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El sudoku de las abejas que saben contar

En los últimos años los científicos han aprendido muchas cosas sobre la capacidad cognitiva de las abejas. Esto ha supuesto una pequeña cura de humildad para el Homo sapiens y su cerebro con más de 86.000 millones de neuronas, puesto que las abejas (dotadas de uno diminuto y con menos de un millón de neuronas) son capaces de completar tareas mentales complejas —como operaciones aritméticas simples o comunicar información espacio-temporal precisa. Y en estas tareas son capaces de rivalizar con animales que tendemos a clasificar como superiores: aves, primates e incluso seres humanos en sus primeras etapas de desarrollo. Uno de los últimos descubrimiento es que las distintas especies de abejas han desarrollado diferentes dialectos o versiones de su danza de comunicación adaptadas a sus circunstancias y entorno. Otro (más sorprendente si cabe), es que son capaces de realizar estimaciones numéricas. Es decir, que pueden aprender a comparar pequeños conjuntos (de hasta 6 unidades en el experimento que lo ha demostrado) de objetos diferentes y valorar cual contiene más “unidades”. Una habilidad denominada “cognición numérica”. Pasatiempo 1: Rellena cada una de las seis celdas blancas que rodean a las grises con los números del 1 al 6, de modo que: cada celda es ocupada por un número distinto. el mismo número no figura en celdas adyacentes. Un sofistificado nivel cognitivo Hasta ahora, lo que se ponía en valor de las abejas era su elaborada estructura social y su desarrollado sentido de la democracia; su capacidad ingenieril, que en el reino animal solo logran igualar otros insectos sociales como las termitas (sin menospreciar a los castores); y su sofisticado sistema de comunicación, capaz de transmitir de forma precisa información espacio-temporal respecto a una fuente de alimento. Son capaces de codificar la distancia a la que se encuentra el alimento —y dirección de la misma en relación con la posición del sol en el cielo—, lo que de forma implícita transmite también el momento del día en el que es más accesible. Sin embargo, en los últimos años los investigadores han descubierto una insospechada capacidad de las abejas para resolver problemas matemáticos numéricos. Esto requiere un sofisticado nivel cognitivo, pues implica capacidad para procesar reglas matemáticas registradas en la memoria a largo plazo y, simultáneamente, manejar información almacenada en la memoria a corto plazo. Ese es precisamente el tipo de problemas que emplea la ciencia del conocimiento comparativo para testar la capacidad de aprendizaje y procesamiento de los animales —el equivalente a un test de inteligencia, al no ser tareas o retos a los que se enfrentan en su entorno. Así, recientemente y en sucesivas investigaciones, se ha constatado que las abejas pueden aprender a sumar y restar. También que pueden aprender a obtener una recompensa y a informar entonces a sus congéneres de cómo hacerlo. E incluso que pueden comprender el concepto de cero, una noción que a muchos niños pequeños les cuesta aprender. Pasatiempo 2: Una ejemplo más complicado del mismo sudoku especial que planteamos en el anterior pasatiempo. Un cerebro para inspirar inteligencia artificial Si sorprendente es la capacidad cognitiva demostrada por las abejas, tanto o más lo es la aplicación que los investigadores pretenden darle. Al parecer, aunque la abejas solo disponen de un cerebro de menos de un millón de neuronas, éste optimiza su potencial al maximizar el número de conexiones entre neuronas. Así pues, el objetivo es estudiar el funcionamiento de las redes neuronales de los insectos para diseñar computadoras y sistemas de inteligencia artificial de mayor eficiencia. ¿Cómo? En lugar de intentar aumentar la capacidad de cálculo para afrontar problemas complejos de un modo convencional, inspirarse en la naturaleza para buscar otras vías alternativas que empleen solo una fracción de esa capacidad de procesamiento. Un ejemplo concreto de esto se encuentra en la investigación de partida de este texto. Hasta ahora se asumía que para afrontar estimaciones numéricas era necesario un circuito neuronal circular que implicase a cuatro neuronas, cada una de ellas asociada a una de estas operaciones o reglas matemáticas: “igual a“, “mayor que”, “menor que” y “cero” o “nada”. Sin embargo, el trabajo con las abejas ha llevado a identificar un modelo mucho más simple, basado en una única neurona y en un circuito de conexiones ramificado o en red. Fuente: bbvaopendmind.com

