Quién les iba a decir a John y Lesley Brown, un humilde matrimonio inglés cuyo sueño era convertirse en padres, que su empeño por conseguirlo se convertiría en el mayor hito en la historia de la medicina reproductiva en el siglo XX.
El 25 de julio de 1978 nacía el fruto de la perseverancia de estos padres y la habilidad de tres profesionales, Robert Edwards, Patrick Steptoe y Jean Purdy, la mundialmente conocida como “niña probeta”, Louise Brown.
Este miércoles, cuarenta años después, no sería más que otro cumpleaños, de cifra redonda, para Brown, convertida en esposa y madre de familia con una tranquila vida en Bristol (sudeste de Inglaterra), pero se trata del aniversario de lo que ha supuesto la esperanza para millones de parejas con problemas de reproducción.
En estas cuatro décadas de fecundación in vitro (FIV) más de seis millones y medio de bebés han llegado al mundo gracias a esta técnica, en la que el óvulo de la mujer es fecundado con los espermatozoides del hombre fuera del cuerpo de la madre.
Aunque Brown fue la primera niña que nació por FIV, no fue el primer embarazo que se consiguió por esta técnica, que investigadores del Reino Unido, Estados Unidos, India y Australia estudiaron durante los años sesenta y setenta del siglo pasado.
Tal y como explica la exposición “IVF: 6 Million Babies Later” (FIV: 6 Millones de Bebés Después), que el Museo de Ciencias de Londres acoge hasta noviembre, el primer embarazo que se logró por fecundación in vitro se produjo en Australia en el año 1973 pero, tristemente, solo duró unos pocos días.
El alumbramiento de Brown supuso la demostración de que estos experimentos, llevados a cabo durante años sin éxito, al fin daban su fruto y convirtió a los tres responsables de su nacimiento en referentes de la medicina reproductiva (el fisiólogo Robert Edwards llegó a recibir el premio Nobel de Medicina en 2010).
La pequeña recién nacida tuvo que someterse a 60 pruebas para asegurar que gozaba de buena salud y constatar así el triunfo de la fecundación in vitro, para sorpresa de los más escépticos de la época.
Un procedimiento que se ha convertido en habitual para aquellas personas con problemas para concebir un bebé, algo que le sucede a una de cada seis parejas.
La práctica pierde eficacia a medida que aumenta la edad de la mujer. En mujeres menores de 35 años el porcentaje de éxito asciende a un 35 %; entre 35 y 37 años a un 27 %; entre 38 y 39 a un 19%, mientras que a partir de los 40 y hasta los 42 se rebaja a un 13%. Tan solo un 4% de mujeres que se someten a este tratamiento entre los 43 y 44 años consigue tener un bebé y apenas un 2 % lo logra a partir de los 44 años.
Un estudio presentado este mes en el congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Emrbiología (Eshre), reveló que España se mantiene como el país más activo en materia de reproducción asistida en Europa, con un récord de 119.875 tratamientos registrados en 2015, por delante de Rusia, Francia y Alemania.
En España, el primer nacimiento por FIV también fue de una niña, Victoria Anna Perea, que llegó al mundo seis años después que Brown, el 12 de julio de 1984. Ambas recibieron el año pasado el XIII premio “Fundación Dexeus Salud de la Mujer” en Barcelona.
El estudio recoge asimismo que la técnica de inyección intracitoplasmática (ICSI) predomina sobre la de fecundación in vitro (FIV) a nivel mundial.
Cuarenta años después del nacimiento de Brown, sus padres, John y Lesley, ya no están en este mundo (fallecieron en 2006 y 2012, respectivamente) para ver en lo que se ha convertido el FIV, pero han dejado para la historia un legado imborrable.
Fuente: EFE