Los tardígrados son capaces de adaptarse a los ambientes más hostiles
La habilidad de un organismo para adaptarse al medio que lo rodea es lo que le confiere, en la mayoría de las ocasiones, las herramientas necesarias para poder sobrevivir y perpetuarse sobre la Tierra.
Un claro ejemplo de estos organismos bien adaptados y resistentes a un medio ambiente hostil son los tardígrados, los cuales, con apenas 1 milímetro de tamaño y ocho patas (también se les conoce como “osos de agua”), tienen la capacidad de vivir bajo las condiciones más extremas.
Así, estos extremófilos poseen la capacidad de soportar no solamente temperaturas tremendamente altas o bajas, sino que también pueden resistir las presiones muy altas y el vacío del espacio (ya se han llevado tardígrados en misiones espaciales); y, por si fuera poco, también pueden soportar la radiación, sin que les suceda nada.
Ahora bien, ¿qué tienen que ver los tardígrados con la radiación que muchas personas reciben cuando son tratadas por enfermedades como el cáncer?
Resulta que dichos animales poseen una proteína que tiene la capacidad de reparar los daños producidos por la radiación ionizante -aquella que, por ejemplo, generan los rayos X- en las células. De hecho, la radiación ionizante es considerada un tipo de energía que tiene la suficiente fuerza para arrancar electrones de átomos y moléculas. Por lo tanto, cuando ésta llega a las células, puede dañar el ADN que se encuentra en su núcleo.
Y una vez que esto sucede -cuando la radiación ionizante daña las células- pueden producirse mutaciones en el ADN. Estas mutaciones suelen provocar cáncer.
No obstante, la radiación ionizante también es utilizada para destruir algunos tumores cancerígenos a pesar de sus efectos secundarios.
Para intentar reducir los efectos secundarios de la radiación ionizante en el tratamiento de algunos cánceres, los científicos están buscando la manera de reducir lo más posible estos efectos.
Y al parecer lo han logrado, pero, por el momento, solamente en ratones.
Así, el pasado 26 de febrero, investigadores de Estados Unidos (de la Universidad de Harvard y Iowa), publicaron un trabajo de investigación en la revista Nature Biomedical Engineering, en el que afirman haber logrado reducir los efectos producidos por los rayos X.
Para conseguirlo utilizaron la proteína Dsup, presente en los tardígrados, cuyo descubrimiento se remonta a 2016.
El experimento se hizo hace algunos meses en ratones y los científicos pudieron descubrir que Dsup reduce los daños en el ADN, inducido por rayos X, en un 40%.
Pero alcanzar estos resultados no fue tan sencillo ya que Dsup tiene que estar dentro del núcleo de las células para poder funcionar. Y lo difícil es, justamente, llegar a cada núcleo. Además, introducir directamente dicha proteína, sin ningún intermediario, puede ocasionar resultados fatales.
Por lo tanto, se les ocurrió utilizar ARN mensajero. Mediante éste, lograron hacer que la proteína se expresara en las células de los ratones sin necesidad de introducirla directamente en el ADN (lo cual resulta menos seguro).
Al inyectar nanopartículas de ARN mensajero con la codificación de la proteína Dsup, permitieron que los ratones resistieran mejor la radiación. Para probarlo, seis horas antes de que se les inyectara Dsup, éstos recibieron una dosis de rayos X -en los tejidos que se encuentra en el recto y en la boca- equivalente a la dosis que podría recibir un ser humano con cáncer.
Así, el grupo de ratones que recibió Dsup en el recto, experimentó la mitad de roturas en la cadena de ADN. Lo mismo sucedió con aquellos que lo recibieron en la boca. Sin embargo, los ratones que no recibieron la protección de esta proteína no mostraron ninguna mejoría en cuanto a los efectos secundarios tras la aplicación de rayos X.
Con respecto a los alcances de este experimento, indudablemente se ha logrado un gran avance en cuanto al papel que podría jugar esta proteína en reducir los efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer cuando quizá se llegue a utilizar, en un futuro no tan lejano, en humanos.
Lo que está claro, y como lo expresó uno de los investigadores en el trabajo recientemente publicado, es que “el uso de la administración de ARN mensajero con Dsup puede ser adaptado para varias otras aplicaciones clínicas, incluida la protección del tejido normal contra quimioterapias que dañen el ADN o bien la degeneración progresiva de tejidos específicos, la predisposición al cáncer, la inestabilidad cromosómica y la hipersensibilidad a los agentes que dañen el ADN”. Por lo tanto, las aplicaciones de esta técnica son muy variadas y bastante prometedoras.
De hecho, cabe recordar que el ARN mensajero también se ha utilizado para la creación de vacunas, como las de Covid-19. El desarrollo de esta técnica, la cual se remonta a la década de los noventa, consiste en que las células pueden producir proteínas específicas, “a la carta”, introduciendo una secuencia de Ácido Ribonucleico (ARN) sintética.
Por consiguiente, su utilización no solamente se limita a la producción de vacunas, sino que también sirve para la aplicación de terapias personalizadas para tratar el cáncer (por ejemplo, ahora es posible entrenar al sistema inmunológico para atacar tumores específicos); o bien para tratar algunas enfermedades genéticas y metabólicas.
En lo que concierne a la utilización de ARN mensajero -junto con la proteína Dsup presente en los tardígrados– en humanos, los científicos tienen la esperanza de que no solamente se limite a tratamientos contra el cáncer, sino que también pueda servir para hacernos más resistentes a los efectos de la radiación producidos por la explosión de una bomba atómica; y, en el caso de los astronautas, para que la radiación presente en el espacio no les afecte tanto.
Todo esto, sin duda, resulta esperanzador.
Fuente: aristeguinoticias.com