La aceleradora de start-ups Y Combinator (YC) es famosa por apoyar a empresas innovadoras a través de su popular programa de entrenamiento de tres meses. Pero nunca había tenido a ningún candidato como la start-up Nectome.
La próxima semana, en los «días de demostraciones» de YC, el cofundador de Nectome Robert McIntyre describirá su tecnología para preservar cerebros a un nivel de detalle microscópico mediante un proceso de embalsamamiento de alta tecnología. Ese día McIntyre, graduado del MIT (EE. UU.), hará su presentación comercial. Como dice su página web: «¿Y si le dijéramos que podemos hacer una copia de seguridad de su mente?».
Así que, sí. Nectome es una empresa de almacenamiento de cerebros. Su solución química puede mantener un cuerpo intacto durante cientos de años, incluso miles, como una estatua de vidrio congelado. La idea es que, algún día, los científicos podrán escanear un cerebro encapsulado para convertirlo en una simulación de ordenador. De esa forma, una versión de usted, aunque no será exactamente usted, volverá a oler las flores en un servidor de datos.
Aunque la propuesta tiene un lado bastante espeluznante. Para que el procedimiento de Nectome funcione es esencial que el cerebro esté fresco. La compañía dice que su plan es conectar a las personas con enfermedades terminales a una máquina de corazón y pulmón para bombear su mezcla de químicos embalsamadores a las grandes arterias carótidas del cuello mientras aún están vivos (aunque bajo anestesia general).
La compañía ha consultado con abogados especializados en la Ley de Opción de Fin de la Vida de California (EE. UU.), que tiene dos años de antigüedad. La norma permite el suicidio asistido por un médico para pacientes terminales, y cree que su servicio podrá ampararse en ella. McIntyre afirma que su servicio es «100 % mortal» y por esto han logrado «una posición excepcional entre las compañías de Y Combinator».
Ya hay lista de espera
La conservación de cerebros resultará familiar a los lectores de los libros de Ray Kurzweil u otra literatura futurista. Puede que ya esté convencido de que la inmortalidad en forma de programa de ordenador llegará a hacerse realidad. O tal vez crea que el transhumanismo (el término general para este tipo de conceptos) no es más que una forma de religión de alta tecnología que se aprovecha del miedo de la gente a la muerte.
Sea como sea, no debería perder de vista a Nectome. La compañía ha ganado un gran subsidio federal y está colaborando con el destacado neurocientífico del MIT Edward Boyden. Además, su técnica acaba de solicitar un premio científico valorado en casi 65.000 euros por preservar tan bien el cerebro de un cerdo que cada sinapsis dentro de él se podía visualizar en un microscopio electrónico.
En científico informático McIntyre y su cofundador Michael McCanna han seguido el manual del emprendedor tecnológico con una eficiencia macabra. «La experiencia de usuario será idéntica a la de un suicidio asistido por un médico. El producto resultará atractivo para las personas que crean que funciona», dice McIntyre.
El servicio de almacenamiento cerebral de Nectome todavía no está a la venta y puede que no lo esté hasta dentro de varios años. Todavía no hay pruebas de que los recuerdos se puedan conservar y recuperar del tejido muerto. Pero la compañía ha descubierto una forma de probar su producto en el mercado. Como si del fabricante de vehículos eléctricos Tesla se tratara, Nectome está invitando a posibles clientes a unirse a una lista de espera para evaluar el nivel de demanda. Para apuntarse hay que pagar un depósito de unos 8.000 euros, reembolsables si el usuario cambia de opinión.
De momento ya hay 25 personas en esta lista. Una de ellas es uno de los creadores del programa Y Combinator, el inversor de 32 años Sam Altman. El voluntario le dijo a MIT Technology Review que está bastante seguro de que las mentes llegarán a digitalizarse mientras él viva. Y matiza: «Supongo que mi cerebro se preservará en la nube».
Un nuevo enfoque para una idea vieja
El negocio de almacenamiento cerebral no es nuevo. En Arizona (EE. UU.), Alcor Life Extension Foundation tiene más de 150 cuerpos y cabezas en nitrógeno líquido, incluidos los del gran jugador de béisbol Ted Williams. Pero existe un debate sobre si las técnicas de criogenización provocan daños irreparables en el cerebro.
