La técnica utilizada podría permitir identificar además la localización exacta del hielo de agua en la Luna
Un nuevo estudio ha combinado datos de radar planetario y otras observaciones para confirmar la presencia de “bolsas” de hielo en la región polar de Mercurio, en forma de depósitos. La nueva metodología podría ser útil para precisar la ubicación del hielo de agua en la Luna.
Investigadores de Estados Unidos y la India han confirmado la presencia de depósitos de hielo en la región polar de Mercurio, al integrar cartografía de radar planetario, mapeo por láser y otras tecnologías, que también hicieron posible determinar la localización de las “bolsas” de hielo y parte de sus características. Aunque se conocía la existencia de estas acumulaciones de hielo en Mercurio desde la década de 1990, es la primera vez que logran identificarse con máxima precisión.
De acuerdo a un artículo publicado en Universe Today, el mismo enfoque podría ser empleado en otros contextos, por ejemplo para saber dónde se ubica exactamente el hielo de agua en la Luna. El nuevo estudio ha sido publicado recientemente en The Planetary Science Journal y fue liderado por el Dr. Edgard G. Rivera-Valentín, del Lunar and Planetary Institute (LPI), en Estados Unidos.
Descubrimientos encadenados
En el Sistema Solar, Mercurio es el planeta más cercano al astro rey, además de ser el más pequeño. Conforma el grupo de los denominados planetas interiores y no posee satélites naturales, de la misma forma que Venus. Como Mercurio presenta una órbita inferior a la de la Tierra, tenemos la posibilidad de observarlo cuando pasa periódicamente por delante del Sol, gracias a un fenómeno llamado tránsito astronómico.
En 1960 se logró medir las órbitas de Venus y Mercurio utilizando la técnica de radar planetario, que ahora los investigadores han profundizado y combinado con otras tecnologías en el nuevo estudio. Básicamente, un radar funciona enviando una señal de radio a un objeto: parte de esas señales rebotan, y ese “retorno” permite saber qué tan lejos se encuentra ese objeto y hacia dónde se mueve. En el caso del radar planetario, se emite una señal de radio a un planeta y luego se analiza la señal dispersa que ha “rebotado”, empleando para ello un radiotelescopio con la sensibilidad necesaria.
Sobre 1990, la técnica de radar planetario fue utilizada para cartografiar la superficie de Mercurio, descubriendo en ese momento bolsas de hielo cerca de los polos del planeta. Pero como los mapas de radar no fueron lo suficientemente precisos, no fue posible determinar exactamente dónde se encontraba el hielo, ni tampoco conocer sus características. En 2012, otros estudios volvieron a confirmar la presencia de hielo en los cráteres polares: los astrónomos creían que debía estar resguardado de la luz del Sol en las zonas más ocultas y oscuras de los cráteres.
La historia continuó en 2019, cuando el radiotelescopio de Arecibo (que colapsaría un año después) emitió una fuerte señal de radio hacia Mercurio. A partir de los datos de esa señal, los astrónomos lograron confeccionar un mapa de radio más detallado del planeta, incluidas las regiones polares donde se ubican las bolsas de hielo. En el marco del nuevo estudio, estos datos se combinaron con un mapeo por láser realizado por la nave espacial Messenger de la NASA, que orbitó Mercurio entre 2011 y 2015.
Hielo puro
Al integrar todas estas observaciones y datos, los científicos pudieron confirmar que las regiones que aparecen más brillantes en el mapa de radar pertenecen efectivamente a los depósitos de hielo. Aunque generalmente se aprecian de esta forma porque reflejan una mayor cantidad de luz solar, es necesario descartar otras posibilidades antes de confirmar que se trata de bolsas de hielo.
Los especialistas pudieron determinar que gran parte del hielo de Mercurio se encuentra en condiciones de máxima pureza, aunque al mismo tiempo existen otros depósitos cercanos que presentan otras concentraciones. Se cree que podría tratarse de hielo de agua, mezclado entre restos de fragmentos rocosos originados luego del impacto de algún cuerpo o por efecto de variaciones térmicas en los cráteres.
Fuente: Tendencias21