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Descubren siete grandes urnas en la Amazonia llenas de restos humanos, peces y tortugas

El Lago do Cochila, en el estado brasileño de Amazonas, forma parte de un conjunto de islas artificiales (várzeas) que fueron construidas en terrenos inundables por las comunidades indígenas mediante estructuras elevadas con tierra y fragmentos cerámicos para permitir, así, una ocupación estable incluso en épocas de inundaciones.

Según ha explicado Márcio Amaral, arqueólogo del Instituto Mamirauá para el Desarrollo Sostenible, «estas islas artificiales son una forma de ingeniería indígena concebida para estabilizar el terreno y adaptarlo a las condiciones estacionales de la región». Y ha sido precisamente aquí donde ha tenido lugar un descubrimiento arqueológico de gran trascendencia.

Fue un pescador de pirarucú, un pez gigante típico de la zona, Walfredo Cerqueira, quien avisó a las autoridades tras observar las fotografías de varios objetos que quedaron a la vista tras la caída de un árbol. Se trataba nada más y nada menos que de siete urnas funerarias cerámicas, dos de las cuales eran de grandes dimensiones.

Más que arqueología

Este singular descubrimiento contó con la participación directa de la comunidad que habita en la región. «Algunos miembros vieron las vasijas cuando un árbol cayó y dejó expuestas las raíces, pero no les prestaron mucha atención. Cuando vi las fotos que hicieron, busqué al padre Joaquim, quien se las envió al arqueólogo Márcio Amaral. Fue entonces cuando planificamos una visita al sitio», ha explicado Walfredo Cerqueira.

Según han declarado los investigadores, las urnas se encontraban a 40 centímetros de profundidad, probablemente bajo antiguas viviendas indígenas, y presentan características hasta ahora desconocidas en la región como su gran tamaño y la ausencia de tapas, lo que indicaría que estas estarían hechas de materiales orgánicos y por ese motivo no se han conservado.

En el interior de las urnas, los investigadores encontraron fragmentos de huesos humanos junto con restos de peces y de tortugas, que, según sugieren, probablemente se usaron en algún tipo de ritual funerario asociado con ofrendas de alimentos. En cuanto a la extracción, esta presentó grandes dificultades debido a su tamaño, por lo que los investigadores tuvieron que diseñar una estructura especial para poder transportarlas hasta la sede del Instituto Mamirauá en la ciudad de Tefé, al norte del país.

Según Geórgea Holanda, una de las arqueólogas del equipo, para garantizar que las urnas llegasen en buen estado las protegieron con película plástica, vendas de yeso para estabilizar, capas de plástico de burbujas y finalmente na estructura de madera con cuerdas para poder estabilizarlas en la barca en la que las cargaron.

Los análisis preliminares ya en el laboratorio revelaron un tipo de cerámica poco documentada y extraordinariamente diversa. Las piezas recuperadas están elaboradas con arcilla verdosa (muy poco común en la región), engobe y bandas decorativas rojas. «Estas características no coinciden con ninguna tradición cerámica amazónica conocida, como la ampliamente estudiada Tradición Polícroma Amazónica, lo que sugiere un posible linaje cultural no documentado en la cuenca alta del río Solimões», aclaran los investigadores.

Estos descubrimientos, finalmente, parecen confirmar la idea de que, contrariamente a lo que se creía hasta ahora, las zonas de várzea no solamente se utilizaban de manera temporal, sino de un modo más estable e incluso permanente. La elevación artificial del terreno, las complejas costumbres funerarias y la diversidad cerámica documentada apuntan a una cultura sofisticada y bien adaptada al dinámico entorno amazónico.

«Esta investigación es más que arqueología: se trata de construir conocimiento a través de la colaboración respetuosa con las comunidades tradicionales», finaliza Amaral.

Fuente: msn.com

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