Andre Geim y Konstantin Novoselov descubrieron el grafeno hace más de una década, pero no fue hasta el 2010 –año en que los investigadores de origen ruso recibieron el Premio Nobel de Física– que este material derivado del carbono tuvo repercusión mundial.
Dadas sus cualidades, como tener una conductividad eléctrica 10 veces superior al cobre, es que se ha especulado a través de los años si es que podría llegar a reemplazar al principal producto de exportación nacional.
De acuerdo a Enrique Muñoz, doctor y académico, la percepción actual es que el grafeno es un material muy prometedor para la fabricación de dispositivos microelectrónicos y el desarrollo de diversas aplicaciones en nanotecnología.
“Al ser un material liviano, resistente, excelente conductor del calor y la electricidad, es un candidato ideal para desarrollar dispositivos tales como sensores miniaturizados que permiten detectar moléculas químicas y biológicas; con aplicaciones en diversos campos, incluyendo la medicina. Otro aspecto atractivo del grafeno es su gran flexibilidad, que permitiría desarrollar dispositivos electrónicos livianos y ‘flexibles’; por ejemplo, un celular o un reloj que se doble como una tela”, comenta Muñoz.
Sin embargo, expertos como Humberto Plaza, académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, sostienen que el grafeno necesita de procesamientos avanzados para su obtención y, además, su manipulación es altamente compleja.
“Lo anterior hace que materiales a base de esta sustancia tengan un alto valor y sean de muy difícil procesamiento hoy en día. A esto hay que agregar que el desarrollo de materiales de grafeno está en sus etapas tempranas de investigación –a pesar de que hay empresas en Estados Unidos, China, Reino Unido que se dedican a su producción–, por lo que no es una amenaza en el corto plazo para el cobre en aplicaciones tradicionales como cables eléctricos”, señala Plaza.
“Su costo actual de producción reportado es superior a los US$ 500 por gramo, por lo que no se ve, al menos en las próximas tres décadas, la posibilidad de un reemplazo masivo de cobre por grafeno”, complementa el doctor Carlos Carlesi, jefe de investigación Escuela de Ingeniería Química.
“Es posible esperar que, cuando exista una producción masiva de grafeno y sus usos puedan ser competitivos para el cobre, la industria esté en momentos donde los yacimientos actuales se encuentren en sus últimos años de vida útil, a lo cual se puede sumar que el nivel de reciclaje de metales pueda haber alcanzado una alta cuota de mercado (como actualmente sucede con el aluminio en países desarrollados)”, agrega Carlesi.
Tomás Norambuena, presidente de la Fundación Más Ciencia, precisa que “por el momento, se sigue dependiendo significativamente de la exportación de recursos naturales, como el cobre. Pero se debería invertir decididamente los recursos provenientes de la extracción de elementos naturales (limitados y/o no renovables) justamente en conocimiento que sirva como sustento para la innovación, incluso para nuevas aplicaciones del cobre, eludiendo a la amenaza del grafeno como su inminente reemplazante en la industria electrónica”, concluye.
Fuente: elesquiu.com