El veneno del caracol cónico es como una biblioteca natural de compuestos. Solo hay que encontrar lo que hay en ella», explica Iris Bea Ramiro, de la Universidad de Copenhague
Un equipo internacional de investigadores ha descubierto que los caracoles cónicos que viven en los fondos tropicales producen un compuesto similar a la somatostatina, una hormona inhibidora que se usa para tratar trastornos del crecimiento, del páncreas y de dolor e inflamación.
Aunque el veneno de estos caracoles se utiliza desde hace años para producir fármacos contra el dolor crónico, la diabetes y otras enfermedades, aún no se conoce todo el potencial o los usos de las sustancias que generan estos animales.
Ahora, un estudio publicado en Science Advances avanza que una especie de caracoles cono produce una toxina similar a la somatostatina y, aunque las aplicaciones farmacológicas todavía no están claras, el hallazgo pone de manifiesto el potencial que tienen los venenos producidos y mejorados por los caracoles desde hace millones de años.
«El veneno del caracol cónico es como una biblioteca natural de compuestos. Solo hay que encontrar lo que hay en ella», explica Iris Bea Ramiro, de la Universidad de Copenhague.
Algunos caracoles cono son cazadores de peces. Unos disparan un anzuelo con una descarga de veneno y otros liberan una nube de veneno en el agua con compuestos que privan a los peces de sus sentidos y los dejan desorientados.
De los ocho grupos estimados de caracoles cono cazadores, solo se conocen bien la mitad. Los Conus rolani, una especie de caracol Asprella, apenas han sido estudiados porque viven en aguas muy profundas y poco accesibles.
Mientras estudiaba el veneno de estos caracoles en ratones, Ramiro encontró que contenía un péptido similar a la somatostatina que hacía que los roedores actuaran con lentitud o sin responder.
Ramiro viajó a la Universidad de Utah, donde estudian el veneno de estos caracoles desde 1970, para comparar el péptido que había encontrado, denominado Consomatin Ro1, con proteínas humanas conocidas.
«De alguna manera, los caracoles cono toman algunas de sus hormonas y las convierten en armas», explica Helena Safavi-Hemami, investigadora en la Universidad de Utah y autora principal del estudio, quien ayudó a Ramiro en su investigación.
Tras un año de trabajo, confirmaron que el péptido del caracol C. rolani activa dos de los cinco receptores humanos para la somatostatina.
En humanos, esta hormona tiene muchas funciones diferentes en el cuerpo humano, pero siempre está bloqueando algo. Por eso, siempre ha sido una hormona interesante para el desarrollo de fármacos.
Todavía no está claro cómo un componente del veneno que imita a la somatostatina puede ser útil, pero el estudio mostró que Consomatin Ro1 puede bloquear el dolor en ratones con una eficacia similar a la morfina y puede usarse para bloquear el dolor de modo que la presa no sepa que ha sido golpeada.
A partir de ahora, los investigadores estudiarán el origen de la consomatina Ro1 en los caracoles y tratarán de comprender mejor el potencial del compuesto como antiinflamatorio o analgésico.
Los resultados del estudio muestran cómo los animales venenosos pueden convertir una hormona en un arma y sugieren que la gama de herramientas bioquímicas del veneno podría ser más amplia de lo que se pensaba.
Fuente: EFE