Mientras este aislamiento atrae a quienes buscan alejarse del exceso tecnológico, plantea retos de integración y preservación del estilo de vida único que ofrece este remanso de tranquilidad
En el corazón de las montañas Allegheny, rodeada de densos bosques, se encuentra Green Bank, un pequeño pueblo de Virginia Occidental que parece haberse congelado en una era previa al auge tecnológico. A unas cuatro horas de Washington D.C., esta localidad de Estados Unidos, que alberga a menos de 200 habitantes, es mundialmente conocida por ser una zona de radio silenciosa.
Aquí, revela Nat Geo las señales inalámbricas como WiFi y redes móviles están estrictamente prohibidas. Este aislamiento no es accidental, ya que es una medida deliberada que responde a la necesidad de proteger uno de los instrumentos científicos más avanzados del mundo: el telescopio Robert C. Byrd Green Bank, un coloso tecnológico diseñado para estudiar los confines del universo.
El origen de esta peculiaridad se remonta a 1958, cuando el gobierno de los Estados Unidos estableció la Zona Nacional de Silencio de Radio, una región de más de 33.000 kilómetros cuadrados que abarca partes de Virginia Occidental, Virginia y Maryland. Este espacio se creó para garantizar un entorno sin interferencias electromagnéticas, esencial para el funcionamiento del telescopio.
Con una altura de 148 metros y un peso de 7,7 millones de kilogramos, es capaz de captar señales tan débiles que incluso un copo de nieve al caer genera una energía comparable. Esta capacidad lo convierte en una herramienta vital para la astronomía, permitiendo estudiar galaxias a más de 13.000 millones de años luz, moléculas en nubes interestelares y hasta rastrear indicios del origen del universo.
La vida en Green Bank gira en torno a este silencio electromagnético. Según The Guardian, los residentes deben renunciar a dispositivos comunes como teléfonos móviles, WiFi, radios digitales y microondas. Incluso objetos aparentemente inofensivos, como las aspiradoras, pueden ser regulados debido a las chispas electromagnéticas que generan. Las conexiones a Internet se realizan únicamente por cable y a velocidades significativamente más bajas que las disponibles en otras partes del país.
Este estilo de vida obliga a sus habitantes a adaptarse a un ritmo más pausado y a formas de comunicación tradicionales, como los teléfonos fijos o las reuniones en persona. Para los jóvenes, crecer en Green Bank significa una infancia libre de redes sociales, videojuegos en línea y mensajes instantáneos. En lugar de pasar horas frente a pantallas, dedican su tiempo a actividades al aire libre y relaciones humanas más cercanas.
En los últimos años, Green Bank ha adquirido notoriedad como refugio para personas con hipersensibilidad electromagnética (EHS), una condición controvertida que, según quienes la padecen, provoca síntomas como migrañas, insomnio y náuseas debido a la exposición a campos electromagnéticos. Aunque la comunidad científica no reconoce oficialmente la EHS como un trastorno médico, muchas personas han encontrado alivio en Green Bank, donde aseguran que su calidad de vida mejora considerablemente. Este fenómeno ha atraído a nuevos residentes que buscan un escape del mundo moderno y ha generado un debate sobre la capacidad del pueblo para integrar a esta creciente población.
Aunque parece que Green Bank está apartado de la modernidad, no está tan desconectado como muchos creen. Su emblemático telescopio sigue siendo una fuente de empleo y turismo. El estreno del documental The American Town Banning Cell Phones and Wi-Fi lo ha puesto en el centro de atención, atrayendo a turistas ansiosos por vivir una experiencia sin tecnología inalámbrica. Pero esta nueva fama tiene su lado oscuro, ya que los habitantes temen que el aumento de visitantes rompa la paz que tanto valoran y ponga en riesgo el frágil equilibrio que han logrado conservar.
El mantenimiento de la Zona de Silencio también requiere un esfuerzo constante. Las autoridades locales y el personal del telescopio monitorean regularmente la región para detectar posibles fuentes de interferencia. Chuck Niday, uno de los patrulleros de la zona, tiene la tarea de localizar y eliminar cualquier dispositivo que pueda generar perturbaciones. En algunos casos, esto implica medidas inusuales, como comprar calentadores defectuosos a granjeros locales para reemplazarlos por modelos que no emitan señales no deseadas.
Fuente: infobae.com