En una piscina universitaria, unos científicos y sus cámaras submarinas observan atentamente cómo una criatura cubierta por una concha, idéntica a las de los extintos amonites, es soltada de las pinzas que la sujetaban. El ente comienza a moverse por sus propios medios, lo que permite a los investigadores hacerse una idea de cómo se movían estos animales cuando poblaban los océanos en grandes cantidades hace muchos millones de años.
Este evento no pertenece a una secuela de la saga Jurassic Park, pero la investigación de la que forma parte sí va encaminada a aprender, por la vía de replicarlos, cómo eran unos seres extintos. En este caso, las réplicas reproducen tan solo la parte mecánica de la anatomía de aquellos animales, ya que se trata de robots, impresos en 3D, diseñados para emular la forma externa y el movimiento de los amonites, animales marinos que precedieron a los dinosaurios y luego fueron contemporáneos a ellos.
Esta llamativa iniciativa es obra del equipo de David Peterman, de la Universidad de Utah en Estados Unidos.
Estos amonites robóticos han permitido a los investigadores explorar cuestiones sobre cómo las formas de los caparazones afectaban a la capacidad de nadar. En los experimentos de locomoción, han encontrado compensaciones entre la estabilidad en el agua y la maniobrabilidad, lo que sugiere que la evolución de los caparazones de amonites exploró diferentes diseños para obtener distintas ventajas en vez de converger hacia un único y perfecto diseño.
Los resultados de las pruebas realizadas indican, por tanto, que no existe una única forma óptima de caparazón para estos animales marinos.
El estudio se titula “Resurrecting extinct cephalopods with biomimetic robots to explore hydrodynamic stability, maneuverability, and physical constraints on life habits”. Y se ha publicado en la revista académica Scientific Reports.
Fuente: noticiasdelaciencia.com