Tras la terapia génica, Yiyi puede escuchar a su madre y bailar al ritmo de la música. Pero, ¿por qué hay tanto ruido por la noche?
Hay un juego muy fácil que Li Xincheng ha estado practicando en casa. Su madre pronuncia unas pocas palabras y la niña de seis años, apodada Yiyi, debe repitir lo que ha oído.
«Las nubes, una a una, florecieron en las montañas», dice Qin Lixue, su madre, mientras se tapa la boca para que Yiyi no pueda leerle los labios.
«Nubes, una, una, florecieron en grandes montañas», intenta repetir Yiyi.
Tras este ejercicio, cuesta creer que Yiyi naciera completamente sorda.
En 2023, su familia, que vive en un bloque de pisos en la ciudad de Dongguan (China), la inscribió en un estudio de un nuevo tipo de terapia génica. Durante el procedimiento, los médicos utilizaron un virus para añadir ADN de sustitución a las células del oído interno de Yiyi, que captan las vibraciones y permiten transmitir el sonido a su cerebro.
En menos de un mes, la niña escuchó por primera vez, según cuenta su madre. Yiyi no puede explicar con palabras lo que siente, pero explica que antes, en el colegio, debía esperar a que otros niños le dijeran que la siesta había terminado. Ahora, puede oír la campana que pone fin a la siesta.
Yiyi forma parte del grupo de niños con sordera que, según los científicos chinos, son las primeras personas a las que han restaurado su vía auditiva en una nueva demostración de las posibilidades de la terapia génica. La hazaña es aún más sorprendente porque, hasta ahora, ningún fármaco había sido capaz de mejorar la audición.
“Fuimos cuidadosos y tuvimos algo de nervios, ya que era la primera del mundo”, afirma Yilai Shu, cirujano y científico de la Universidad de Fudan de Shanghai y quien dirige el experimento. Su equipo comenzó los tratamientos en diciembre de 2022, estuvo años desarrollando las técnicas implicadas y probando inyecciones genéticas en innumerables ratones y cobayas. “Ese era mi proyecto: ¿Cómo hacemos llegar esto al oído interno?”, se preguntaba Shu.
En EE UU y Europa, la terapia génica ha cosechado varios éxitos, como la recuperación de la visión limitada en personas con ceguera genética. El estudio de Shu, en el que se han inscrito hasta 10 niños, será recordado como el primer avance de China en terapia génica, y, hasta ahora, la restauración más espectacular de un sentido perdido.
“Antes del tratamiento, si ponías [a estos niños] en una sala de cine con el sonido más alto, no lo oían”, asegura Zheng-Yi Chen, profesor asociado de Mass Eye and Ear (Boston, EE UU) un hospital afiliado a Harvard, que ayudó a diseñar y planificar el estudio. “Ahora, pueden casi de manera normal el habla humana, y uno de ellos puede oír un susurro”.
Un gran paso
El 27 de octubre en una reunión de la Sociedad Europea de Terapia Génica y Celular en Bruselas (Bélgica), Shu presentó los datos de los cinco primeros niños que habían sido tratados. Cuatro de ellos recuperaron la audición en el oído tratado, aunque el quinto no lo hizo, quizás debido a una inmunidad preexistente al tipo de virus utilizado para introducir el nuevo ADN en el organismo.
«Consideraría una victoria total cualquier mejora de la audición, y conseguir que los pacientes alcancen una pérdida de audición moderada es extraordinario», afirma Lawrence Lustig, médico de la Universidad de Columbia (Nueva York, EE UU) que dirige estudios sobre tratamientos auditivos. «Como primer paso, es increíble».
Sin embargo, el nuevo tratamiento no ayudará a todas las personas con sordera. Solo se aplica a una causa concreta de sordera de nacimiento, un defecto en un gen que produce una proteína llamada otoferlina. El oído interno contiene unas 16.000 células ciliadas, denominadas así porque tienen prolongaciones en forma de peine que vibran a distintas frecuencias de sonido. Sin otoferlina, estas células no pueden transmitir las sustancias químicas que envían la información al cerebro.
«Estos pacientes no tienen señal procedente de las células ciliadas», explica Chen.
Los defectos del gen de la otoferlina son la causa de entre el 1% y el 3% de los casos de sordera congénita, y en China solo se producen unos 900 nuevos casos al año. Es decir, es poco frecuente. Se espera que el éxito de China estimule a los investigadores que trabajan en tratamientos genéticos relacionados. «Este podría ser el fármaco que impulsara la inversión en otras causas de sordera», afirma Lustig.
Romper un gen
El nuevo tratamiento está diseñado para añadir una copia funcional del gen de la otoferlina. Debido al gran tamaño del gen, compuesto por unas 6.000 letras de ADN, hubo que dividirlo en dos partes y cada una de ellas fue empaquetada por separado en millones de copias de un virus inofensivo. A continuación, Shu inyectó los virus cargados en una cámara llena de líquido en una parte de los oídos de los niños, la cóclea.
