Un equipo de investigadores de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) ha llevado a cabo el primer estudio sobre cómo interactúan los cerebros de los bebés y los adultos cuando juegan, y han encontrado similitudes en su actividad neuronal. En otras palabras, se podría decir que están en la ‘misma longitud de onda’, experimentando una actividad similar en las mismas regiones del cerebro.
«Mientras se comunican, el adulto y el niño parecen formar un circuito de retroalimentación. Es decir, el cerebro del adulto parece predecir cuándo sonreirán los bebés; los cerebros de los bebés anticipan cuándo el adulto usará un lenguaje más adaptado a él; y ambos cerebros rastrean el contacto visual y la atención a los juguetes. Así que, cuando un bebé y un adulto juegan juntos, sus cerebros se influyen mutuamente de forma dinámica», explica Elise Piazza, la principal autora de este trabajo, que se ha publicado en la revista científica ‘Psychological Science’.
Investigaciones anteriores han mostrado que los cerebros de los adultos se sincronizan cuando ven juntos películas y escuchan historias, pero se sabe poco sobre cómo se desarrolla esta ‘sincronización neuronal’ en los primeros años de vida. Estudiar la comunicación cara a cara en la vida real entre bebés y adultos es bastante difícil. La mayoría de estudios similares hasta ahora implicaban escanear los cerebros de los adultos con imágenes por resonancia magnética funcional (IRMf) en sesiones separadas.
Pero para estudiar la comunicación en tiempo real, los investigadores necesitaban crear un método más accesible para los niños. Por ello, los investigadores desarrollaron un nuevo sistema de neuroimagen cerebral dual que usa espectroscopia funcional de infrarrojo cercano (fNIRS), que es «altamente seguro» y registra la oxigenación en la sangre como un sustituto de la actividad neural.
Esta herramienta permitió a los investigadores registrar la coordinación neuronal entre los bebés y un adulto mientras jugaban con juguetes, cantaban canciones y leían un libro. Un mismo adulto interactuó con 18 bebés entre los 9 y los 15 meses que participaron en la investigación.
El experimento tenía dos partes. En una, el adulto pasó cinco minutos interactuando directamente con un niño, jugando con juguetes, cantando canciones infantiles o leyendo, mientras el niño se sentaba en el regazo de sus padres. En la otra, el adulto del experimento le contó un cuento a otro adulto mientras el niño jugaba tranquilamente con su padre o madre.
El dispositivo recogió datos de 57 canales del cerebro que se sabe que están involucrados en la predicción, el procesamiento del lenguaje y la comprensión de las perspectivas de otras personas. Cuando observaron los datos, los investigadores encontraron que durante las sesiones cara a cara, los cerebros de los bebés estaban sincronizados con el cerebro del adulto en varias áreas que se sabe que están involucradas en la comprensión. Según los científicos, esta interacción «tal vez podría ayudar a los niños a decodificar el significado general de una historia o a analizar los motivos del adulto que les lee».
Cuando el adulto y el niño se alejaban el uno del otro y se relacionaban con otras personas, la sincronización entre ellos desaparecía. Esto encajaba con las expectativas de los investigadores, pero los datos «revelaron otras sorpresas». Por ejemplo, la mayor sincronización ocurrió en la corteza prefrontal, que está involucrada en el aprendizaje, la planificación y el funcionamiento ejecutivo, y que anteriormente se pensaba que estaba bastante subdesarrollada durante la infancia.
«También nos sorprendió encontrar que el cerebro infantil a menudo ‘guiaba’ al cerebro adulto por unos segundos, lo que sugiere que los bebés no solo reciben información de forma pasiva, sino que pueden guiar a los adultos hacia lo siguiente en lo que se van a centrar: qué juguete recoger, qué palabras decir», explica otro de los responsables del trabajo, Lew-Williams.
Fuente: elespectador.com / EP