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El instinto maternal con tu perro está avalado por la ciencia y no es el culpable de que tengamos menos niños

Las tasas de natalidad están cayendo a un ritmo muy rápido en casi todo el mundo. Tener hijos ya no es una prioridad, pero otro tipo de ‘bebé’ ha ganado popularidad: los perros. Cada vez hay más perrhijos en el mundo, de hecho han superado al número de niños en España. ¿Son los peludos los nuevos hijos? Sí y no, porque son mucho más que eso.

La caída de la natalidad no es culpa de los perros

Tener hijos se ha vuelto una tarea inasumible por muchas personas. El acceso al empleo de las mujeres ha mejorado su bienestar social y económico, pero la falta de conciliación laboral hace que muchas pospongan la maternidad. A esto se suma la precariedad económica, la falta de vivienda y de otros elementos básicos para una crianza segura, como la sanidad en determinados países.

Además, el cambio de valores patriarcales por otro más inclusivo hace que ser padres no sea el único camino posible hacia la realización personal. Por todo esto y mucho más la natalidad se ha desplomado en el mundo entero. Pero no es porque los perros sustituyan a los bebés, aunque sí se convierten en una alternativa accesible de crianza.

La evolución ha convertido a los perros en hijos peludos

Comenzaron siendo un mecanismo de supervivencia. Eran guardianes, cazadores y defendían el ganado. Pero ahora ya no son animales de compañía, son miembros de la familia y eso se debe a una evolución cultural de nuestra forma de cuidar. Los humanos tenemos el instinto de proteger y crear vínculos emocionales con nuestras crías. Está en nuestro ADN, es una función biológica. Pero ahora ha ido más allá de nuestra especie y ha aterrizado en los perros.

¿Y por qué los perros y no los salmones? Dicho de forma llana, porque se parecen a los niños en muchos aspectos y eso activa respuestas emocionales similares a las de un hijo. Desde su aspecto tierno de bebé hasta su dependencia, que nos genera una sensación de responsabilidad y un vínculo de apego.

No lo decimos nosotros, lo confirma la neurociencia: al mirar a nuestros peludos se activan áreas cerebrales como el sistema de recompensa o zonas relacionadas con el apego y la empatía, las mismas que cuando interactuamos con nuestros hijos. Además, los perros generan oxitocina cuando interactúan con sus humanos, así que la conexión emocional es recíproca.

No es una sustitución de los niños, es una elección consciente

El perro no es un hijo, es mucho más y por eso nunca va a sustituir a los niños. El concepto de ‘perrhijo’ es el que más se repite, pero lo cierto es que la relación entre perros y dueños es muy flexible y evolutiva: el mejor amigo de los niños, el compañero de los ancianos, la extensión afectiva de los adultos cuando los hijos se van de casa, un ancla para personas en duelo, etc. Sin embargo, un hijo siempre será un hijo.

Otra prueba de que los peludos no están aquí para sustituir a nadie es que tener perro no es excluyente de tener niños. Muchas familias combinan ambas cosas. Sí, despiertan instintos similares, pero nadie ha dicho que sean un reemplazo. De hecho, para la mayoría de personas es una decisión consciente, basada en su estilo de vida, valores, prioridades y circunstancias.

Es decir, lo tienen sabiendo que no es un humano, con sus diferencias, límites y necesidades. Y, con todo, son una vía plena y perfectamente válida de canalizar nuestro afecto y cuidado.

Fuente: msn.com

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