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El físico progresista que señala que el sexo es biológico: «O produces óvulos o esperma o nada»

El investigador, famoso por destapar los prejuicios de algunos sectores académicos en los 90, advierte sobre las injerencias del «falso progresismo» en la ciencia

En los años noventa, el físico Alan Sokal (Boston, 1955) realizó un experimento fascinante. Publicó un artículo en la revista posmoderna de estudios culturales Social Text que no tenía ni pies ni cabeza. Estaba lleno de términos obtusos, rimbombantes, pero todo parecía muy científico. Y eso es lo que era: parecía, porque no era real. Sokal se lo había inventado todo para demostrar que las revistas científicas publican cualquier artículo si “les suena bien” o si “está acorde con sus prejuicios ideológicos”. Aquello fue un escándalo. Sokal también demostró que todos funcionamos un poco así con todo aquello que refuerza nuestras ideas (aunque el argumento no tenga ni pies ni cabeza).

Sokal está en Madrid porque esta tarde participa en la Fundación Ramón Areces para hablar de las amenazas ideológicas en la ciencia, que para él tienen mucho que ver ahora con la ideología de género. El investigador, que trabaja para el departamento de Matemáticas de la University College de Londres y el de Físicas de la de Nueva York, se considera un hombre de izquierdas. Lo que no considera de izquierdas son los engaños que la propia comunidad científica está llevando a cabo con el sexo y el género. Una manipulación más como la del ya famoso ‘escándalo Sokal’.

PREGUNTA: Esta tarde usted pronuncia una conferencia sobre las amenazas ideológicas que hay sobre la ciencia. Estamos en un momento en el que vemos cómo la Administración Trump está recortando los fondos en las universidades…

RESPUESTA: Sí, hay amenazas muy graves que vienen de la Administración Trump. En Londres hubo un debate el mes pasado organizado por el Comité por la Libertad Académica sobre si el segundo mandato de Donald Trump va a ser bueno o malo para la libertad académica. Y yo y Helen Pluckrose argumentamos que malo. Y fue antes de las peores amenazas que comenzaron primero contra la Universidad de Columbia y después peor aún contra la Universidad de Harvard. Es una injerencia increíble en la libertad académica. Ese es el peligro más importante ahora en Estados Unidos.

«Lo que están haciendo los científicos al decir que el sexo es asignado es trastornar los hechos científicos para sostener una causa política»

P: Pero esta tarde no va hablar solo de eso…

R: No, porque es ya bastante conocido. Voy a hablar de las amenazas que provienen desde el interior de la comunidad científica y que emanan de los que se autodenominan progresistas, aunque bajo mi punto de vista no son progresistas. Sobre todo en cuestiones de sexo y género. Son los que señalan que el sexo es algo asignado al nacer. Parte de la charla está tomada de un artículo que coescribí con Richard Dawkins, uno de los biólogos más famosos del mundo, y que fue rechazado por ‘The New York Times’, por ‘The Washington Post’, y finalmente publicado por ‘The Boston Globe’. En él decimos que qué demonios es esto del sexo asignado al nacer. No, el sexo es un hecho biológico objetivo. Lo que están haciendo esos científicos al decir que el sexo es asignado es trastornar los hechos científicos para sostener una causa social y política. Una causa que, por otra parte, creo justa, que es la de proteger a las personas transgénero contra el acoso, la discriminación, etc. En eso estoy completamente de acuerdo.

P: A las personas como usted se les ataca diciendo que discriminan a las personas transgénero.

R: Sí, se dice que hay discriminación al decir que el sexo es un hecho biológico objetivo. O sea, reconocer un hecho biológico objetivo es en sí una discriminación. No lo puedo entender. Un hecho biológico es lo que es. También están los que tratan de argumentar que hay más de dos sexos, pero tenemos argumentos científicos que demuestran que es falso. Lo que decimos en el artículo, en resumen, es que el sexo en la biología se define por las capacidades reproductivas de cada individual y que en todas las especies mamíferas por lo menos hay dos tipos de gametos, óvulos y espermatozoides, y no existen individuos hermafroditas. O sea, o produces óvulos, o produces espermatozoides, o tal vez ni uno ni otro.

P: Aparte de este hecho biológico hay quien puede decir, ya, pero yo me siento mujer u hombre.

R: Tú te puedes sentir lo que quieras, pero eso no cambia el hecho de que, o produces óvulos o produces espermatozoides.

P: ¿Qué ha pasado en la comunidad científica, en el lado progresista, para que hayamos llegado hasta aquí?

