Las personas son sometidas a distintos estímulos desde el primer momento en que nacen, siendo el cerebro el principal órgano del cuerpo que capta, interpreta y recodifica información sobre su entorno, las relaciones sociales y toda experiencia vivida
La cantidad de información que puede retener una persona en su cerebro varía no sólo en cada una de ellas sino también en la clase de evento episódico que se busca memorizar. Esta particularidad hace que se trate de una variable difícil de explicar mediante números, señala el artículo Memoria mínima para detalles en eventos de la vida real publicado en la revista Nature.
Algunos estudios mencionan la capacidad humana de retener masivamente miles de imágenes e información detallada dentro de la vida real, aunque otros sugieren que tales estímulos suelen socavar en recuerdos lábiles.
¿Cuánto tiempo le toma al cerebro memorizar un hábito?
Para investigar cómo se forman los hábitos a largo plazo en la vida cotidiana, una investigación a cargo de la Revista Europea de Psicología Social (European Journal of Social Psychology en inglés) estudió el período de tiempo que las personas necesitan para automatizar una acción en un determinado número de días (12 semanas en el caso del estudio).
La investigación, llamada “Cómo se forman los hábitos: modelando la formación de hábitos en el mundo real”, determinó que las personas requieren un total de 18 a 254 días para alcanzar el 95% de automaticidad en la memorización de un hábito. Sin embargo, el promedio de las personas sometidas al estudio consiguió adaptar la acción a su vida cotidiana a los 66 días de trascurrido el estudio; concluyendo que el lapso de tiempo aumenta o disminuye en base a la complejidad del hábito a adquirir.
Cómo se forma y almacena un recuerdo
Un artículo publicado por National Geographic en el año 2019 acerca de la memoria humana menciona tres tipos de recuerdos que las personas pueden conservar. Tales memorias pueden tratarse tanto de actividades rutinarias, como así también laborales o recuerdos emocionales y vivenciales. Estos son:
- Recuerdos a corto plazo: pueden durar desde segundos hasta horas.
- Recuerdos a largo plazo: pueden demorar años en ser olvidados.
- La memoria de trabajo: es capaz de almacenar información repetitiva.
Las primeras conjeturas científicas acerca del funcionamiento del recuerdo humano explican que el cerebro está compuesto por una serie de neuronas o células nerviosas denominadas ensamblaje de células. Éstas, se disparan en búsqueda de un estímulo específico hasta entrar en reposo. De tal modo que, cuando una nueva experiencia activa la célula nerviosa, ésta se dispara junto a otras en forma de recuerdo.
Por ejemplo, cuando una persona repite varias veces un número telefónico, está haciendo uso de su memoria de trabajo. En el caso de las memorias a corto plazo, necesitan fortalecerse más para desencadenar luego en un recuerdo a largo plazo mediante un proceso cerebral llamado consolidación de la memoria. Esta actividad modifica el ensamblaje de células mencionado anteriormente para hacerlos crecer y comunicarse con otras áreas nerviosas de la mente.
Tomar breves descansos ayuda al cerebro a aprender
La constancia es una virtud a la hora de realizar determinadas actividades artísticas y académicas. Aprender la partitura de una nueva pieza musical, por ejemplo, puede fortalecerse en la memoria si el músico toma un descanso despierto de la práctica habitual repetitiva. Un estudio del año 2021 a cargo del Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos y respaldado por el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS según siglas en inglés); muestra cómo tomar descansos breves puede ayudar al cerebro a aprender nuevas habilidades.
Los investigadores de NINDS trazaron un mapa de la actividad cerebral que fluye cuando los pacientes del estudio tenían que escribir un código numérico de cinco dígitos tantas veces como fuera posible durante diez segundos. Luego, se les daba un descanso por el mismo lapso de tiempo y la posibilidad de repetir esa actividad un total de 35 veces. “Nuestros resultados respaldan la idea de que el descanso despierto juega un papel tan importante como la práctica en el aprendizaje de una nueva habilidad”, detalló uno de los principales investigadores del Instituto a cargo.
El equipo descubrió que la región cerebral de mayor actividad en el procedimiento ocurría en las áreas sensoriomotoras del cerebro, responsables de provocar los movimientos corporales. Sin embargo, se sorprendieron al descubrir que el hipocampo y la corteza entorrinal también presentaban actividad nerviosa en el procedimiento.
“Nuestros resultados sugieren que estas regiones interactúan rápidamente con la corteza sensoriomotora cuando aprenden este tipo de habilidades”, señala el estudio, concluyendo que el descanso despierto puede ser una herramienta poderosa para ayudar a las personas a adquirir nuevas habilidades.
Fuente: nationalgeographicla.com