En los últimos días, la primera semana de diciembre, se ha hecho viral el caso de un oso pardo albino llamado Joey – o Leo, según quien sea la fuente -, que fue enviado de forma errónea al Ártico debido a que un grupo de personas lo confundió con un oso polar por su color. La historia es sumamente llamativa dado lo irreverente e ilógico que suena todo, pero ¿hay algo de verdadero en esta curiosa historia?
“Joey, el oso con la peor suerte del mundo”
La historia de ese supuesto oso va algo así: Joey es un oso pardo que nació con la condición genética de albinismo, lo que hace que su típico color de pelaje café sea en su lugar blanco.
Joey vivía feliz en los bosques de Estados Unidos – o Canadá, dependiendo la versión -, cuando un grupo de activistas de la naturaleza – en ocasiones se le adjudica a Greenpeace – lo vio, y pensando que era un oso polar que se había ido muy al sur en busca de comida, lo sedaron, organizaron un rescate vía helicóptero y lo llevan al Ártico.
En el Ártico, dependiendo la versión, el destino de Joey fue dramático en mayor o menor medida.
En una instancia Joey despierta confundido y vaga por el frío ambiente al cual no está acostumbrado hasta que es visto por un grupo de investigadores que se da cuenta que es un oso pardo, lo sedan y en un rescate vía helicóptero lo llevan al bosque.
En la otra versión los científicos lo descubren porque estaba siendo atacado por un – o varios – oso polar.
De nuevo en su hogar, el pobre Joey intenta seguir con su vida, pero es visto nuevamente por los activistas, que repiten nuevamente el rescate. Otra vez en el Ártico, Joey vuelve a ser visto por los científicos que lo devuelven al bosque pero esta vez tiñen su pelaje, con la esperanza que pase desapercibido de quien sea que lo estuviera llevando al norte.
Para infortunio de nuestro protagonista, alguien más lo vería y reportaría el hallazgo de “un oso polar sucio”, otro grupo acudiría esta vez y Joey acabaría en un zoológico, obviamente en la sección de osos polares.
Ahí el público se daría cuenta que el pobre oso está temblando de frío, las autoridades del zoológico serían alertadas y Joey volvería nuevamente al bosque, ahora sí marcado para que toda esta situación no volviera a ocurrir.
¿Qué tan lógico y verdadero es esto?
Para un experto, confundir un oso polar y un oso pardo es cuando menos ilógico. Las características físicas de ambas especies los hace bastante distinguibles uno de otro, los osos polares son casi del doble de tamaño y peso que los osos pardos, además la forma del hocico y cuello de los polares son más alargados, el pelaje es menos denso, etc.
Todas estas diferencias hacen que, aunque no sea un experto, se pueda diferenciar a ambas especies. Esto es particularmente clave en la parte del zoológico, ya que un equipo de veterinarios y expertos en zoología como son quienes trabajan en estos recintos no confundiría una especie por otra, menos exhibiría de forma accidental a un oso pardo como oso polar.
En cuanto al albinismo la historia tampoco tiene soporte; esta condición genética se caracteriza por una falta de pigmentación, potencialmente en todas las áreas del cuerpo, es decir, incluso los ojos tienen un color más claro al que deberían, siendo rojos.
En su lugar, el oso de la historia sería considerado un animal con leucismo, una pérdida parcial de pigmento que tanto pudo haber dado esta coloración de “oso polar sucio” a Joey, como permitir que sus ojos y nariz fuera de su color normal.
¿Y las fuentes?
En ciencia – y en general en la vida -, uno no puede hacer afirmaciones sin tener las evidencias suficientes para respaldarlas, ni tampoco deberíamos creer lo que nos diga cualquier persona si no puede brindar dicha información, esta es la base de las noticias falsas.
En el caso de “el oso con la peor suerte del mundo” las fuentes son, cuando menos, dudosas. Ningún reporte científico, ni revista especializada ni fuente seria reportó en su momento esta curiosa anécdota. Esto, cuando menos, pone en duda la historia de Joey, por más divertida – y triste – que suene.
Te invito a hacer una búsqueda rápida del “oso Joey” y las fuentes más viejas son de páginas de noticias sensacionalistas – o blogs – que datan de 2021, el hecho de que existan múltiples, contrastantes y cada vez más dramáticas versiones de lo que le pasó a este oso también pone en entredicho la veracidad de tal historia.
Así que, mientras no haya información verdaderamente confiable sobre la existencia de Joey, esta historia bien la podemos considerar como falsa. Y qué bueno, porque vaya mala suerte del pobre oso.
Fuente: muyinteresante.com.mx