Estás en la cama leyendo tranquilamente y de repente te miras el brazo. Tienes dos picaduras de mosquito en una zona que hace cinco minutos estaba en perfecto estado. ¿Cómo demonios lo hacen para que siempre lleguemos tarde a la escena del crimen?
Lo cierto es que estos insectos son capaces de llenarse la “barriga” con nuestra sangre y huir por donde han llegado sin que nos demos cuenta. Para poner fin al misterio de su huida, los investigadores decidieron llevar a cabo un curioso experimento: a través de cámaras capaces de disparar a 125.000 fotogramas por segundo, descubrieron los pasos de esta hazaña de los insectos.
No fue fácil. Según explicó Sofía Chang, de la Universidad de California, y una de las autoras del estudio, tuvieron que filmar a más de 600 mosquitos de la familia Anopheles coluzzii para obtener unos resultados convincentes.
Finalmente, los investigadores fueron capaces de capturar la secuencia de despegue, desde el momento en que terminan el festín hasta que inician las maniobras de huida. El equipo analizó 32 videos de mosquitos llenos de sangre y 31 mosquitos no alimentados, luego creó representaciones en 3D de los movimientos de las alas para determinar las fuerzas aerodinámicas y de sustentación que conllevan.
El trabajo se ha publicado en The Journal of Experimental Biology y es bastante sorprendente. Resulta que la estrategia de despegue del mosquito es lo opuesto a la mayoría de los otros insectos (o aves). Por ejemplo, una mosca utiliza sus patas para saltar al aire antes de batir sus alas, una operación eficiente, aunque algo torpe, ya que suele llamar la atención.
En cambio, los mosquitos aceleran sus alas con hasta 600 aleteos por segundo, aproximadamente tres veces más rápido que la mayoría de los otros insectos, zumbando alrededor de 30 milisegundos antes de elevarse en el aire. Además, también cambian su ángulo para poder barrer su ala a lo largo de una distancia más larga y crear algo más de sustentación de lo normal.
Esto crea alrededor del 60% de la fuerza necesaria para volar en el aire antes de huir. Según uno de los autores, Pierre-Louis Florian Muijres :
La otra cosa es que tienen estas patas tan largas con las que pueden extenderse. Pueden dividir las fuerzas que necesitan para distribuirlas a una pata durante un período de tiempo más largo.
Finalmente, el proceso les lleva a un despegue tan suave que casi no produce fuerza en la piel del huésped, evitando que el insecto tropiece con los nervios y evite la detección. Para Muijres:
En lugar de ir rápido, se toman su tiempo, aunque aceleran todo el rato para alcanzar una velocidad final casi igual a la de la mosca. Esto es algo que podría ser exclusivo de los mosquitos, y tal vez incluso exclusivo de los que se alimentan de sangre.
Así que la próxima vez que llegues tarde a la escena del crimen, recuerda que la culpa no es tuya. Los malditos insectos han conseguido desarrollar una increíble aerodinámica de vuelo y sustentación.
Fuente: The Journal of Experimental Biology vía Popular Science