El libro, editado por Fundación Antoni Esteve y escrito por el catedrático de Farmacología Sergio Erill, reivindica el papel que jugaron estas investigadoras, desconocidas para el gran público, en grandes descubrimientos de la ciencia.
Marcada por nombres como Galileo, Newton, Gauss o Einstein, en la historia de la ciencia aparecen pocos o ningún nombre de mujer, a excepción de Marie Curie, y por eso Erill ha querido rescatar a otras científicas “que tuvieron que enfrentarse a todo tipo de dificultades para llevar a cabo sus descubrimientos por su condición de mujeres”.
Revelar su trabajo difuminado, olvidado o incluso escondido en la historia de la ciencia es el objetivo de “La ciencia oculta“, que recopila la trayectoria de quince científicas “que alcanzaron grandes hitos en la historia de la ciencia”.
El texto explica que, si bien algunas vieron reconocido su trabajo, “otras fueron olvidadas o relegadas a una zona de claroscuros que conviene alumbrar”.
Sergio Erill, que es patrono de la Fundación Esteve, se adentra en cada capítulo en la trayectoria de mujeres como Hipatia, “elemento clave de la comunidad científica de Alejandría”, o de la astrofísica norirlandesa Jocelyn Bell Burnell (Belfast 1943), que pese a ser determinante en el descubrimiento del púlsar jamás fue reconocida con el Premio Nobel, que fue a parar a sus compañeros Antony Hewish y Martin Ryle.
De hecho, Fred Boyle, fundador del Instituto de Astronomía de Cambridge y considerado como uno de los científicos más importantes del siglo XX, catalogó el desplante a Bell como “un robo”.
Según el libro, algunas científicas sí lograron un reconocimiento, como Mina Fleming (1857-1911), que después de que su marido la dejara y estando ella embarazada, entró a trabajar como criada en la casa del profesor Edward C. Pickering, director del Harvard College Observatory.
Allí trabajó en el observatorio haciendo trabajos rutinarios y donde demostró su talento desarrollando un sistema de clasificación de estrellas basado en su espectro. A lo largo de nueve años, Fleming catalogó más de 10.000 estrellas, descubrió 10 novas, 52 nebulosas y 310 estrellas variables.
Aunque gran parte de su trabajo se atribuyó a un compañero, Mina Fleming fue nombrada Miembro Honorario de la Royal Astronomical Society en 1906 y un cráter de la Luna lleva su nombre en reconocimiento a su trabajo.
Mentes brillantes
El libro también recuerda a Ada Lovelace, que en realidad se llamaba Augusta Ada King (Londres 1815-1852) matemática y escritora que contribuyó al desarrollo de la máquina calculadora mecánica y creadora del primer algoritmo para ser analizado por una máquina.
Agnes Meyer (1889-1971), física y matemática que trabajó como criptoanalista en la marina norteamericana descifrando mensajes y desarrollando máquinas de decodificar, y Chien-Shiung Wu (1912-1997), física que participó en el desarrollo de la bomba atómica norteamericana, son otras de las mujeres que aparecen en el libro.
Al igual que Amalie Emmy Noether (1882-1935), una matemática alemana de ascendencia judía que revolucionó las teorías de anillos, cuerpos y álgebras y que ha dado nombre, en física, al teorema de Noether, que explica la conexión fundamental entre la simetría en física y las leyes de conservación. De ella Einstein dijo que era la mujer más importante en el campo de las matemáticas.
La actriz e inventora Hedy Lamarr (1914-2000), Henrietta Swan Leavitt (1868-1921), Lise Meitner (1878-1968), María Kirch (1670-1720) y Rosalind Franklin (1920-1958) son otras de las mujeres destacadas en el libro, que se presentará al público el próximo 16 de noviembre en Barcelona y el 20 de noviembre en Madrid.
Fuente: EFE