En los últimos años los científicos han aprendido muchas cosas sobre la capacidad cognitiva de las abejas. Esto ha supuesto una pequeña cura de humildad para el Homo sapiens y su cerebro con más de 86.000 millones de neuronas, puesto que las abejas (dotadas de uno diminuto y con menos de un millón de neuronas) son capaces de completar tareas mentales complejas —como operaciones aritméticas simples o comunicar información espacio-temporal precisa. Y en estas tareas son capaces de rivalizar con animales que tendemos a clasificar como superiores: aves, primates e incluso seres humanos en sus primeras etapas de desarrollo.

Uno de los últimos descubrimiento es que las distintas especies de abejas han desarrollado diferentes dialectos o versiones de su danza de comunicación adaptadas a sus circunstancias y entorno. Otro (más sorprendente si cabe), es que son capaces de realizar estimaciones numéricas. Es decir, que pueden aprender a comparar pequeños conjuntos (de hasta 6 unidades en el experimento que lo ha demostrado) de objetos diferentes y valorar cual contiene más “unidades”. Una habilidad denominada “cognición numérica”.

Pasatiempo 1: Rellena cada una de las seis celdas blancas que rodean a las grises con los números del 1 al 6, de modo que:

Un sofistificado nivel cognitivo

Hasta ahora, lo que se ponía en valor de las abejas era su elaborada estructura social y su desarrollado sentido de la democracia; su capacidad ingenieril, que en el reino animal solo logran igualar otros insectos sociales como las termitas (sin menospreciar a los castores); y su sofisticado sistema de comunicación, capaz de transmitir de forma precisa información espacio-temporal respecto a una fuente de alimento. Son capaces de codificar la distancia a la que se encuentra el alimento —y dirección de la misma en relación con la posición del sol en el cielo—, lo que de forma implícita transmite también el momento del día en el que es más accesible.

Sin embargo, en los últimos años los investigadores han descubierto una insospechada capacidad de las abejas para resolver problemas matemáticos numéricos. Esto requiere un sofisticado nivel cognitivo, pues implica capacidad para procesar reglas matemáticas registradas en la memoria a largo plazo y, simultáneamente, manejar información almacenada en la memoria a corto plazo. Ese es precisamente el tipo de problemas que emplea la ciencia del conocimiento comparativo para testar la capacidad de aprendizaje y procesamiento de los animales —el equivalente a un test de inteligencia, al no ser tareas o retos a los que se enfrentan en su entorno.

Así, recientemente y en sucesivas investigaciones, se ha constatado que las abejas pueden aprender a sumar y restar. También que pueden aprender a obtener una recompensa y a informar entonces a sus congéneres de cómo hacerlo. E incluso que pueden comprender el concepto de cero, una noción que a muchos niños pequeños les cuesta aprender.

Pasatiempo 2: Una ejemplo más complicado del mismo sudoku especial que planteamos en el anterior pasatiempo.

Un cerebro para inspirar inteligencia artificial

Si sorprendente es la capacidad cognitiva demostrada por las abejas, tanto o más lo es la aplicación que los investigadores pretenden darle. Al parecer, aunque la abejas solo disponen de un cerebro de menos de un millón de neuronas, éste optimiza su potencial al maximizar el número de conexiones entre neuronas. Así pues, el objetivo es estudiar el funcionamiento de las redes neuronales de los insectos para diseñar computadoras y sistemas de inteligencia artificial de mayor eficiencia. ¿Cómo? En lugar de intentar aumentar la capacidad de cálculo para afrontar problemas complejos de un modo convencional, inspirarse en la naturaleza para buscar otras vías alternativas que empleen solo una fracción de esa capacidad de procesamiento.

Un ejemplo concreto de esto se encuentra en la investigación de partida de este texto. Hasta ahora se asumía que para afrontar estimaciones numéricas era necesario un circuito neuronal circular que implicase a cuatro neuronas, cada una de ellas asociada a una de estas operaciones o reglas matemáticas: “igual a“, “mayor que”, “menor que” y “cero” o “nada”. Sin embargo, el trabajo con las abejas ha llevado a identificar un modelo mucho más simple, basado en una única neurona y en un circuito de conexiones ramificado o en red.

Fuente: bbvaopendmind.com

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