Una vez dentro del organismo, explica Shu, las dos secciones de ADN se recombinan para formar un gen completo capaz de guiar la producción de la proteína otoferlina que falta.
«Esta técnica no suele realizarse de manera clínica porque el proceso de recombinación puede ser ineficiente», afirma Nicole Paulk, CEO de Siren Biotechnology y experta en este tipo de virus, el adenoasociado o AAV. «Dicho esto, si los datos que han descrito [son] ciertos, se trata de un resultado fantástico».
Shu también cree que el tratamiento puede hacerse más potente, pero afirma que la audición de los niños ya ha mejorado. Pues pasaron de no oír nada por debajo de 95 decibelios, tan alto como una motocicleta, a oír sonidos entre 50 y 55 decibelios, el nivel de una conversación normal.
«Alcanzan entre el 60% y el 65% de la audición común», afirma Shu.
No puedo creer que funcionara
Algunos de los sujetos solo son niños pequeños, que no pueden describir a los médicos cómo son sus primeras experiencias con el sonido. Pero sus padres han observado cambios de comportamiento. Según Shu, un niño que nunca había hablado, ha empezado a decir bàba (papá) y māma (mamá) después del tratamiento. Shu cree que lo ideal sería tratar a los bebés en torno a los 12 meses de edad, un momento clave para el desarrollo del habla.
Yiyi es mayor y, como varios de los niños que han participado en el ensayo hasta ahora, había recibido un implante coclear con anterioridad. Este dispositivo electrónico utiliza un receptor y electrodos para estimular la audición al incidir en el nervio auditivo principal. Yiyi disponía del implante en el oído derecho desde los dos años de edad y ya había aprendido a hablar, aunque su madre asegura que, cuando lo desconecta -el receptor y la batería son externos-, «no oye absolutamente nada».
Eso cambió tras el tratamiento practicado en el oído izquierdo. Unas semanas después, Yiyi pudo oír con naturalidad por ese oído. Aunque su madre se ha dado cuenta que, a veces, desconecta el implante mientras juega con los vecinos.
«Cuando supe del ensayo por primera vez, al principio no creía que fuera real. Pregunté a algunos otorrinolaringólogos y también me dijeron que podía ser irreal», recuerda. Pero tras viajar a Shanghai y conocer a Shu y a otros médicos, decidió inscribir a su hija. «Todavía no me creo que haya funcionado».
Chen cree que la terapia génica podría ofrecer una audición mejor que la que se puede conseguir con un implante. «El implante coclear es la prótesis neural de mayor éxito», afirma, aunque tiene sus limitaciones. Con un implante «se puede oír la música, pero el matiz desaparece por completo; solo se escucha el ritmo. Nosotros oímos el viento en los árboles y el canto de los pájaros, pero [los pacientes con implantes] no. Así que el objetivo ha sido [descubrir] cómo revertir la pérdida de audición», asegura Chen.
Tratar el tipo específico de sordera de Yiyi no fue una decisión casual. Las células ciliadas auditivas responden bien a la terapia génica, ya que absorben el nuevo ADN con facilidad, y no crecen ni se sustituyen a lo largo de la vida. Este es uno de los motivos por el que los ruidos muy fuertes pueden provocar una pérdida de audición permanente: acaban con las células ciliadas. Esto también significa que, si se añade un gen de sustitución a las células, podría permanecer activo durante toda la vida. Aunque Shu advierte que se desconoce durante cuánto tiempo persistirá el efecto.
Ganar la carrera
Este éxito aparente significa que el equipo chino ha ganado la primera vuelta en una carrera en la que participan, al menos, tres empresas biotecnológicas occidentales. Entre ellas se encuentran Akouos, que en 2022 fue adquirida por 500 millones de dólares (465 millones de euros) por Eli Lilly y Decibel Therapeutics, de Regeneron. Ambas empresas han desarrollado ensayos clínicos para terapias génicas dirigidas también al gen de la otoferlina, y Decibel ha tratado al menos a un paciente.
El trabajo de China fue patrocinado por Shanghai Refreshgene Therapeutics, una pequeña empresa biotecnológica. Nova Liu, su fundadora, explicó que el tratamiento de la audición formaba parte de una estrategia para desarrollar terapias génicas con precios razonables. Este podría ser el caso de los tratamientos para los ojos y oídos, ya que inyectar la terapia génica en cualquiera de ellos puede requerir alrededor de una milésima parte de la cantidad de material necesario para administrar esos tratamientos como terapia intravenosa. «En China, el primer elemento de la comercialización es que sea asequible», afirma Liu.
Para Yiyi, oír mejor es una revelación, pero tiene algunos inconvenientes. La familia vive en la 15ª planta de un edificio de apartamentos, pero cerca hay mucho tráfico, cuyo estruendo llega hasta sus ventanas. Antes de la terapia génica, Yiyi desconectaba el implante y no oía nada durante la noche.
Ahora, cuenta su madre, «se queja de que hay demasiado ruido».
Fuente: technologyreview.es