Los científicos que están intentando salvar especies que se hallan al borde de la extinción están recibiendo una ayuda inesperada.
Heather Farrington, del museo de Cincinnati, está usando el ADN de algunos de los especímenes recogidos hace más de 100 años y alojados en sus instalaciones para ayudar a entender la evolución y las tensiones que afrontan los animales actuales.
Farrington dispone de un laboratorio de genética de vanguardia, que ayuda a los investigadores a estudiar las poblaciones de animales con el paso del tiempo. De hecho, los investigadores están utilizando cada vez más el poder del ADN antiguo procedente de viejos especímenes de museos como herramienta para responder preguntas sobre el cambio climático, la pérdida de hábitat y otros problemas que afectan a las poblaciones supervivientes. Se ha usado ADN antiguo para explicar la diversidad del ganado en África y la primera domesticación de caballos salvajes en Asia.
El laboratorio guarda las muestras de ADN en neveras, incluyendo un grupo de ellas que están diseñadas para alcanzar los -80 grados Celsius. Los investigadores pueden identificar la concentración de ADN, amplificar la muestra y secuenciarla para entender el linaje y las relaciones de las especies.
Farrington, junto a los profesores de biología Kenneth Petren y Lucinda Lawson, llevaron a cabo un estudio sobre las poblaciones de pinzones, y para ello examinaron especímenes recogidos hace más de 100 años. Con ello han podido entender mejor cómo han cambiado las poblaciones de pinzones en las Galápagos a lo largo del tiempo.
Fuente: noticiasdelaciencia.com