Icono del sitio INVDES

Descubren cómo el cerebro reconoce los objetos

Descubren cómo el cerebro reconoce los objetos

El cerebro humano trabaja con 49 propiedades que le permiten separar las características de los objetos que percibe en su entorno y luego volverlas a unir, para de esa forma reconocer las cosas y darles un uso o función.

Un grupo de neurocientíficos del Instituto Max Planck ha logrado descubrir un conjunto de 49 propiedades que utiliza el cerebro humano para reconocer los objetos que percibe, clasificarlos y darles un uso concreto. De acuerdo a una nota de prensa, con ese acotado conjunto de propiedades es posible reconocer casi cualquier objeto con presencia en la vida cotidiana.

Los especialistas ya sabían que el cerebro reconoce los objetos mediante su separación en distintas propiedades, para luego volver a integrarlas y darles un sentido. Sin embargo, se preguntaron si frente a la enorme cantidad de elementos que necesitamos reconocer y clasificar sería posible categorizar nuestro mundo de acuerdo con criterios simples, a través de un conjunto reducido de propiedades.

La habilidad de reconocimiento de objetos es una de las condiciones básicas para poder relacionarnos con el mundo que nos rodea. Si tenemos enfrente una mesa debemos saber que sirve para apoyar elementos como platos o vasos, o si colocamos sobre ella un jarrón necesitamos entender que se ha ubicado allí para contener a nuestras flores favoritas.

En otras palabras, asignamos usos y funciones a las cosas de acuerdo a un conjunto de propiedades y características que también nos permiten relacionarlas y categorizarlas: sabemos que los gatos y los perros son mascotas y no artículos de cocina, comprendemos que las manzanas y las peras son frutas y no dispositivos electrónicos. Ordenamos nuestro mundo en función de estas categorías, al igual que de acuerdo a propiedades de los elementos: suavidad, aspereza, tamaño, color, altura, forma…

Mapeo y reconocimiento

El “mapeo” que realiza el cerebro para otorgarle sentido al entorno requiere de una permanente comparación entre los datos que ingresan por nuestros sentidos y la información que ya tenemos asimilada y acumulada. De esta forma, coteja el nuevo material recibido desde un medio externo con todas las propiedades, características y categorías que ya conoce, clasificando así la “novedad” y dándole un lugar en la estructura mental que ordena la realidad.

Por ejemplo, si vemos por primera vez una especie de insecto que no conocemos, distinguimos en él una serie de propiedades que nos permiten reconocerlo como un insecto: presencia de alas, zumbido, cola, ojos de gran tamaño, caparazón, patas… Los investigadores llevaron adelante un estudio publicado en Nature Human Behaviour para distinguir precisamente las propiedades que emplea en mayor medida el cerebro para reconocer los objetos.

Los científicos trabajaron con alrededor de 2.000 imágenes de objetos representativos de la mayoría de las cosas que se encuentran en nuestro entorno, agrupándolas en tríadas que fueron mostrando a los participantes. En una ocasión podían mostrarles un perro, un pez y un gato; en otra un perro, un pez y una naranja.

El propósito era identificar las propiedades que llevan a las personas a reconocer un objeto como “extraño” o a agruparlo como parte de una misma categoría. En consecuencia, los participantes distinguían al perro y al pez como animales y a la naranja como fruta, aunque en otras combinaciones entraron en juego visiones más subjetivas, como por ejemplo el carácter “esponjoso” de un objeto o el grado de su rigidez.

Un sistema simplificado de propiedades

Los expertos probaron casi un millón y medio de combinaciones de tres objetos, contando con la colaboración de casi 5.500 participantes. Posteriormente crearon un modelo informático destinado a clasificar todas las propiedades informadas por los participantes, arribando a las 49 que son suficientes para categorizar prácticamente todos los objetos de la vida cotidiana.

Según Martin Hebart, autor principal del artículo científico que resume la investigación y líder del estudio, “los resultados muestran que en realidad se necesitan sorprendentemente pocas dimensiones para caracterizar todos los objetos en nuestro entorno». Además, indicó que el hallazgo podrá emplearse en nuevos enfoques terapéuticos, para tratar patologías en las cuales los pacientes presentan dificultades para reconocer ciertos elementos u objetos de la realidad.

Fuente: tendencias21.levante-emv.com

Salir de la versión móvil