Ya desde el colegio enseñan a los más pequeños el ciclo del agua: desde los ríos y mares, el agua se evapora para formar las nubes, que precipitan lluvia o nieve de nuevo a la superficie terrestre, para volverse a filtrar y comenzar de nuevo. Aparte del agua que vemos, y que se estudia en los libros de texto, los científicos siempre han sospechado que existen ingentes cantidades de ésta bajo la superficie terrestre (hay estudios que apuntan a que sería igual a la de todos los océanos juntos). Sin embargo, no sería en forma de mares subterráneos, tal y como los imaginó Julio Verne, sino “apresada” en las rocas, teoría que se ha demostrado al estudiar las placas tectónicas.
Hasta ahora, se ha podido comprobar que estas “rocas húmedas” -que tienen apariencia “seca “, si bien guardan en su interior átomos de hidrógeno que podrían convertirse en agua a las temperaturas y presiones adecuadas- se encuentran entre 3 y 4 millas por debajo del fondo marino (entre unos 4,8 y 6,4 kilómetros de profundidad); pero un estudio publicado este miércoles en “Nature” ha encontrado evidencias de que estas piedras llegarían a sustratos de casi 20 millas de profundidad (más de 32 kilómetros), lo que demostraría que el agua atrapada en rocas de las placas tectónicas que se ve arrastrada al interior de la Tierra llegaría mucho más profundo (y, por tanto, en más cantidad) de lo que se había supuesto en un principio.
“Se conocía que las zonas de subducción -las placas tectónicas que quedan por debajo en el choque- podían arrastrar el agua, pero no se sabía cuánta”, explica Chen Cai, primer autor del estudio, realizado por la Universidad Washington en Sant Louis. Sin embargo, “la principal fuente de incertidumbre en estos cálculos fue el contenido inicial de agua del manto superior subducido”, añade Doug Wiens, profesor en Ciencias Planetarias y de la Tierra y asesor en la investigación. Es decir, se conocía el fenómeno, pero apenas se había rascado en su superficie para conocer cuánta cantidad de agua se “cuela” a través de las rocas.
La Fosa de las Marianas como campo de estudio
Para llevar a cabo este estudio, los investigadores escucharon durante más de un año los sonidos provenientes del interior de la Tierra -desde ruido ambiental hasta terremotos reales-, utilizando una red de 19 sismógrafos del fondo oceánico desplegados en la Fosa de las Marianas -la zona más profunda de la superficie terrestre, a casi 11 kilómetros de profundidad-, junto con 7 sismógrafos ubicados en islas cercanas. Este lugar es donde la placa tectónica del Océano Pacífico se desliza por debajo de la placa Mariana, por lo que era el sitio adecuado para buscar estas “rocas húmedas”. Con estos datos, se realizó un mapa tridimensional, rastreando la viscosidad del terreno, lo que indica si el tipo de roca tiene más o menos capacidad de retener el agua.
Así es como se llegó a la conclusión de que este tipo de piedras se encuentran por debajo del lecho marino al triple de profundidad de la indicada anteriormente y, por lo tanto, el manto puede almacenar más agua de la que se pensaba. Pasadas investigaciones suponían que estas piedras llegarían a las 60 millas de profundidad tras subyacer la placa (a más de 96 kilómetros). Sin embargo, ahora se señalan las 180 millas (casi 290 kilómetros) por debajo de la superficie terrestre. “Los anteriores estudios no pudieron ser muy precisos acerca de lo grueso e hidratado que está este manto. Así, se intentó acotar estos parámetros: si el agua puede penetrar más profundamente en la placa, entonces puede permanecer allí y descender a mayores profundidades “, señala Cai.
Los investigadores afirman que los resultados obtenidos en la Fosa de las Marianas pueden extrapolarse a otras zonas de subducción.
Lo que baja debe subir, pero ¿en qué proporción?
También se enseña en el colegio que en el ciclo del agua, los niveles se mantienen relativamente estables (sin contar con el cambio climático). El agua que se “cuela” por las placas tectónicas se devolvería a la superficie como vapor de agua cuando los volcanes estallan (aunque sea a cientos de kilómetros de distancia de las placas).
Sin embargo, con esta revisión de las estimaciones, el agua que ingresa al interior de la Tierra es mucho mayor que la que se devuelve. “Probablemente las valoraciones del agua que regresa a través del arco volcánico son muy inciertas, por lo que este estudio podría causar una reevalución “, señala Wiens. Por su parte, Candance Major, directora de la División de Ciencias Oceánicas de la Fundación Nacional de Ciencias -que financió el estudio-, añade: “Los resultados resaltan el importante papel de las zonas de subducción en el ciclo del agua de la Tierra”. Por tanto, ¿podría este estudio ser un punto y aparte en la teoría del ciclo del agua?
Fuente: abc.es/ciencia