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¿Capa de diamante en el subsuelo de Mercurio?

Prosigue el debate en la comunidad científica a raíz de un estudio sobre geología del planeta Mercurio que se hizo público el pasado mes de junio. El detalle que en seguida llamó la atención es la posibilidad de que en el subsuelo de Mercurio exista una capa de diamante que podría tener hasta varios kilómetros de grosor.

El estudio es obra de un equipo integrado, entre otros, por Yongjiang Xu, del Centro de Investigación Avanzada en Ciencia y Tecnología de Altas Presiones en Pekín, China, y Bernard Charlier, de la Universidad de Lieja en Bélgica. Se titula “A diamond-bearing core-mantle boundary on Mercury”. Y se publicó en la revista académica Nature Communications.

La investigación tuvo su punto de partida en datos recolectados por la sonda espacial MESSENGER de la NASA, la primera en visitar Mercurio después de los más de 30 años transcurridos desde la misión de la Mariner 10, también de la NASA, que fue la primera nave en visitar el planeta. Lanzada al espacio en 2004, la MESSENGER llevó a cabo un largo viaje interplanetario, llegando a Mercurio en 2011. Allí se convirtió en la primera nave que se puso en órbita alrededor de ese planeta. Durante los cuatro años que pasó observando Mercurio desde su órbita, cartografió toda la superficie del planeta, descubrió abundante hielo de agua en zonas de sombra situadas en los polos y recolectó muchos datos nuevos y reveladores sobre la geología de Mercurio y su campo magnético. En 2015, acabó su misión estrellándose contra la superficie del planeta a una velocidad de unos 14.000 kilómetros por hora, creando un cráter en el punto de impacto.

En el transcurso de su labor de observación, la MESSENGER detectó una notable abundancia de carbono en Mercurio. Una interpretación de ello es que se trata del remanente de una antigua corteza flotante de grafito, y que el núcleo planetario y el océano de magma estaban saturados de carbono.

Xu, Charlier y sus colegas recurrieron a experimentos con materiales análogos a los presentes de forma natural en Mercurio, en el transcurso de los cuales los sometieron a presiones y temperaturas muy elevadas, y también se valieron de modelos termodinámicos, todo lo cual les permitió simular las condiciones en Mercurio durante una época temprana de su historia, y la evolución experimentada por el planeta desde entonces.

Una de las conclusiones a las que llegaron los autores del estudio es que, bajo ciertas circunstancias, que es plausible que se dieran en Mercurio aunque resultan estadísticamente poco probables, la formación de un núcleo interno sólido en el planeta pudo hacer que se formase una capa de diamante y que esta se volviera más gruesa con el paso del tiempo.

Esa capa de diamante estaría ubicada en la frontera entre el núcleo y el manto del planeta. Concretamente se asentaría encima del núcleo externo líquido. Y se estima que tendría un papel relevante en la generación del campo magnético de Mercurio.

El grosor de esa capa de diamante podría ser de entre un centenar de metros y unos 20 kilómetros, aunque hay muchas incertezas al respecto.

Al ser el diamante un material carísimo en nuestra sociedad, es inevitable dejar volar la imaginación y pensar en el tesoro colosal, incomparable con cualquier otro de la historia de la humanidad, que podría estar aguardándonos en Mercurio, y a las joyas inconmensurablemente caras que podrían elaborarse con los diamantes de Mercurio.

Fuente: noticiasdelaciencia.com

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