La historia de la rana levitante y el físico Andre Geim es un ejemplo de cómo la ciencia, más allá de ser un campo rígido y serio, puede estar llena de momentos divertidos
¿Qué tal si te dijera que el experimento que hizo levitar a una rana con un campo magnético, en lugar de ser un episodio divertido sin más, fue la antesala de un premio Nobel de Física? ¿Qué pensarías de un científico que, tras ganar un premio en tono de broma, terminara ganando el Nobel más prestigioso del mundo solo una década después? Suena a historia sacada de un guion de película, pero lo cierto es que todo esto sucedió en la vida real y tiene como protagonista al físico Andre Geim.
La rana que levita
En 1997, un físico llamado Andre Geim, junto a su colega Michael Berry, decidió hacer algo completamente inusual. Utilizando un campo magnético muy potente, Geim y su equipo lograron hacer levitar una rana. Sí, una rana. El experimento, aunque suene extravagante, fue más importante de lo que parece. Los científicos descubrieron que el campo magnético podía generar una fuerza que contrarrestaba la gravedad, lo que permitió que la rana flotara. El proceso, conocido como levitación diamagnética, no solo afectó a la rana, sino también a otros objetos, como gotas de agua y hojas secas.
Lo curioso de todo esto es que este no fue un experimento «serio» en el sentido convencional de la palabra. Geim y su equipo no lo hicieron para una aplicación científica revolucionaria o para descubrir una nueva ley de la física, sino como un juego de laboratorio. Un experimento al que muchos en la comunidad científica no le dieron mucha importancia en su momento. Sin embargo, ese mismo año, el trabajo de Geim y Berry recibió el prestigioso y algo irónico Ig Nobel.
LOS IG, la antesala del nobel
Los Ig Nobel son una parodia de los premios Nobel, pero en lugar de premiar descubrimientos serios, se otorgan a investigaciones que “primero te hacen reír, luego te hacen pensar”. Aunque suena a broma, estos premios no son menos importantes, ya que destacan la creatividad y la innovación detrás de proyectos científicos inusuales. En el caso del experimento de la rana que levita, el Ig Nobel premiaba no solo la originalidad del trabajo, sino también el hecho de que desafiar la gravedad con una rana en el aire tenía una gran dosis de humor y de asombro.
El premio se entregó en una ceremonia cómica, pero la importancia del trabajo realizado por Geim y su equipo no pasó desapercibida. Mientras que muchos reían, algunos sabían que aquello era más que una curiosidad: mostraba cómo la ciencia más aparentemente absurda podía abrir puertas a descubrimientos de gran valor. Lo que en un principio se vio como un simple juego de laboratorio estaba sembrando la semilla para algo mucho más grande.
Del IG al nobel: la historia completa
Diez años después de aquel experimento con la rana que levita, Andre Geim sorprendió al mundo al recibir el Premio Nobel de Física en 2010. Esta vez, su trabajo fue mucho más serio y profundamente innovador, aunque no dejó de estar vinculado a la misma creatividad que lo había hecho ganar su Ig Nobel. Geim compartió el Nobel con Konstantin Novoselov por sus investigaciones sobre un material llamado grafeno. Este material, que consiste en una sola capa de átomos de carbono dispuestos en una estructura similar a un panal, es increíblemente fuerte, ligero y conductor de electricidad, lo que lo convierte en un candidato prometedor para innumerables aplicaciones tecnológicas.
Lo fascinante de la historia de Geim es cómo un hombre que comenzó su carrera con experimentos juguetones y aparentemente poco serios, terminó siendo galardonado con el Nobel más prestigioso en su campo. Su trabajo con el grafeno no solo revolucionó el mundo de la física y la ingeniería, sino que abrió nuevas posibilidades en la electrónica, la medicina, y muchos otros campos. Así, un simple experimento con una rana que levita se transformó en la llave que le permitió al científico británico realizar uno de los descubrimientos más importantes de la ciencia moderna.
El físico que lo logró todo
La historia de Andre Geim es una prueba de que, en la ciencia, el límite entre lo «absurdo» y lo «revolucionario» es a menudo muy delgado. A través de un experimento que parecía no tener mayor propósito que divertir a sus colegas, Geim abrió el camino hacia un descubrimiento que cambió el curso de la ciencia. Lejos de ver el Ig Nobel como una mancha en su carrera, Geim lo ha celebrado como un reconocimiento a su capacidad de pensar fuera de lo convencional.
Hoy, Geim es conocido como el físico que ganó tanto un Ig Nobel como un Nobel de verdad, una paradoja que no hace más que agregarle misterio y atractivo a su figura. En su caso, un experimento en apariencia trivial, como hacer levitar una rana, fue la chispa que encendió una de las investigaciones científicas más prometedoras de las últimas décadas
Fuente: nationalgeographic.com.es