R: Esa es una buena cuestión que yo propondría a los sociólogos de la ciencia. ¿Cómo es que científicos serios embrollan hechos científicos que ellos conocen perfectamente en servicio de una causa política y social? De hecho, esto me ha inducido a leer últimamente algunas historias de los años 30 sobre el caso Lysenko.

P: Cuénteme.

R: En los años 30 y 40 el agrónomo Trofim Lysenko, en la Unión Soviética, promovió teorías pseudocientíficas en contra de la teoría de la evolución. Y el Partido Comunista, en base a sus estudios, decretó que no habría más investigación en la genética, porque la genética era falsa, no existía, era una ideología burguesa etc. Durante todo ese periodo, en los años 30 y 40, hubo científicos de izquierdas, algunos comunistas, otros no, pero todos progresistas que se vieron en la tesitura de defender la ciencia y defender a la Unión Soviética. Durante un tiempo trataron de defender a la URSS diciendo que había un debate con dos ideas, pero al final se vetaron todas sus investigaciones y su enseñanza en el campo de la genética. Entonces tuvieron que elegir: algunos se quedaron en el Partido Comunista y dijeron que Lysenko tenía razón… Y otros se apartaron de la investigación. En el momento presente, por el momento los ideólogos de la identidad de género no están enviando a los gulags a los feministas que somos críticos.

«Tú te puedes sentir lo que quieras, pero eso no cambia el hecho de que, o produces óvulos o produces espermatozoides o ni uno ni otro»

P: Es muy interesante cómo la ideología arrasa al hecho científico….

R: Sí, y me gustaría que los sociólogos, los psicólogos lo estudiaran. Cómo es que un científico decide trastornar los hechos científicos que conoce bien en servicio de sus ideas políticas. Hay un artículo reciente de Richard Dawkins donde comenta la hipocresía de los presidentes de tres sociedades de biología en Estados Unidos, que escribieron una carta contra la orden de Trump sobre la biología y los derechos de la mujer afirmando que el sexo es más complicado que la división macho, hembra. Y Dawkins demuestra cómo en anteriores trabajos estos tres científicos han utilizado más de cien veces y sin ningún problema esta división macho, hembra. Por eso, es esta hipocresía la que quisiera entender. No pretendo entrar en sus mentes, pero ¿qué ha pasado ahí?

P: Usted es muy crítico con Trump, pero Trump acaba de aprobar precisamente esa ley que es muy taxativa en cuanto a hombre y mujer en el deporte. ¿Qué piensa usted de esta normativa?

R: Es una cuestión complicada porque no tengo muy claro que el presidente tenga el derecho legal a aprobar este tipo de ley. Muchas de estas órdenes ejecutivas probablemente vayan más allá de las atribuciones que tiene el presidente. Pero en general, cuando se trata del deporte se sabe que hay diferencias biológicas entre hombres y mujeres, y por eso hay secciones especiales reservadas a mujeres para protegerlas contra una competición injusta por parte de los hombres. Se debe a los hechos biológicos y no al sentido subjetivo dentro del cerebro de la persona. Entonces, que una persona hombre se considere mujer, eso no es lo importante para el deporte. En el deporte lo importante son los hechos biológicos. Con los niños no pasa nada, pero después de la pubertad hay grandes diferencias entre hombres y mujeres. Recuerdo cuando Serena y Venus Williams, las tenistas, desafiaron a hombres, pero para el partido eligieron a hombres por encima del número 200 en la clasificación. Aceptó el número 203 y les ganó.

P: En Reino Unido, el Tribunal Supremo acaba de dictaminar que la definición de «mujer» se basa en el sexo biológico y así la tiene que asumir la Ley de Igualdad de 2010 en el deporte, prisiones, baños… La escritora J.K Rowling, una mujer progresista, ha sido especialmente batalladora en esta cuestión… Hay pasos ya en este sentido.

R: Sí y es una decisión muy interesante porque explica en jurisprudencia un principio importante. Es que es un término que debe tener un sentido uniforme. En muchos casos el término sexo no tendría sentido si fuera ‘sexo certificado’ en el sentido del Gender Recognition Certificate. Tiene que significar explícitamente ‘sexo biológico’. Y para el deporte es evidente y en las cárceles es una cuestión horrible. Hay casos de hombres presos por delitos sexuales que se declaran mujeres, se transfieren a cárceles para mujeres y después asaltan a las mujeres.

P: Me hablaba antes del caso que sucedió en los años 30, 40, en la Unión Soviética, con el caso Lysenko. ¿Qué consecuencias tiene todo este debate en el mundo científico y político?

