Científicos del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (13A) de la Universidad de Zaragoza y el Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC) han descubierto que las células tantean su entorno para explorarlo y la detección de cambios es fundamental en el desarrollo embrionario o la proliferación tumoral.
Los científicos de ambos centros explicaron que el proceso mediante el cual las células son capaces de percibir su entorno está regulado por la detección de fuerzas. Esta es una de las principales conclusiones de este estudio publicado en la revista ‘Nature’.
El investigador principal y miembro del IBEC, Pere Roca-Cusachs, explicó que “en nuestra investigación hemos determinado cómo las células detectan la posición de las moléculas de su entorno con precisión nanométrica. Al adherirse a estas moléculas, las células aplican una fuerza que pueden detectar. Como esta fuerza depende de la distribución espacial de dichas moléculas, esto permite a las células tantear su entorno. De alguna manera, sería equivalente a reconocer la cara de alguien a oscuras resiguiéndola con una mano, más que viendo la persona”.
La interacción entre las células y su microentorno celular es esencial para mantener la función de cualquier tejido y, de hecho, la detección de cambios en el entorno celular es fundamental en cualquier escenario donde haya una remodelación de tejido, como puede ser el desarrollo embrionario, la proliferación tumoral o el proceso con el cual se cierra una herida.
Además, los investigadores comprobaron que al modificar las condiciones del entorno de la célula (rigidez y distribución de las moléculas que forman la matriz extracelular) se puede controlar la respuesta de adherencia de la célula e, incluso, definir un rango en el cual la célula se adhiere y fuera del cual no lo hace. Este resultado, apunta Roca-Cusachs, “puede ser especialmente relevante en procesos tumorales, dado que está bastante aceptado que una mayor rigidez está relacionada con una mayor activación de los oncogenes”.
Este estudio, en el que también han colaborado el Instituto Max Planck y la Universidad Heidelberg en Alemania, ha sido financiado por la Comisión Europea, el Ministerio de Economía y Competitividad de España, el Consejo Europeo de Investigación, la Fundación Bancaria “la Caixa”, la Fundación la Marató de Tv3 y la Fundación Alemana de Ciencias.
Fuente: ecodiario.eleconomista.es