De pronto, sin comerlo ni beberlo, no puedes mover tus extremidades. Fantástico. Pasado un rato, y tras tratar de desentumecer por todos los medios tus manos y pies, te das cuenta de que están como paralizados y no responden. Como si no fueran parte de tu cuerpo.
Esta situación de incómoda parálisis transitoria suele darse cuando has estado un buen rato sentado con las piernas cruzadas o te duermes con la cabeza encima de la mano. Pese al cosquilleo irrefrenable sabes que la narcolepsia de tu cuerpo termina por calmarse: tan simple y llano como que has ejercido presión continua sobre uno de tus nervios, y este aplastamiento se traduce en sentir ardor o picor. El término médico es parestesia y -normalmente- no pasa absolutamente nada raro en tu cuerpo.
Cosquilleo temporal
En el mundo médico la parestesia se divide en dos clases, la temporal y la crónica. La primera es la hemos pasado todos en algún momento. Porque, sí amigos, todos alguna vez nos hemos dormido sobre el brazo o hemos colocado el peso de nuestro trasero encima de uno de nuestros pies y cuando nos hemos querido dar cuenta la extremidad en cuestión estaba entumecida y débil. Y empieza el conocido y molesto cosquilleo. Por suerte, esa sensación se va cuando la presión se alivia y tu extremidad vuelve a su ser.
Lo habitual es que cuando decimos que se “ha dormido” alguna parte de nuestro cuerpo esta ensoñación coincida con los pies, las piernas, las manos o los brazos, que son precisamente las partes del cuerpo donde el tejido blando puede comprimir los nervios y los vasos sanguíneos. Piénsalo: ¿a que en las partes protegidas por huesos como la cabeza o la zona del pecho nunca has sentido ese hormigueo descontrolado? Equilicuá.
Cosquilleo permanente
Cuando la parestesia se convierte en algo crónico es cuando hay que preocuparse, o por lo menos descartar que no es algo más que un simple cosquilleo. Puede derivar a enfermedades más graves como trastornos, infecciones o incluso problemas neuronales. En este caso lo mejor es que acudas a un médico y se lo comentes.
Claro que a veces también ocurre que ese cosquilleo permanente sea causa de repeticiones de un mismo hábito. Por ejemplo, cuando se te duerme el pulgar por estar horas y horas con el móvil. A esto se le llama el síndrome del túnel carpiano, y puede llevar a la debilidad y la falta de coordinación en los dedos y causar un daño mayor a largo plazo, así que tampoco te hagas el fuerte y consúltalo con un profesional antes de que el problemilla vaya a más.
Basta de hormigueo: pasos para frenar la ‘cosquillosa tortura’
Cuando se nos duerme un pie o una mano y se empieza a sentir que llegan las hormigas, podemos frenarlas en seco. Al mover la extremidad y darle suaves masajes para ir aliviando el hormigueo o apoyar el pie o la mano en una superficie plana, ya sea el suelo o sobre una mesa, volverás a sentir poco a poco su despertar.
Hay que tener en cuenta que la parestesia temporal ocurre cuando estamos determinado tiempo en la misma postura o por haber ejercido presión sostenida sobre el nervio de alguna extremidad. Así pues, en ambos casos podemos evitar el cosquilleo cambiando de postura y moviéndonos pasado un tiempo prudencial.
Pero ojo, si hablamos de una parestesia crónica el tratamiento para aliviar los síntomas va relacionado con el diagnóstico. Según de dónde venga la parestesia tendrá una solución u otra, así que no dejes de ir al médico para que ayuden a tratarlo.
Fuente: tecnoxplora.com