Muchos conocen el relato que cuenta que a Newton se le cayó una manzana en la cabeza y, entonces, tuvo una gran revelación. Esta anécdota tiene su cuota de verdad, aunque lo más sorprendente es que ese árbol aun vive y tiene clones dispersos por el mundo.
El investigador del Instituto Balseiro y del CONICET Guillermo Abramson comentó a la Agencia CTyS-UNLAM: “Parece increíble que aquel árbol histórico aun vive y tiene más de 300 años, pero también puede sorprender a muchos que, en el Instituto Balseiro, aquí en Bariloche, tenemos un clon del manzano de Newton”.
“Es un árbol hermoso, un árbol grande, lleno de follaje, que en primavera se llena de flores y en otoño se llena de manzanas”, describió el doctor Abramson. Y agregó: “Nosotros vemos caer sus manzanas tal como Newton las veía caer en el jardín de la casa de su madre”.
El investigador contó que, el año pasado, con estos frutos, preparó una mermelada que le salió muy rica. “Las manzanas no son particularmente sabrosas, pero son buenas para cocinar”, observó. Pertenecen a una variedad llamada Flower of Kent, documentada desde los tiempos de Shakespeare, pero muy rara en la actualidad.
Son manzanas más bien chicas y de piel verde con manchas irregulares de un rojo carmesí. “Son ideales para hacer tartas de manzanas también”, indicó el físico con la agudeza de un masterchef. Así pues, Abramson y Newton, siglos mediante, han probado del mismo árbol del conocimiento.
En el año 1665, a causa de la peste bubónica que se cobró la vida de una quinta parte de la población de Londres y que provocó el cierre de la Universidad de Cambridge, el pelilargo Isaac Newton, de solo 23 años, retornó a la casa de su madre -ubicada en Woolsthorpe, una aldea entre Cambridge y Nottingham- donde estaba (y aun está) ese manzano inspirador.
Y allí tuvo su denominado año milagroso. “Durante los 18 meses que estuvo en la casa de su madre, Newton tuvo un montón de ideas geniales, no solo sobre la gravitación universal, sino también sobre las leyes de la mecánica, sobre la óptica, y revolucionó la matemática al inventar el cálculo infinitesimal”, enumeró Abramson, quien recientemente ha publicado el libro En el Cielo las estrellas, editado por la Universidad Nacional de Cuyo.
Respecto a Newton y la manzana, Abramson aclaró: “Aunque parezca curiosa la anécdota, el mismo Newton se la comentó a varios de sus amigos y no hay motivos para imaginar que la haya inventado, pero eso no quiere decir que le cayó una manzana en la cabeza, tuvo una conmoción cerebral y ahí le ocurrió la idea sobre la gravitación universal”.
“Estando en el jardín, sentado en actitud contemplativa, el veía caer las manzanas y notó que la misma fuerza que atraía a la manzanas hacia el centro de la Tierra, también atraía a la Luna hacia nuestro planeta, haciendo que ésta se mantuviera en su órbita”, explicó el investigador del Balseiro y del CONICET.
La proliferación de los clones
Los árboles nacen y mueren de pie, aunque es posible que el árbol de Newton nunca muera. Ocurre que este histórico manzano, solo en Argentina, tiene dos clones más; y hay decenas de otros retoños distribuidos por distintos países del mundo que aseguran su posteridad.
Aquellos que deseen conocer personalmente este árbol histórico, pueden visitarlo cuando estén Bariloche, pero también tienen la opción de contemplarlo al mejor estilo Newton en Buenos Aires, puesto que hay un clon en el Centro Atómico Constituyentes, más precisamente en el Laboratorio Tandar, y una réplica más en la Sede Central de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
Según precisó Abramson, en la Biblioteca del Centro Atómico Bariloche está toda la documentación que acredita el trámite para la obtención de los clones de dicho manzano. Todo comenzó cuando, en 1979, el entonces presidente de la CNEA Carlos Castro Madero se enteró de la posibilidad de obtener un retoño del árbol de Newton.
El árbol original no se propagó por semilla, sino de manera vegetativa. En efecto, todos los retoños comparten el mismo material genético y fueron declarados idénticos por los expertos manzanólogos. “Estrictamente, son clones; nuestro manzano no es un descendiente; es el mismo árbol”, afirmó Abramson.
En ese sentido, se puede decir que el árbol de Newton vive en Argentina. También, en la casa de la madre del científico en Inglaterra y en los cientos de otros lugares alrededor del mundo a donde se han llevado sus retoños. Por eso, si bien sabemos que los árboles mueren de pie, es posible que el árbol de Newton nunca muera.
Fuente: cyts.com