Inesperados efectos terapéuticos de interfaces cerebro-máquina en parapléjicos

Durante la ceremonia de inauguración de la Copa del Mundo de la FIFA en 2014, un joven brasileño, paralizado desde el pecho hacia abajo, realizó el saque inicial. Utilizó para ello una conexión cerebro-máquina, la cual le permitió controlar mediante su mente los movimientos de un exoesqueleto robótico de las extremidades inferiores.

Esta demostración científica sin precedentes fue parte del trabajo del Walk Again Project (WAP por sus siglas en inglés), un consorcio de investigación internacional sin ánimo de lucro encabezado por Miguel Nicolelis, director del Centro de Neuroingeniería de la Universidad Duke en Estados Unidos, y en el que también trabaja Alan Rudolph, vicepresidente para investigación en la Universidad Estatal de Colorado en Estados Unidos, junto con más de 100 científicos de 25 países. En el consorcio WAP se investigan conexiones cerebro-máquina para pacientes parapléjicos.

Apenas dos años después de la demostración, el WAP ha dado a conocer su primer informe clínico. Y los resultados traen una sorpresa. Informan que un grupo de pacientes que se adiestraron a lo largo de 2014 con el sistema de control vía cerebro del WAP, incluyendo un exoesqueleto motorizado, han experimentado una recuperación significativa en cuanto a capacidad de mover voluntariamente sus músculos de las piernas y de sentir el tacto y el dolor en sus extremidades paralizadas. Esto, a pesar de haber sido diagnosticados originalmente con una lesión clínicamente completa de médula espinal, en algunos casos más de una década antes.

Los pacientes también recuperaron algunos grados de control de la vejiga y el intestino, y mejoraron la función cardiovascular, que en un caso supuso una reducción en la hipertensión.

Se trata del primer estudio que indica que el uso de una interfaz cerebro-máquina a largo plazo podría llevar a una notable recuperación de la función neurológica en pacientes que sufren de lesiones graves en la médula espinal.

La teoría de los investigadores del WAP para explicar el fenómeno es que el régimen de entrenamiento a largo plazo promovió probablemente la reorganización cerebral y activó nervios adormecidos que podrían haber sobrevivido a la lesión espinal original de 3 a 14 años antes.

Los sistemas cerebro-máquina establecen una vía de comunicación directa entre el cerebro y los ordenadores o, a menudo, elementos protésicos, como extremidades robóticas. Durante casi dos décadas, Nicolelis ha trabajado para construir y poner a punto sistemas que registren cientos de señales simultáneas procedentes de las neuronas en el cerebro, extrayendo órdenes motoras de ellas y traduciéndolas en movimiento.

Los investigadores no conocen aún los límites de esta recuperación clínica, dado que los pacientes han continuado mejorando desde la demostración de la Copa Mundial. Sin embargo, creen que sus hallazgos iniciales influirán en prácticas clínicas futuras para pacientes parapléjicos, mejorando sus interfaces cerebro-máquina desde una simple tecnología de asistencia a una potencial nueva terapia para la rehabilitación en lesiones de médula espinal.

Fuente: noticiasdelaciencia.com