Varios años antes, McIntyre, que después trabajaría con el criobiólogo Greg Fahy en una compañía llamada 21st Century Medicine, desarrolló un nuevo método que combina el embalsamamiento con la criogenia. El método resultó efectivo para preservar todo el cerebro a nivel nanométrico, incluido el conectoma (la red de sinapsis que conecta a las neuronas).
Un mapa del conectoma podría ser la base para recrear la conciencia de una persona concreta, según el neurocientífico presidente de la Fundación de la Conservación Cerebral, Ken Hayworth. Este mismo mes, la organización ha reconocido el trabajo de McIntyre y Fahy con un premio por preservar el cerebro de un cerdo.
A diferencia de la opinión de Alcor, esta técnica no pretende devolver a la vida el tejido conservado. En lugar de eso, la idea es recuperar la información presente en el diseño anatómico del cerebro y los detalles moleculares. «Un cerebro muerto es como un ordenador apagado, pero eso no significa que la información no esté allí», dice Hayworth.
El conectoma cerebral es increíblemente complejo; un solo nervio puede estar conectado a otros 8.000 nervios, y el cerebro contiene millones de células. Hoy en día, obtener imágenes de las conexiones que hay en un simple milímetro cuadrado del cerebro de un ratón es una tarea abrumadora. Pero Hayworth opina: «Puede que sea posible en 100 años. Personalmente, si me enfrentara una enfermedad terminal, probablemente elegiría la eutanasia [con este método]».
Un cerebro humano
El equipo de Nectome demostró que iba en serio en enero, cuando McIntyre, McCanna y un patólogo que habían contratado pasaron varias semanas en un Airbnb en Portland (EE. UU.) para comprar un cuerpo recién fallecido. En febrero, obtuvieron el cadáver de una anciana y empezaron el proceso de preservado solo 2,5 horas después de su muerte. Fue la primera demostración de su técnica en un cerebro humano y a la que han bautizado como criopreservación estabilizada con aldehído.
El fundador de Aeternitas, Fineas Lupeiu, especializada en las gestiones necesarias para que una persona done su cuerpo a la ciencia, confirma que fue él quien les proporcionó el cadáver. Aunque no ha revelado la edad de la mujer ni la causa de la muerte. Tampoco ha dicho cuánto cobró por ello.
El procedimiento de conservación, que dura unas seis horas, se llevó a cabo en un depósito de cadáveres. McIntyre detalla: «Puede pensar en lo que hacemos como una forma elegante de embalsamamiento que conserva no solo los detalles externos sino también los internos». Afirma que el cerebro de esa mujer es «uno de los mejor conservados de la historia», aunque el hecho de que llevara muerta unas horas provocó daños en el cerebro. El órgano no será almacenado indefinidamente, ya que el equipo lo está cortando en láminas finas como el papel, las cuales fotografía con un microscopio electrónico.
McIntyre dice que este caso intentaba demostrar en qué podría convertirse el servicio de preservación de la compañía. Su objetivo en un futuro próximo es probar la técnica en una persona que planee un suicidio asistido por un médico debido a una enfermedad terminal.
Hayworth cree que Nectome no debe ofrecer su servicio comercial hasta que su protocolo planificado haya sido publicado en una revista médica. El objetivo es que «la comunidad médica y ética pueda tener una ronda completa de discusión», apunta.
El experto detalla: «Si al igual que yo, usted cree que la ‘carga’ de la mente va a suceder, no es tan controvertido. Pero hay quien podría pensar que se está alentando a la gente para que se suicide con le objetivo de preservar su cerebro». Considera que McIntyre camina en «una línea muy fina» al pedirle a la gente que pague para unirse a una lista de espera. De hecho, «tal vez ya la ha cruzado», apunta.
¿Una idea loca?
Algunos científicos afirman que el almacenamiento y reanimación cerebral no es más que un fraude. En un artículo para MIT Technology Review de 2015, el neurocientífico de la Universidad McGill (Canadá) Michael Hendricks, denunció la «lamentable falsa esperanza» de los transhumanistas que prometen la resurrección mediante técnicas que la tecnología probablemente nunca podrá ofrecer.
