Cuando el viaje comenzó, la tripulación no sospechaba que el recorrido terminaría de una manera milagrosa.
El 8 de agosto de 1914 el barco Endurance zarpó del puerto de Plymouth, en el suroeste de Inglaterra rumbo a Buenos Aires, Argentina. Allí, el resto de la tripulación subiría a bordo.
Pero su destino final era la Antártica.
Y en esa dirección partió el 5 de diciembre de 1914, después de hacer una parada en las islas de Georgia del Sur, un territorio británico al sur del Océano Atlántico.
El objetivo de su capitán, el marino mercante británico Ernest Shackleton, era desembarcar en el continente y atravesarlo de costa a costa.
En enero de 1915 llegaron al Mar de Weddell, y después de soportar un viento inclemente durante 6 días, la nave quedó atrapada en el hielo comprimido a su alrededor por la fuerza de la corriente de aire.
La historia apenas comenzaba.
De vuelta al futuro
Y ahora, en 2018, más de 100 años después, un grupo de científicos se prepara para recuperar el barco.
El objetivo primario de la expedición es estudiar la inmensa plataforma de hielo conocida como Larsen C, en el noroeste de Antártica. Fue de esa zona que se desprendió un iceberg gigante, con una dimensión de 6.000 km2, en julio de 2017.
Las últimas coordenadas que se tienen de la ubicación del barco corresponden al área en la que se encuentra en Larsen C, así que los científicos aprovecharán la oportunidad para intentar encontrar al emblemático Endurance.
«Utilizaremos vehículos submarinos autónomos (…) que pueden navegar debajo del hielo y hacer un reconocimiento del lecho marino», afirma Julian Dowdeswell, director del Instituto de Investigación Polar Scott, en Cambridge, Reino Unido, a cargo de la coordinación de la misión.
Pero la misión no es fácil. Los témpanos de hielo que flotan en el Mar de Weddell son de gran tamaño y difíciles de atravesar, como descubrieron Shackleton y sus compañeros.
Atrapados
En febrero de 1915, cuando los 27 marineros a bordo del Endurance se dieron cuenta de que el hielo alrededor de la nave no permitía que se moviese, intentaron liberarla de distintas maneras.
Pero no lo lograron. En febrero de 1915 asumieron que lo más probable era que tuvieran que pasar el invierno austral de ese año a la deriva.
Los 10 meses que siguieron, estuvieron a merced del inclemente viento del Polo Sur y las corrientes marinas que movían la enorme masa de hielo en la que estaban atrapados.
«Terrible calamidad la que azota al barco que ha sido nuestro hogar por los últimos meses… no tenemos techo y estamos a la deriva sobre el hielo marino», escribió el fotógrafo australiano Frank Hurley, quien estaba a bordo del Endurance.
En octubre de 1915, la presión del hielo era tal, que el agua empezó a entrar al barco, por lo que la tripulación se vio obligada a abandonarlo. No tuvieron opción sino acampar en la superficie congelada que tenían alrededor.
«Fue una experiencia aterradora», le dijo a la BBC la historiadora antártica Meredith Hooper, quien curó una exposición acerca de la nave hace un par de años.
Y prosigue: «Tenían que mover sus tiendas de campaña hasta dos veces en una noche. Oían cómo el hielo se rompía. Y escuchaban el sufrimiento del barco, que parecía que lloraba, como un animal herido».
Finalmente, el 21 de noviembre de 1915, el barco se hundió.
El regreso
En abril de 1916, la tripulación logró huir en tres botes salvavidas y empezó una helada travesía que los llevaría a la inhabitada Isla Elefante, flanqueada al norte por el Paso de Drake y al sur por el Mar de Waddell.
Fueron necesarios 7 días para llegar a la costa de la pequeña isla cubierta con montañas nevadas. Milagrosamente, toda la tripulación sobrevivió.
Poco después de llegar, Shackleton y cinco miembros de la tripulación zarparon de nuevo rumbo a Georgia del Sur para organizar el rescate del resto de los marineros… les esperaba un trayecto de más de 1.200 kilómetros.
Lo lograron, y después de dar a conocer la odisea que vivieron, lograron regresar a la Isla Elefante en agosto de 1916 para llevar a tierra firme al resto de la tripulación.
Eventualmente fueron rescatados por el rompehielos Yelcho, de la Armada de Chile, y fue así como llegaron a Punta Arenas, en la Patagonia chilena. La revista «Sucesos» documentó el momento en octubre de 1916.
«La historia tuvo un final feliz, pero a cada minuto estuvo en riesgo de terminar siendo un desastre», concluye Hooper.
Fuente: BBC