Científicos de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) han detectado 131 genes de resistencia a antibióticos, que convierten a algunos microorganismos en superbacterias muy tenaces frente a los tratamientos, en el suelo de una región ártica.
El hallazgo se ha producido en testigos de terreno extraídos en la isla de Spitsbergen, en el archipiélago de Svalbard (Noruega), que hasta ahora se consideraba prístina frente a este tipo de contaminación.
«Las regiones polares están entre los ecosistemas de la Tierra que se supone que son prístinos, y que nos permiten situar un umbral de referencia de la era previa a los antibióticos, con la finalidad de comprender la tasa de expansión de la polución de genes de resistencia», ha dicho en un comunicado David Graham, director de la investigación.
Pero los resultados del estudio, que han sido publicados en la revista Environmental International, muestran que solo algunos puntos de la región de la ensenada de Kongsfjorden, en la isla de Spitsbergen, siguen siendo prístinos.
Los científicos han detectado allí genes de resistencia a antibióticos que se han localizado en India, a casi 13.000 kilómetros de distancia. Entre ellos destaca blaNDM-1, un gen detectado en ambientes hospitalarios en 2008, en aguas urbanas y superficiales en 2010, y que proporciona resistencia múltiple o multirresistencia a antibióticos. Desde entonces, blaNDM-1 se ha detectado en más de 100 países, a veces en la forma de nuevas variantes.
Genes
Todos estos genes causan preocupación porque su presencia indica que existen microbios o fragmentos de ADN que le confieren resistencia a microorganismos frente a los tratamientos contras las infecciones.
El gen blaNDM-1 destaca porque confiere resistencia frente a las carbapenemas, uno de los tipos de antibióticos que se usan como último recurso cuando todos los demás han fallado. En la actualidad, existen pocos antibióticos para luchar contra las bacterias que han adquirido este gen de resistencia.
En concreto, la investigación de Graham ha localizado 131 genes asociados con nueve tipos de antibióticos usados para tratar muchas infecciones.
Por ejemplo, se detectó un gen que le confiere resistencia al bacilo causante de la tuberculosis en todas las muestras de suelo, mientras que el gen blaNDM-1 se encontró en el 60% de los testigos.
Transmisión vía pájaros
Según ha dicho Graham, estos genes pueden haber llegado a lo suelos del Ártico sobre todo a través de las heces de los pájaros y de la llegada de otros animales, puesto que los humanos rara vez visitan la zona.
«Menos de tres años después de haber detectado por primera vez la presencia de blaNDM-1 en las aguas urbanas de India, estamos encontrándolo a miles de kilómetros de distancia en una zona donde ha habido un impacto humano mínimo», ha explicado el investigador.
«La invasión de zonas como el ártico refuerza la idea de lo eficaz y rápida que se ha hecho la expansión de la resistencia a antibióticos, lo que confirma que a las soluciones a este problema deben ser globales y no locales», ha incidido.
De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la resistencia a los antibióticos es toda una crisis global, y una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo.
Los humanos han acelerado la investigación
«Lo que los humanos han hecho a través del exceso de utilización de los antibióticos, en todo el mundo, es acelerar la tasa de evolución –de las bacterias– creando un nuevo universo de cepas resistentes que no habían existido hasta ahora», ha explicado Graham.
La consecuencia es que, mientras que las bacterias naturales lo tienen fácil para adaptarse y hacerse resistentes, hay pocos antibióticos en desarrollo porque, «sencillamente, no es rentable hacerlos», según Graham.
Para evitar el grave problema de la resistencia a los antibióticos, este científico ha propuesto no solo mejorar la gestión de la medicina y de la agricultura, sino también estudiar mejor la transmisión de este fenómeno a través del agua y de los suelos.
Fuente: ambientum.com