar, señaló: «La rama mandibular de ‘Desmodus draculae’ fue encontrada en el interior de una cueva o madriguera de 1,2 metros de diámetro, atribuida a un perezoso gigante de la familia Mylodontidae, como Scelidotherium. No sabemos si este vampiro ingresaba a la cueva para alimentarse, refugiarse, o fue presa de otro animal».

Los únicos antecedentes de vampiros antiguos de Argentina corresponden a los hallados en la misma zona, y según la información brindada, este nuevo resto fósil indica que este tipo de vampiro «fue el último de los grandes mamíferos voladores, y se extinguió durante la época colonial, posiblemente como consecuencia de la ‘Pequeña Era de Hielo'».

El Museo explicó que los vampiros son mamíferos que solo viven en América, «pertenecientes a la familia de los desmodóntidos», conocidos por alimentarse de sangre de animales y constituyen una variedad de murciélagos que incluye a solo tres especies vivientes: «El vampiro común (Desmodus rotundus), vampiro de alas blancas (Diaemus youngi), y el vampiro de patas peludas (Diphylla ecaudata)».

«Son la única familia de murciélagos en el mundo que despierta curiosidad a partir de las leyendas de las Transilvania y su espeluznante conde Drácula. Pero en realidad son animales pacíficos que se alimentan de sangre de animales, y a veces de humanos, por unos breves minutos sin generar molestias», aseguró Mariano Magnussen, investigador del Laboratorio Paleontológico del Museo y de la Fundación de Historia Natural Azara.

Magnussen señaló que «lo único malo es que pueden transmitir rabia u otras enfermedades si están infectados», y que «seguramente sus representantes prehistóricos tenían comportamientos similares».

Fuente: clarin.com

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