Los astronautas dejan muchas cosas atrás, pero las bacterias se quedan con ellos. Las condiciones extremas de vuelo espacial pueden obligar a estas bacterias a endurecerse, al mismo tiempo que disminuyen las defensas inmunológicas de la tripulación aislada y estresada. Estos efectos, y el riesgo de infección, crecen con la duración de la misión.
Ahora, investigadores han dado otro pequeño paso hacia la exploración del espacio profundo, probando un nuevo recubrimiento antimicrobiano a base de plata y rutenio a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI).
Publicado en Frontiers in Microbiology, su estudio muestra que el ‘AGXX’ redujo drásticamente el número de bacterias en las superficies propensas a la contaminación, y podría ayudar a proteger a los futuros astronautas más allá de la Luna y Marte.
La microgravedad, la radiación cósmica y el estrés psicológico, es decir, las condiciones terrenales en la EEI crean una tormenta perfecta de debilitamiento del sistema inmunitario y fortalecimiento de bacterias, que pueden poner en riesgo a su tripulación.
“Los vuelos espaciales pueden convertir bacterias inofensivas en patógenos potenciales”, dice la autora principal del estudio, la profesora Elisabeth Grohmann, de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Berlín, en Alemania.
“Al igual que las hormonas del estrés dejan a los astronautas vulnerables a las infecciones, las bacterias que transportan se vuelven más resistentes, desarrollan recubrimientos protectores gruesos y resistencia a los antibióticos, y se vuelven más vigorosos, se multiplican y metabolizan más rápido”, añade.
Para empeorar las cosas, los genes responsables de estos nuevos rasgos se pueden compartir fácilmente entre diferentes especies de bacterias, a través del contacto directo o en la ‘matriz’ de limo que secretan, creando nuevos tipos dañinos.
Para abordar este problema, Grohmann y sus colegas probaron un nuevo recubrimiento antimicrobiano, ‘AGXX’, en una superficie propensa a la contaminación a bordo de la EEI: la puerta del baño.
“AGXX’ contiene plata y rutenio, condicionado por un derivado de la vitamina, y mata todo tipo de bacterias, así como ciertos hongos, levaduras y virus. Los efectos son similares a los de la lejía, excepto que el recubrimiento se auto regenera para que nunca se agote”, explica Grohmann.
La plata en sí misma se ha utilizado desde la prehistoria para prevenir el crecimiento microbiano. Hoy en día se encuentra en todo, desde calcetines hasta piscinas, por lo que tal vez las bacterias resistentes hayan comenzado a aparecer. ‘AGXX’ es uno de los últimos intentos de revitalizar este antiguo antimicrobiano.
Un rayo de esperanza
El recubrimiento ‘AGXX’ demostró ser altamente efectivo. “Después de seis meses de exposición en la EEI, bacterias de las superficies recubiertas con AGXX no se recuperaron”, informa Grohmann.
Incluso a los 12 y 19 meses, se recuperaron sólo 12 bacterias, una reducción del 80 por ciento en comparación con el acero desnudo. Un revestimiento de plata regular probado para comparar tuvo solo un ligero efecto antimicrobiano, reduciendo el número de bacterias en un 30 por ciento en comparación con el acero.
“Con el tiempo de exposición prolongado, algunas bacterias escaparon a la acción antimicrobiana. Los materiales de prueba antimicrobianos son superficies estáticas, donde las células muertas, partículas de polvo y desechos celulares pueden acumularse con el tiempo e interferir con el contacto directo entre la superficie antimicrobiana y las bacterias”, detalla.
“Lo más importante es que no se encontraron patógenos humanos serios en ninguna superficie. Por lo tanto, el riesgo de infección para el equipo de la EEI actualmente es bajo”, enfatiza Grohmann.
Sin embargo, todos los aislamientos bacterianos fueron capaces de formar recubrimientos viscosos que evadían la inmunidad, y la mayoría eran resistentes a al menos tres antibióticos. También pudieron compartir los genes responsables.
“La inmunosupresión, la virulencia bacteriana y, por lo tanto, el riesgo de infección aumentan con la duración del vuelo espacial.
Debemos continuar desarrollando nuevos enfoques para combatir las infecciones bacterianas si queremos intentar misiones más largas a Marte y más allá”, concluye Grohmann, añadiendo que continuarán analizando el rendimiento antimicrobiano de ‘AGXX’.
Fuente: EP