Tras revisar el sitio web de Nectome esta misma semana, Hendricks afirmó: «Agobiar a las generaciones futuras con nuestros bancos de cerebros es cómicamente arrogante. ¿No les estamos dejando ya con suficientes problemas? Espero que la gente del futuro sienta consternación al saber que en el siglo XXI, las personas más ricas y acomodadas de la historia gastaban su dinero y sus recursos tratando de vivir para siempre sobre las espaldas de sus descendientes. Quiero decir, es una broma, ¿verdad? Son los malos de la película».
Sin embargo, Nectome ha recibido muchos apoyos para su tecnología. Hasta ahora ha recaudado cerca de 800.000 euros en fondos, incluidos los casi 100.000 euros que Y Combinator proporciona a todas las compañías que acepta. También ha ganado una subvención federal de alrededor de 775.000 euros del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos para la «conservación e imágenes a escala nanométrica de todo el cerebro», cuyo texto prevé una «oportunidad comercial para ofrecer la preservación del cerebro» para fines que incluyen la investigación farmacológica.
Alrededor de un tercio de los fondos de la subvención se están invirtiendo en el laboratorio del conocido neurocientífico del MIT Edward Boyden. El investigador explica que está intentando combinar el procedimiento de preservación de McIntyre con una técnica inventada por el MIT, la microscopía de expansión, que hace que el tejido cerebral se hinche entre 10 y 20 veces frente a su tamaño normal, lo que facilita algunos tipos de mediciones.
Le pregunté a Boyden qué opina sobre la preservación del cerebro como un servicio y respondió: «Creo que siempre y cuando estén al tanto de lo que sabemos y lo que no sabemos, la preservación de la información en el cerebro podría ser muy útil».
Las incógnitas, por supuesto, son importantes. No solo nadie sabe qué es la conciencia (por lo que será difícil saber si una simulación tiene alguna), sino que tampoco está claro qué estructuras cerebrales y detalles moleculares necesitan conservarse para preservar un recuerdo o una personalidad. ¿Es solo la sinapsis o es cada molécula fugaz? «En última instancia, para responder a esta pregunta hacen falta datos», dice Boyden.
El día de la demostración
Nectome ha estado afinando su campo de acción para las demostraciones en Y Combinator. Ha intentado resumir sus ideas en dos minutos para presentarlas ante un grupo de inversores de élite. Su elemento clave consiste en enseñar la propia imagen del cerebro de la anciana, aunque a algunos les parece una idea algo desagradable. La compañía también ha cambiado su lema corporativo, en lugar de «Archivamos tu mente», ahora se llama «Comprometidos con el objetivo de archivar tu mente», para dar una impresión menos exagerada de las cosas que promete.
McIntyre cree que su compañía está siguiendo la tradición de las nuevas empresas de «ciencia dura» que abordan problemas difíciles como la computación cuántica. El responsable detalla: «Esas compañías tampoco pueden vender nada todavía, pero hay mucho interés en tecnologías que podrían ser revolucionarias si llegan a funcionar. Creo que la preservación del cerebro tiene un potencial comercial increíble».
También tiene en cuenta la afirmación de que los empresarios deben desarrollar productos que ellos mismos quieran usar. Y cree que tiene buenas razones para guardar una copia de sí mismo en alguna parte, y también copias de otras personas.
El responsable concluye: «Hay mucho debate filosófico, pero para mí una simulación es lo suficientemente cercana como para que valga la pena. Y hay un aspecto humanitario mucho más amplio en todo esto. En este momento, cuando una generación de personas muere, perdemos toda su sabiduría colectiva. Se puede transmitir ses conocimiento a la próxima generación, pero es más difícil transmitir sabiduría, esta se aprende. Sus hijos tienen que aprender de los mismos errores que usted. Esto funcionó bien durante algún un tiempo, pero cada generación es más poderosa que la anterior. El inmenso potencial de lo que podemos hacer aumenta, pero la sabiduría no».
Fuente: technologyreview.es