A principios de la década de 1660, Robert Hooke puso una lámina de corcho bajo su microscopio. Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba formado por unas pequeñas estructuras de forma poliédrica muy similares alas celdillas de un panal. En el 65, publicó Micrographía, una alucinante colección de 50 imágenes en la que por primera vez se hablaba de ‘células’.
Desde entonces, los científicos han estudiado obsesivamente células vivas con microscopios cada vez mejores. El problema es que, durante cientos de años, para obtener imágenes nítidas y poderosas, hemos hecho exactamente lo mismo: cogemos células y las colocamos en un portaobjetos de vidrio o una placa de Petri.
Pero, ¿es eso realista? ¿de verdad tenemos que asumir que las células funcionan exactamente igual en la soledad del microscopio que en la efervescencia química de los organismos completos? ¿No sería mejor mirar directamente? Para rellenar los huecos que dejaba nuestro acercamiento al funcionamiento celular, usamos métodos indirectos; pero Eric Betzig tuvo una idea.
Una ventana al mundo celular
La idea parece sencilla, combinar dos tecnologías ópticas distintas: por un lado, recurrieron a la óptica adaptativa, una técnica que usan los astrónomos para contrarrestar, en tiempo real, los efectos de la atmósfera terrestre en la captura de imágenes espaciales. Por el otro, tiraron de la microscopía de lámina de luz reticular que les permitía reconstruir una imagen 3D de una célula en alta resolución a partir de imágenes en dos dimensiones.
El año pasado y utilizando esta técnica, el equipo de Betzig fue capaz de observar detalles finísimos de los circuitos del nervio espinal, el movimiento de las células cancerígenas o las trayectorias de un grupo de células inmunes atravesando el oído interno del pez cebra.
Las imágenes son, sencillamente, alucinantes y por eso se han vuelto a viralizar estos días. Eso sí, la tecnología dista mucho de ser accesible para laboratorios de todo el mundo. Tampoco es especialmente manejable. Por dar un dato, hablamos de un microscopio de más de tres metros de alto. Este es el siguiente paso, hacer esta tecnología asequible y fácil de usar. Mientras tanto, tendremos que “conformarnos” con estas maravillosas pruebas de concepto.
Fuente: xataka.com