Minuciosas excavaciones arqueológicas y nuevas pruebas de ADN ancestral han sacado a la luz nuevas revelaciones sobre el primer imperio nómada del mundo, los xiongnu.
Estos experimentados jinetes presentaban una gran diversidad genética y las mujeres alcanzaron los puestos más altos de poder, según un estudio publicado en la revista ‘Science Advances’.
Surgido en la estepa mongola 1.500 años antes que los mongoles, el imperio xiongnu creció hasta convertirse en una de las fuerzas políticas más poderosas de Asia en la Edad de Hierro, extendiendo su alcance e influencia desde Egipto hasta Roma y la China imperial.
Basados económicamente en la ganadería y la producción láctea, los xiongnu eran nómadas y construyeron su imperio a lomos de caballos. Su destreza en la guerra a caballo los convertía en enemigos rápidos y formidables, y sus legendarios conflictos con la China imperial acabaron conduciendo a la construcción de la Gran Muralla.
Sin embargo, a diferencia de sus vecinos, nunca desarrollaron un sistema de escritura y, en consecuencia, los registros históricos sobre ellos han sido casi en su totalidad escritos y transmitidos por sus rivales y enemigos. Dichos relatos, en su mayoría escritos por cronistas de la dinastía Han, proporcionan poca información útil sobre los orígenes de los xiongnu, su ascenso político o su organización social.
Aunque estudios arqueogenéticos recientes han rastreado los orígenes de los xiongnu como entidad política hasta una repentina migración y mezcla de grupos nómadas dispares en el norte de Mongolia hacia el año 200 a.C., estos hallazgos han suscitado más preguntas que respuestas.
Para comprender mejor el funcionamiento interno del aparentemente enigmático imperio Xiongnu, un equipo internacional de investigadores de los Institutos Max Planck de Antropología Evolutiva (MPI-EVA) y Geoantropología (MPI-GEO), en Alemania; la Universidad Nacional de Seúl (Corea del Sur), la Universidad de Michigan y la Universidad de Harvard (Estados Unidos) llevaron a cabo una investigación genética en profundidad de dos cementerios de la élite imperial Xiongnu a lo largo de la frontera occidental del imperio: un cementerio de élite aristocrática en Takhiltyn Khotgor y un cementerio de élite local en Shombuuzyn Belchir.
«Sabíamos que los xiongnu tenían un alto grado de diversidad genética, pero, debido a la falta de datos genómicos a escala comunitaria, seguía sin estar claro si esta diversidad surgía de un mosaico heterogéneo de comunidades localmente homogéneas o si las propias comunidades locales eran genéticamente diversas», explica Juhyeon Lee, primer autor del estudio y estudiante de doctorado en la Universidad Nacional de Seúl.
Los investigadores descubrieron que los individuos de los dos cementerios presentaban una diversidad genética extremadamente alta, en un grado comparable a la encontrada en el conjunto del Imperio Xiongnu. De hecho, la elevada diversidad y heterogeneidad genéticas estaban presentes en todos los niveles –en todo el imperio, en comunidades individuales e incluso en familias individuales–, lo que confirma la caracterización del Imperio Xiongnu como un imperio multiétnico.
Sin embargo, gran parte de esta diversidad estaba estratificada por estatus. Los individuos de estatus más bajo (enterrados como satélites de las élites, probablemente como sirvientes) presentaban la mayor diversidad y heterogeneidad genética, lo que sugiere que estos individuos procedían de zonas remotas del Imperio Xiongnu o de más allá.
En cambio, las élites locales y aristocráticas enterradas en ataúdes de tablones de madera dentro de tumbas cuadradas y tumbas anulares de piedra presentaban una menor diversidad genética general y albergaban mayores proporciones de ancestros de Eurasia oriental, lo que sugiere que el estatus y el poder de la élite se concentraban en subconjuntos genéticos específicos de la población xiongnu en general.
No obstante, incluso las familias de élite parecen haber recurrido al matrimonio para estrechar lazos con grupos recién incorporados, especialmente en Shombuuzyn Belchir.
«Ahora tenemos una mejor idea de cómo los xiongnu expandieron su imperio incorporando grupos dispares y aprovechando el matrimonio y el parentesco en la construcción del imperio», afirma el autor principal, el doctor Choongwon Jeong, profesor asociado de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de Seúl.
Un segundo hallazgo importante fue que los enterramientos de alto estatus de los xiongnu y los ajuares funerarios de élite estaban desproporcionadamente asociados a mujeres, lo que corrobora las pruebas textuales y arqueológicas de que las mujeres xiongnu desempeñaron papeles políticos especialmente destacados en la expansión e integración de nuevos territorios a lo largo de la frontera del imperio.
En el cementerio de la élite aristocrática de Takhiltyn Khotgor, los investigadores descubrieron que las tumbas monumentales de la élite habían sido construidas para mujeres, y que cada mujer destacada estaba flanqueada por una multitud de varones plebeyos enterrados en tumbas sencillas.
Las mujeres fueron enterradas en elaborados ataúdes con los emblemas dorados del sol y la luna del poder imperial xiongnu, y una tumba contenía incluso un equipo de seis caballos y un carro parcial.
En el cercano cementerio local de élite de Shombuuzyn Belchir, las mujeres también ocupaban las tumbas más ricas y elaboradas, con ajuares funerarios formados por ataúdes de madera, emblemas dorados y objetos dorados, cuentas de vidrio y loza, espejos chinos, un caldero de bronce, ropas de seda, carros de madera y más de una docena de cabezas de ganado, así como tres objetos asociados convencionalmente con guerreros varones montados a caballo: una copa de laca china, un broche de cinturón de hierro dorado y aperos de montar. Estos objetos y su simbolismo transmiten el gran poder político de las mujeres.
«Las mujeres tenían un gran poder como agentes del estado imperial xiongnu a lo largo de la frontera, a menudo ostentando rangos nobiliarios exclusivos, manteniendo las tradiciones xiongnu y participando tanto en la política del poder estepario como en las llamadas redes de intercambio de la Ruta de la Seda», afirma en un comunicado el doctor Bryan Miller, arqueólogo del proyecto y profesor adjunto de Arte y Arqueología de Asia Central en la Universidad de Michigan.
El análisis genético también aportó datos poco comunes sobre el papel social de los niños en la sociedad xiongnu. «Los niños recibían un tratamiento mortuorio diferenciado en función de la edad y el sexo, lo que da pistas sobre las edades a las que se atribuía el género y el estatus en la sociedad xiongnu», afirma la autora principal, la doctor Christina Warinner, profesora asociada de Antropología en la Universidad de Harvard y jefa de grupo en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.
Aunque el imperio xiongnu acabó desintegrándose a finales del siglo I de nuestra era, los resultados del estudio apuntan a la perdurabilidad del legado social y cultural de los xiongnu.
«Nuestros resultados confirman la antigua tradición nómada de princesas de élite que desempeñaban papeles fundamentales en la vida política y económica de los imperios, especialmente en las regiones periféricas, una tradición que comenzó con los xiongnu y continuó más de mil años después bajo el Imperio Mongol –señala el doctor Jamsranjav Bayarsaikhan, arqueólogo del proyecto y del Mongolian Archaeology Project: Surveying the Steppes (MAPSS) del Instituto Max Planck de Geoantropología–. Aunque la historia ha tachado en ocasiones a los imperios nómadas de frágiles y breves, sus sólidas tradiciones nunca se han roto».
Fuente: europapress.es