Los nematomorfos son un grupo de seres parecidos a la crin de caballo que carecen de boca y de ano, y que necesitan parasitar a otros animales para sobrevivir
Los nematomorfos son un extraño grupo formado por más de 300 especies de gusanos parecidos a las crines de caballo. En apariencia, son unos seres simples y, en cierta manera, así es: no tienen ano, ni nariz, ni boca, ni venas, lo que les empuja hacia un modo de vida parasitario. Pero lo que más llama la atención de estos gusanos es lo que pasa después de que colonicen a sus víctimas: les inducen al suicidio. Ahora, un grupo de científicos del Museo Field de Historia Natural, en colaboración con la Universidad de Harvard y la Universidad de Copenhague, han descubierto una nueva característica de estos extraños seres: les falta alrededor de un 30% de genes comunes en todos los animales y que los investigadores esperaban encontrar. Las conclusiones se acaban de publicar en la revista ‘Current Biology’.
Los huevos de estos gusanos eclosionan en el agua (tanto dulce como salada). De ahí, insectos y crustáceos, como grillos, escarabajos o mantis religiosas, los ingieren sin darse cuenta. Entonces, las larvas crecen en su interior, alimentándose de ellos. Cuando llegan a la madurez, manipulan el comportamiento de sus anfitriones (según algunos estudios, la clave estaría en unas moléculas que pueden influir en el sistema nervioso de su hospedador), induciéndoles al suicidio para que se tiren al agua, donde se ahogan. En ese momento, salen por su aparato excretor en busca de una pareja con la que aparearse, anudarse en una forma característica que recuerda al nudo gordiano (de ahí el nombre del género, Gordius), y comenzar el nuevo ciclo.
Los autores del nuevo estudio querían comprobar qué historia contaba el ADN de estas criaturas, por lo que se centraron en desentrañar su genoma. «Nunca se había secuenciado nada como este grupo a este nivel -señala Tauana Cunha, investigadora postdoctoral del Museo Field-. El objetivo era producir esos genomas y eventualmente usarlos para comprender las relaciones evolutivas entre los nematomorfos y otros tipos de animales».
El grupo tomó muestras de ADN de dos especies de gusanos, una de agua dulce y otra de agua salada, y las secuenciaron. Pero cuando compararon los códigos genéticos de estos seres con los de otros animales, encontraron algo sorprendente: «Ambos genomas del gusano les faltaba alrededor del 30% de un conjunto de genes que se esperaba que estuvieran presentes básicamente en todos los grupos de animales», dice Cunha.
Estos genes inexistentes eran los correspondientes a los que dan las instrucciones para crear cilios, unas pequeñas estructuras a nivel celular presentes en casi todos los animales, también en algunas plantas e incluso hongos. Nosotros mismos también tenemos cilios; por ejemplo, las colas de los espermatozoides son cilios o las células de la retina de nuestros ojos también los poseen.
Pistas anteriores
En realidad, ya había pistas de que este tipo de gusanos podían no tener cilios: un trabajo anterior comprobó que su esperma no poseía cola; pero eso no se consideró una prueba definitiva de que no los tuvieran. «Sin los genomas, esto requeriría observar todas las células en todas las etapas de la vida en todas las especies», explica Bruno de Medeiros, conservador de insectos polinizadores en el Field Museum y coautor del artículo.
Además, el hecho de que tanto la especie de gusano de agua dulce como la marina hayan perdido los genes de los cilios indica que este cambio evolutivo ocurrió en el pasado remoto del ancestro común de las dos especies. «Es probable que la pérdida haya ocurrido al principio de la evolución del grupo, y simplemente han estado actuando así», dice Cunha.
Nuevas preguntas
El hallazgo abre la puerta a varias preguntas nuevas. No está claro cómo la falta de cilios ha afectado a estas especies o si el comportamiento parasitario de los gusanos podría estar relacionado con la falta de ellos. «Hay muchos otros organismos parásitos a los que no les faltan estos genes específicos, por lo que no podemos decir que es lo que provoca que sean así», dice Cunha. «Sin embargo, a los organismos parásitos en general a menudo les faltan muchos genes. Se plantea la hipótesis de que debido a que los parásitos no usan ciertas estructuras y, en cambio, dependen de sus anfitriones, terminan perdiendo esas estructuras».
Los nematomorfos no son los únicos parásitos capaces de ‘controlar la mente’ de sus víctimas; se trata de un comportamiento que surge en protozoos como el organismo responsable de la toxoplasmosis, que cuando afecta a los ratones, les infunde de ‘valor’ ante los felinos, y más vulnerable a que sean cazados. También ocurre con el hongo Ophiocordyceps, popular a raíz del videojuego y la serie ‘The Last of Us’, y que en la realidad manipula a las hormigas para que propaguen sus esporas.
Si bien estos organismos solo tienen una relación lejana con los gusanos del cabello, Cunha dice que el nuevo estudio podría ayudar a los científicos a encontrar hilos comunes sobre cómo funciona este comportamiento. «Al hacer este análisis comparativo entre organismos, en el futuro podríamos buscar similitudes. O tal vez estos organismos desarrollaron comportamientos similares en formas completamente diferentes entre sí», señala Cunha.
Fuente: abc.es