¿Oído, vista, olfato, gusto o tacto? Lo cierto es que cuando el ser humano está en sus momentos finales, a punto de perder la consciencia, solo es capaz de una cosa
Se trata del más grande misterio que asola a la humanidad. Las preguntas sobre la muerte recorre todas las culturas, todos los siglos y está en nuestro ADN evolutivo. De hecho, tomar consciencia de ella es un rasgo que nos distingue de otras especies. Solo hay un destino único y universal para todos nosotros, y ese es el horizonte amargo de saber que un día dejaremos de existir. Y, a este respecto, hay preguntas que, a pesar de los avances científicos y tecnológicos, quizá nunca lleguemos a resolver.
Pero hay otras cuestiones que sí se han conseguido demostrar, y una de ellas versa sobre el último sentido que perdemos antes de dejar de tener consciencia. Varios estudios confirman que se trata del oído, de ahí la importancia de acompañar a los moribundos en los últimos momentos para insuflarles palabras de amor y afecto, y así ayudarles a dar su último respiro con calma y de la mejor forma posible.
«Nuestros datos demuestran que un cerebro moribundo puede responder al sonido incluso estando inconsciente»
A principios de este año, un grupo de científicos de la Universidad de la Columbia Británica, en Canadá, llevaron a cabo una investigación sobre el sistema auditivo justo antes de la muerte. Para realizarlo, tomaron de muestra un conjunto de pacientes que atravesaban por sus últimos momentos de vida del hospital St John’s de Vancouver, junto con un grupo de control formado por personas sanas. Así, la doctora Elizabeth Blundon monitoreó su actividad cerebral a partir de electroenfecalogramas (EEG), el cual sirve para detectar las respuestas eléctricas del cerebro a estímulos externos, publicando más tarde sus resultados en la revista Scientific Reports.
Llega incluso después de morir
Las muestras se tomaron tanto en momentos en los que las personas estaban vivas como después de haber perdido la consciencia. Los científicos les reprodujeron sonidos comunes y sonidos extraños, haciendo lo mismo con las personas sanas. Al final del experimento, el grupo de investigadores se sorprendió porque, al comparar ambas respuestas cerebrales, ambas eran muy similares. De esta forma, concluyeron que, efectivamente, las personas todavía podían oír incluso cuando estaban perdiendo la consciencia.
«Hay un momento en el que quienes fallecen de forma natural entran en una fase de poca respuesta cerebral, pero aún pueden oír»
«Nuestros datos demuestran que un cerebro moribundo puede responder al sonido, incluso estando inconsciente, hasta sus últimos segundos de vida», asevera Blundon. «Hay un momento en el que quienes fallecen de forma natural entran en una fase de poca respuesta cerebral, pero aún pueden oír». Los investigadores no saben, sin embargo, si el cerebro puede llegar a interpretar las señales auditivas, tan solo que las recoge. Es decir, no se sabe hasta qué punto las personas pueden llegar a comprender lo que oyen, tan solo lo escuchan.
Una de las hipótesis que barajan algunos científicos como Romayne Gallagher, coauotora del estudio, es que existe algún grado de consciencia en esos últimos segundos antes de entrar de lleno en la no consciencia. Según ella, hay reacciones muy positivas en pacientes a punto de morir que escuchaban voces de personas conocidas y muy queridas por ellos a lo largo de su vida, como recoge la revista Exploring Your Mind. Sin embargo, esto solo es una mera posibilidad.
«Esta investigación ofrece pruebas de que el sonido de la voz de los seres queridos ofrece calma y consuelo cuando los pacientes terminales mueren», recalca Gallagher en declaraciones recogidas por IFL Science. «Y, para mí, esto me parece un hallazgo muy significativo, ya que significa mucho para un paciente recibir ese último adiós y que tenga la capacidad mental de poder recibirlo».
No es el primer estudio que aborda este tema. En 2017, Sam Parnia, doctor de la Universidad de Nueva York, se percató que muchos pacientes que habían tenido experiencias cercanas a la muerte tras darles un infarto mantenían un mínimo de actividad cerebral incluso después de que el cuerpo se encontrara clínicamente muerto. Así, el doctor opina que la muerte es un mero proceso, y no solo un momento repentino: cuando los pulmones dejan de respirar y el corazón de latir, sigue habiendo actividad cerebral, por mínima que sea, y persiste durante al menos tres minutos más. Lo más curioso es que no se sabe si la persona llega a ser consciente de que se está muriendo, aunque Parnia cree que sí.
Fuente: elconfidencial.com