Una de las aspiraciones más altisonantes de la ciencia ficción se basa en el hecho de mantener con vida la mente humana fuera del cuerpo, y aunque resulte difícil de creer, se están dando pasos en ese sentido. En lo que sin duda resulta un experimento controversial, un equipo de investigadores afirma haber encontrado la manera de mantener “vivos” cerebros de cerdo sin cuerpo hasta por 36 horas.
La hazaña, que en opinión de algunos expertos desafía la noción de muerte, podría ofrecer a los investigadores nuevas formas de estudiar cerebros y adquirir a una mejora radical de nuestra comprensión acerca del funcionamiento del cerebro humano.
El experimento fue descrito el 28 de marzo en una reunión realizada en el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos. Durante el evento el neurocientífico Nenad Sestan, profesor en la Universidad de Yale, dijo que la técnica probablemente funcionaría en cualquier especie, incluidos los primates, manifestando: “Esto probablemente no sea exclusivo de los cerdos”.
De acuerdo con el informe, los investigadores obtuvieron entre 100 y 200 cabezas de cerdos del matadero. Luego, utilizando un complejo sistema que llamaron BrainEx, el cual está compuesto por bombas, calentadores y bolsas de sangre artificial a temperatura corporal, restauraron la circulación al cerebro cuatro horas después de la decapitación.
La técnica superó las expectativas. Al respecto los investigadores expresaron:
“No hubo evidencia de que los cerebros de cerdo incorpóreos recobraran la conciencia; sin embargo, encontramos que miles de millones de células individuales estaban saludables y capaces de tener actividad normal, los que nos pareció un resultado alucinante e inesperado”.
No hay planes para conectar un cerebro humano a este sistema, pero los órganos de los cerdos y humanos son lo suficientemente similares como para pensar que podría funcionar.
Desde el punto de vista meramente científico, se trata de un gran avance en el entorno de la microcirculación; es decir, hacer que la sangre llegue a las partes más pequeñas del sistema circulatorio. Por lo tanto, es probable que esta investigación se use para preservar mejor los trasplantes de órganos e incluso para investigar órganos enfermos.
Pero la investigación tiene implicaciones no sólo sobre cómo los científicos entienden el cerebro, sino que también podría cambiar la forma en que percibimos la muerte, la conciencia y otras nociones asociadas con el pensamiento y la conciencia, lo que lógicamente enciende las alarmas éticas.
Al respecto el profesor Sestan y otros 16 científicos publicaron un editorialafirmando la necesidad de establecer directrices éticas para la investigación del tejido cerebral.
Fuente: tekcrispy.com