Durante años, aprendimos en el colegio que el sistema solar está formado por nueve planetas: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. Con el tiempo, este último fue arrancado de la lista, tras comprobarse que se trataba de un planeta enano, pero su lugar quedó vacante, a la espera de un nuevo objeto que sí reuniera los requisitos para ocuparlo.
La idea cobró aún más fuerza en 2016, cuando un equipo de Caltech descubrió evidencias de la posible existencia de Phattie, un planeta que también podría poner fin a la ya centenaria búsqueda del lejano planeta X, iniciada a principios del siglo XX por el millonario aficionado a la astronomía Percival Lowell.
Por eso, muchos investigadores han pasado todo este tiempo tratando de localizar objetos lejanos en el sistema solar, tanto planetas como cualquier astro cuya órbita pueda dar pistas sobre la influencia de un planeta cercano. Hasta ahora, el objeto más lejano que se había detectado es el planeta enano Eris, ubicado a una distancia de 96 unidades astronómicas. Sin embargo, un nuevo hallazgo, llevado a cabo por astrónomos de tres universidades distintas, pulveriza el récord, subiendo un nuevo ganador a lo más alto del pódium.
En un lugar muy muy lejano
Se conoce como unidad astronómica a la distancia que separa a la Tierra del Sol. Por lo tanto, se puede decir que la distancia que nos separa de Eris es 96 veces mayor que la que nos separa del Sol. Plutón, considerado hasta no hace mucho como el planeta más lejano del sistema solar, se encontraba a 34 unidades astronómicas, una cifra bastante baja, en comparación con Eris o con El Goblin, otro objeto hallado hace apenas un par de meses, a una distancia de aproximadamente 80 unidades astronómicas.
Pero mucho más lejos que todos ellos está el objeto cuyo descubrimiento ha sido anunciado hoy mismo, de la mano del Minor Planet Center, de la Unión Astronómico Internacional. Bautizado provisionalmente como 2018 VG18, se encuentra a una distancia de 120 unidades astronómicas, lo que le ha valido el apodo de Farout, por su gran lejanía.
Fue detectado por primera vez el pasado 10 de noviembre con el telescopio japonés Subaru, ubicado en la cima de Mauna Kea, en Hawai. Sin embargo, para confirmar su existencia fue necesario volver a localizarlo, esta vez durante el mes de diciembre, en el telescopio Magellan del Observatorio Las Campanas de Carnegie, en Chile. Los tres científicos responsables de su hallazgo fueron Scott S. Sheppard, de Carnegie Science, David Tholen, de la Universidad de Hawai, y Chad Trujillo, de la Universidad de Arizona del Norte.
Los primeros datos sobre Farout
Las primeras observaciones han valido para comprobar que este objeto tiene un diámetro de 500 km, lo que lo convierte posiblemente en un planeta enano, de forma esférica. Su color es rosado, quizás por la presencia de hielo, y su velocidad de órbita tan lenta que tarda aproximadamente 1.000 años en dar una vuelta completa al Sol.
Hasta ahora no se ha podido analizar si su órbitapodría estar influida por la presencia de un posible planeta X cercano. Esto sí pudo comprobarse tras el hallazgo este año del El Goblin, cuya órbita es coherente con la influencia de un planeta X invisible, de un tamaño similar al de una súper-tierra. De cualquier modo, y a falta de dar respuesta a esta incógnita, su hallazgo demuestra que los últimos avances en las tecnologías de observación empleadas en observatorios de todo el mundo están llevando al ser humano a poder alcanzar con su vista las franjas de nuestro sistema solar ubicadas mucho más allá de Plutón. Sin duda, allá fuera queda aún muchísimo por descubrir.
Fuente: hipertextual.com