R: El peligro de una parte es que hay científicos que están utilizando su prestigio científico para manipular a un público no instruido. Y a partir de datos y hechos científicos que conocen perfectamente solamente para sostener una causa política. Dawkins y yo decimos en nuestro artículo que si una causa política es justa se puede defender reconociendo los hechos sobre el mundo real. Pero si esto no se puede hacer, entonces la causa no es justa. El otro peligro es que esto influya dentro de la comunidad científica de hoy y haya despidos por ello. Tenemos ya el caso de Carol Hoeven, de la Universidad de Harvard, que tuvo la honestidad de decir en la televisión nacional que hay dos sexos definidos por los gametos que producen. Esto le supuso acusaciones de transfobia dentro de su propio departamento de Biología. Ella habló de respeto hasta en tres ocasiones, respeto a las personas transgénero, que ningún problema con los pronombres (él, ella, elle)… Pero los estudiantes de posgrado rechazaron estar en sus clases y destruyeron su carrera de diez años. Al final, 18 meses después de aquello tuvo que dimitir. Perdió su trabajo por razones ideológicas.

P: Usted hizo un experimento muy famoso en los 90 que me fascina. Y yo, humildemente, creo que se puede aplicar a lo que sucede ahora con los debates sobre el género y el sexo.

R: Sí, tiene que ver. Mira, voy a comenzar la conferencia contando algo de los años 90 y del debate sobre el constructivismo social en la interpretación de la ciencia [el contexto social, cultural influye sobre los hechos científicos: es una idea que se opone al objetivismo] a partir del libro Constructing Quarks, Construir los Quarks, un famoso libro de un sociólogo de la ciencia que en los ochenta decía que los científicos no son meros observadores sino que también “construyen” los fenómenos naturales. Y voy a demostrar que su punto de vista es errado. Nuestras ideas sobre los Quarks sí son una construcción social, pero los propios Quarks [unas partículas de la Física] existen, son reales, existen desde antes del Big Bang y, además, son objetos muy sutiles y lejos de nuestro conocimiento cotidiano. Han pasado cuarenta años y ahora hablamos del sexo y el género, que no es nada sutil -todo el mundo sabe lo que significa ser hombre o mujer- y se está repitiendo el mismo constructivismo social, pero en este caso en un extremo increíble.

P: Así que el asunto se ha agravado…

R: Hace cinco años hubo un artículo que decía, “Sokal ganó la batalla y perdió la guerra”. Y es posible que sea así.

«Yo soy muy crítico con los dos iliberalismos y anticientificismos de derecha y de una izquierda que yo no reconozco como izquierda»

P: ¿Cómo luchar contra lo que usted demostró?

R: En primer lugar, tengo que decir que mi experimento no demuestra mucho en sí. Lo más importante es el libro que co-escribí con Jean Bricmont después para demostrar el detalle de todo eso. Ahora el problema está agravado en dos sentidos. Por un lado, el constructivismo social está siendo aplicado a cuestiones menos útiles que los quarks. Y en segundo lugar, se está dando dentro de la comunidad científica. Lo único que puede decir es que deberíamos hablar claro y separar los hechos científicos de nuestras posiciones políticas. Reconozco que las personas y los científicos pueden tener ideas diversas. Y podemos debatir con los ciudadanos las cuestiones políticas. Pero trastornar los hechos científicos en servicio de una causa política es peligroso.

P: ¿Esto lo ha agravado la pandemia? La confianza en la ciencia ha bajado enteros en parte de la población….

R: Dentro de la comunidad científica, tal vez no, pero obviamente sí se ha agravado en el sentido de que el público confía menos en lo que dicen los científicos. En Estados Unidos, el nuevo secretario de Salud es un anticientífico.

P: Hay como una tormenta perfecta…

R: Sí, hay un anticientificismo por un lado y una manipulación de los hechos científicos, por otro. Y yo soy muy crítico con los dos iliberalismos y anticientificismos de derecha y de una izquierda que yo no reconozco como izquierda. Y los dos se retroalimentan. Por un lado, sale Trump diciendo una cosa y luego las personas en contra de Trump diciendo todo lo contrario. Y yo no estoy de acuerdo con eso porque es lo que decía Dawkins de esos tres biólogos hipócritas.

P: Hemos empezado con los recortes de Trump porque, aunque no sean motivo de su conferencia, sí que están empezando a causar problemas en las investigaciones. Y usted trabaja en la Universidad Pública de Nueva York.

R: Sí, con el recorte de las subvenciones está minando un montón de investigación importante en medicina y tantas otras cosas. Y además yo creo que lo está haciendo ilegalmente. Esta congelando fondos ya aprobados y no tiene el derecho legal para hacerlo. Así que sí, claro, lo que está haciendo Trump es muy peligroso.

Fuente: elconfidencial.com

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