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El objeto interestelar que se acerca al Sol puede ser una nave de otra civilización

Un nuevo estudio argumenta que las características inusuales, órbita retrógrada y proximidad a la Tierra de 3I/Atlas pueden apuntar a que sea una nave o sonda de una civilización interestelar

Hoy he sido coautor de un intrigante estudio nuevo con mis brillantes colaboradores, Adam Hibberd y Adam Crowl, de la Iniciativa para Estudios Interestelares en Londres, Reino Unido. El estudio está accesible aquí.

Una de las soluciones a la pregunta de Enrico Fermi sobre los extraterrestres —»¿dónde están todos?»— la ofrece la hipótesis del bosque oscuro, popularizada por la novela de ciencia ficción ‘El bosque oscuro’ de Cixin Liu. Esta hipótesis propone que nuestra vecindad cósmica es peligrosa, llena de civilizaciones inteligentes que son hostiles y silenciosas para evitar la detección por posibles depredadores. En este contexto, el silencio en las búsquedas de señales de radio por parte de la comunidad SETI no es causado por la falta de civilizaciones inteligentes extraterrestres, sino que es una consecuencia de que éstas temen la destrucción mutua.

Nuestro estudio explora la posibilidad de que el objeto interestelar descubierto recientemente, 3I/ATLAS, pueda proporcionar pruebas en apoyo de la hipótesis del bosque oscuro. Este nuevo intruso interestelar ha mostrado una serie de características anómalas, algunas de las cuales se resumieron en un ensayo que escribí poco después de su descubrimiento. En particular:

La casi alineación de la trayectoria retrógrada de 3I/ATLAS con el plano eclíptico ofrece varios beneficios a una inteligencia extraterrestre, ya que permite que una nave espacial acceda a la Tierra con relativa impunidad. El eclipse de 3I/ATLAS por el Sol en el perihelio para los observadores en la Tierra permitiría que una nave espacial realizara una maniobra de Oberth solar inversa clandestina, una estrategia óptima de alto empuje para que las naves espaciales interestelares frenen y permanezcan ligadas al Sol. Una intercepción óptima de la Tierra implicaría una llegada a finales de noviembre o principios de diciembre de 2025. La detección de una aceleración no gravitacional también podría indicar una intención de interceptar Júpiter, no muy lejos de la trayectoria de 3I/ATLAS, y una estrategia para encontrarse con él después del perihelio.

Nuestro estudio es contingente en una hipótesis notable pero comprobable de que 3I/ATLAS es un artefacto tecnológico en funcionamiento, a lo cual ni yo ni mis dos coautores nos adscribimos necesariamente. Sin embargo, esta hipótesis es digna de un análisis científico por dos razones:

  1. Las consecuencias, en caso de que la hipótesis resultara ser correcta, podrían ser potencialmente graves para la humanidad y posiblemente requerirían la adopción de medidas defensivas (aunque estas podrían resultar inútiles).
  2. La hipótesis es un ejercicio interesante por derecho propio y es divertido de explorar, independientemente de su probable validez.

Dada su velocidad interestelar de 60 kilómetros por segundo, 3I/ATLAS entró en el límite exterior del sistema solar (a 100 000 veces la separación Tierra-Sol) hace unos 8.000 años. Esto fue aproximadamente cuando las tecnologías creadas por el ser humano se hicieron lo suficientemente avanzadas como para comenzar a documentar la historia en la Tierra.

Si la hipótesis sobre un artefacto tecnológico resulta ser correcta, entonces hay dos posibles implicaciones: primero, que las intenciones de 3I/ATLAS son completamente benignas, y segundo, que son malignas. En el primer caso, la humanidad no necesita hacer nada más que esperar la llegada de este mensajero interestelar con los brazos abiertos. Es la segunda opción la que es de gran preocupación.

Dadas las dramáticas implicaciones de la segunda posibilidad, podemos aplicar la lógica de la apuesta de Pascal que sugería que es más racional creer en la existencia de Dios que no creer. La idea ofrecida por el matemático Blaise Pascal era que los beneficios potenciales de creer (en nuestro caso, alertar a la humanidad sobre el riesgo existencial de 3I/ATLAS) superan con creces las pérdidas potenciales (en nuestro caso, una idea teórica que no describe la realidad), mientras que las pérdidas potenciales de no creer son mucho mayores que los beneficios potenciales.

Nuestro estudio es en gran medida un ejercicio pedagógico, con interesantes descubrimientos dignos de ser registrados en la literatura científica. Con mucho, el resultado más probable será que 3I/ATLAS sea un objeto interestelar completamente natural, probablemente un cometa, y esperamos los datos astronómicos que apoyen este origen probable.

No obstante, visto desde una perspectiva abierta y sin prejuicios, nuestro estudio incluye muchas ideas convincentes que podrían aplicarse a decenas de objetos interestelares que se espera que sean detectados durante la próxima década por el observatorio Vera C. Rubin.

El riesgo existencial de la inteligencia extraterrestre (inteligencia artificial externa) no se discute tan a menudo como otros riesgos existenciales, como la inteligencia artificial (nuestra inteligencia artificial). En un bosque oscuro, las incertidumbres sobre la propia fuerza relativa pueden justificar el ocultamiento como un mecanismo de supervivencia, especialmente si una civilización fue lastimada en el pasado. Además, el dominio podría depender del tiempo, ya que siempre podría haber alguna civilización tecnológica joven en ascenso que se vuelva poderosa rápidamente, lo que requeriría misiones de reconocimiento en trayectorias similares a la de 3I/ATLAS.

Pronto podríamos darnos cuenta de que la extensión de la selección natural al espacio interestelar implica la supervivencia del más apto. En un ensayo reciente, proporcioné un menú de métodos para distinguir una nave espacial extraterrestre de una roca interestelar. Esperamos que este menú sea utilizado por otros astrónomos. Ignorar la opción tecnológica no es un signo de inteligencia.

Fuente: elconfidencial.com

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