El misterio intrigó a los científicos durante años hasta que encontraron las razones por las que estos animales podían sobrevivir sin su alimentación habitual
Una colonia de hasta un millón de hormigas caníbales atrapadas en un búnker nuclear soviético despertó la curiosidad de un equipo de científicos en Polonia, quienes durante años intentaron determinar las razones por las cuales estos insectos del género formica no solo sobrevivían sino que parecían reproducirse sin cesar, aun cuando no había ejemplares en el nido que fueran capaces de dejar descendencia.
Formica polyctena es una especie muy conocida de hormiga roja de la madera, presente en varios países de Europa, y no es que sea caníbal por naturaleza, advirtieron los científicos, sino que debieron comerse a sus pares muertas para lograr sobrevivir ya que, atrapadas, no podían salir en busca de alimento.
A esta conclusión llegaron los especialistas después de al menos tres años de estudios. Los insectos fueron descubiertos por primera vez en 2013 y, en aquel entonces, los investigadores determinaron que se trataba de una colonia compuesta únicamente por hormigas obreras, lo que significa que no podían reproducirse.
La historia, publicada en la revista Newsweek, se centró en determinar cómo era posible que su número creciera sin cesar durante todo el tiempo de estudio. Los investigadores estudiaron la colonia para comprender cómo funcionaba, e instalaron una ruta de escape para saber si sus miembros dejarían su hogar si tuvieran la opción. Los resultados del trabajo fueron publicados en la revista científica Journal of Hymenoptera Research.
El equipo, dirigido por Wojciech Czechowski, integrante de la Academia de Ciencias de Polonia, estaba llevando a cabo un estudio de murciélagos que vivían en un búnker nuclear soviético abandonado cuando se encontró con las hormigas de madera que vivían allí. La construcción era un antiguo refugio de municiones donde alguna vez se guardaron armas de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Lo que llamó la atención de los científicos es que las hormigas no tenían acceso al mundo exterior, y parecían provenir de un nido de arriba que estaba colocado sobre una tubería de ventilación. Cuando las hormigas cayeron por la tubería, fueron sepultadas en el búnker y nunca más lograron salir de allí, hasta que las descubrieron los investigadores.
Después de regresar al sitio dos años más tarde, los científicos descubrieron que la colonia no solo seguía allí, sino que había crecido en número, a pesar de que no había una fuente de alimento obvia, ni calor ni luz. Ahora había al menos un millón de hormigas viviendo en el búnker: ¿cómo hacían para alimentarse y reproducirse?
Las respuestas salieron a la luz. Primero, comiéndose a sus pares. Segundo, no se reproducían, sino que se agregaban nuevas integrantes caídas por la tubería. “Las masas de trabajadores de Formica polyctena atrapadas en el búnker no tenían otra opción. Simplemente estaban sobreviviendo y continuando con sus tareas sociales en las condiciones establecidas por el medio ambiente extremo”, describieron los investigadores en el estudio titulado “Hormigas atrapadas durante años en un viejo búnker; supervivencia por canibalismo y eventual escape”.
Dos años más tarde, los científicos vieron que la colonia todavía estaba allí y el equipo se dispuso a analizar su comportamiento. Instalaron una ruta que conducía a otra tubería de ventilación que las hormigas podían usar para escapar del búnker. Dejaron pasar otro año y regresaron al sitio. Esta vez encontraron que la colonia había desaparecido casi por completo.
Todo aquello parecía un cementerio de hormigas canibalizadas. El equipo inspeccionó los cadáveres que habían quedado atrás y encontró marcas de mordeduras y agujeros, principalmente en el abdomen; fue la evidencia contundente de que las hormigas se comían a sus compañeras para sobrevivir.
Después de que se les proporcionó una ruta de escape, las hormigas regresaron al nido original. Y, al caer por la tubería de ventilación que se convirtió en un verdadero agujero negro, pudieron volver, por lo que el búnker había quedado “desierto”.
“La supervivencia y el crecimiento de la ‘colonia’ del búnker a través de los años, sin producir descendencia propia, fue posible debido al suministro continuo de nuevos trabajadores del nido superior y la acumulación de cadáveres de compañeros de nido”, determinó finalmente el equipo.
“Los cadáveres sirvieron como una fuente inagotable de alimento que permitió sustancialmente la supervivencia de las hormigas atrapadas en condiciones extremadamente desfavorables”, apuntaron.
Los investigadores dicen que el caso de la colonia de hormigas convertidas en caníbales muestra los extremos a los que llegarán estos insectos del bosque para mantener su autoorganización “incluso en condiciones que van mucho más allá de los límites de la supervivencia de la especie”.
“De manera más general, el presente caso agrega una dimensión a la gran capacidad de adaptación de las hormigas a hábitats marginales y condiciones subóptimas, como la clave para comprender su incuestionable éxito eco evolutivo”, finalizaron.
Fuente: lanacion.com.ar