Mientras que las agencias espaciales se van preparando para enviar a humanos a la Luna, ingenieros y científicos tratan de diseñar máquinas capaces de excavar galerías subterráneas destinadas a acoger a los futuros habitantes del satélite terrestre.
“El espacio vuelve a convertirse en una pasión para muchos, hay debates sobre la vuelta a la Luna, y esta vez para quedarse ahí”, explica a la Afp el experto iraní-estadunidense Jamal Rostami, al margen del World Tunnel Congress, que este año se organizó en Nápoles, en el sur de Italia.
La administración del presidente Donald Trump desea que la NASA envíe hombres a la Luna para 2024, y la agencia espacial estadunidense trabaja en los planos de la estación Gateway, que en principio servirá de base avanzada para las exploraciones lejanas, incluyendo a Marte, y facilitar la exploración y la explotación de la propia Luna.
Por su parte, los multimillonarios estadunidenses Elon Musk y Jeff Bezos se comprometieron entusiasmados en la carrera por los lanzamientos militares, civiles o comerciales hacia la Luna. De momento, el proyecto de cohete SpaceX de Elon Musk es el mejor posicionado en esta batalla tecnológica.
Las difíciles condiciones que imperan en la superficie lunar obligarán a los humanos, una vez que lleguen, a protegerse de la radiación cósmica y del hielo en estructuras capaces de mantener una presión atmosférica idéntica a la de la Tierra.
También tendrá que ser resistente a los meteoritos. “Imaginen un objeto del tamaño de mi puño, como un trozo de roca, que llega hasta a 10 o 12 kilómetros por segundo. Nada podría resistir a eso”, asegura Jamal Rostami, que está al frente del Earth Mechanics Institute de la escuela de Minas de Colorado.
“Todo proyecto de hábitat lunar implica, pues, la excavación de una zanja, crear una estructura y cubrirla con una suerte de regolito, el polvo que cubre la superficie de la Luna”, precisó.
Para perforar el suelo lunar, los científicos apuestan por el uso de una máquina ya utilizada en la Tierra, una perforadora gigante, para crear espacios habitables o una red de galerías conectadas entre sí.
El análisis de las imágenes de la superficie muestra, además, la presencia de tubos de lava gigantes, verdaderos escudos contra las radiaciones, que podrían albergar dentro de un tiempo grandes ciudades lunares.
Preciada agua
“Llevar un kilo de materia de la tierra a la Luna cuesta muy caro y nuestras máquinas pesan cientos de toneladas, así que no es posible enviarlas allí así como están”, explica Rostami.
“Tendremos pues que modificarlas, optimizar sus componentes, que sean menos pesadas y ofrezcan mayor rendimiento”, añade.
Las máquinas también deberán estar completamente automatizadas y sus eventuales reparaciones deberán reducirse al mínimo, lo que constituye un verdadero desafío cuando se trata de instrumentos que perforan la roca y que están sometidos a un importante desgaste.
Además, las necesidades colosales de energía eléctrica de una perforadora de casi cuatro metros de diámetro plantea otro reto a los científicos que estudian el diseño de centrales nucleares pequeñas capaces de alimentar esas máquinas.
Según las estimaciones del American United Launch Alliance (una empresa estadunidense creada por Boeing y Lockheed Martin), esta nueva exploración lunar debería costar 2 mil 700 millones de dólares y permitir, para 2050, que mil personas vivan en la Luna o en la órbita de nuestro satélite.
En cuanto a los rumores que dicen que los primeros colonos lunares podrían utilizar sus aparatos para extraer metales preciosos, como el oro, Jamal Rostami los descarta.
“Habrá otra prioridad, mucho más preciada que el oro, la de ir a buscar agua, de la que sabemos que existe en gran cantidad en los polos lunares, donde la temperatura puede bajar hasta los -190 grados Celsius”, asegura el científico.
Otra de las opciones que se barajan sería recalentar la cara de la Luna que siempre se encuentra en la oscuridad para capturar el vapor de agua a continuación.
También se está estudiando la posibilidad de extraer agua en forma de hielo y transportarla a algún lugar donde descongelarla.
Fuente: Afp