El día en que la CIA secuestró Lunik, una nave espacial de la Unión Soviética que había viajado a la Luna

Poco más de 8 horas: ese era el tiempo del que disponían cuatro agentes de la CIA para desarmar, fotografiar y volver a ensamblar una famosa nave espacial soviética. Necesitaban hacerlo sin dejar rastro alguno.

Ocurrió hace 60 años. De fracasar, Estados Unidos quedaría expuesto en tiempos de tensión con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Además, se terminaría de cristalizar la idea de que la potencia de occidente estaba siendo humillada por su rival en la carrera espacial.

El plan de la Agencia Central de Inteligencia, por ende, debía funcionar a la perfección para evitar que el secuestro jamás fuera descubierto.

Y así fue.

Etapa 1: espionaje

Tras poner en órbita la Sputnik, el primer satélite artificial de la historia, y después de enviar a la perra Laika al espacio, los soviéticos dieron inicio a otro ambicioso programa espacial llamado Luna y apodado Lunik en occidente.

En septiembre de 1959, Luna 2 se convirtió en la primera sonda en impactar en el satélite natural de la Tierra y tan solo un mes después Luna 3 hizo historia al fotografiar su cara oculta por primera vez.

Por eso, cuando entre fines de 1959 y 1960 los soviéticos se embarcaron en una gira internacional para exhibir sus logros industriales y económicos.

E incluyeron una plataforma superior de un vehículo espacial del programa Luna.

Pero ¿era una réplica o el modelo verdadero?

“Una cantidad de analistas de la comunidad estadounidense sospechaban que podían (haber mandado la nave original) y se montó un operativo para averiguarlo”, dicen los documentos sobre el caso desclasificados por la CIA en 1995 titulado: “El secuestro de Lunik”.

Un día no identificado, en un país no especificado donde entonces se encontraba la exhibición, agentes de inteligencia estadounidenses lograron acceder a la nave y confirmar que se trataba de una sonda real a la cual le habían retirado el motor y la mayoría de los componentes electrónicos.

Sin embargo, para estudiarla en profundidad, precisaban un acceso por fuera del salón de exposiciones, donde estaba fuertemente vigilado por guardias soviéticos.

Fue entonces que elaboraron un plan de película.

Etapa 2: secuestro

Los agentes buscarían en algún traslado entre ciudad y ciudad, interceptar la carga y secuestrar la sonda.

Lo primero que la CIA se aseguró fue que, el día del operativo, Luna viajara en el último camión que trasladaba la exhibición hasta el patio ferroviario desde donde viajaría a la siguiente ciudad.

Vestidos como “locales”, los agentes estadounidenses detuvieron el camión en el último desvío antes de llegar a la estación de trenes.

“El conductor original fue escoltado a una habitación de hotel, donde permaneció por la noche”, dicen los documentos oficiales.

“El camión fue rápidamente conducido a un depósito de chatarra que había sido alquilado para la ocasión”.

Durante 30 minutos, esperando en silencio, consiguieron confirmar que “no había ningún indicio de que los soviéticos sospechaban que algo andaba mal”.

Fue entonces que, sobre las 7:30 pm, llegaron los cuatro agentes encargados de apoderarse de la información científica.

Etapa 3: desarme y relevamiento

Tal como ya sabían, Luna estaba en un contenedor que había sido cerrado por dentro y al cual solo podían acceder a través del techo si querían evitar todo rastro.

Lo que desconocían era que la sonda ocupaba todo el espacio dentro del contenedor.

Así que además de entrar en medias para no dejar marcas, debieron bajar en escaleras de cuerda y dividirse el trabajo por zonas: dos agentes en la parte donde debía estar el motor y dos donde faltaba el equipamiento electrónico.

Esta segunda parte tenía un sello soviético intacto el cual, según los documentos de la CIA, rompieron y sustituyeron por una réplica fabricada aquella misma noche en oficinas de la agencia de inteligencia.

Iluminando la estancia con linternas de mano, los agentes desarmaron piezas clave de Luna, tomaron fotos y notas a mano, y volvieron a poner las partes en su lugar.

“Empacamos nuestro equipamiento y fuimos recogidos por uno de los carros a las 4:00 am”, se detalla en el documento desclasificado.

El conductor original del camión fue luego el responsable de entregar la carga al patio ferroviario a tiempo para la llegada de los guardias soviéticos.

De acuerdo con la CIA, “hasta el día de la fecha no ha habido ningún indicio de que los soviéticos jamás descubrieron que Lunik fue tomada prestada por una noche”.

Etapa 4: aprendizaje

La información obtenida en aquel operativo demostró ser valiosa.

Según otro documento desclasificado por la CIA en 1994 titulado “Inteligencia por la carrera espacial”, lograron inferir el peso y tamaño de varias piezas como el motor.

Esto, a su vez, permitió repensar la tecnología espacial que EE.UU. estaba desarrollando sin tanto éxito como los soviéticos.

En “El secuestro de Lunik” se detalla que, por ejemplo, lograron identificar que aquella Luna era de la quinta generación y quién había producido varios componentes.

Aún así, tendría que pasar una década antes de que EE.UU. lograra una victoria en la carrera espacial.

En los años siguientes, fue la URSS la que puso en el espacio al primer hombre (Yuri Gagarin) y mujer (Valentina Tereschkova) , la que logró el vuelo orbital más largo (5 días) y consiguió que un ser humano realizara una caminata espacial por primera vez con Alexei Leonov.

La gran hazaña pionera estadounidense llegaría recién el 20 de julio de 1969, cuando el Apollo XI llegó a la Luna y Neil Armstrong la pisó.

Como le dijo a la BBC Gerard de Groot, profesor de historia moderna de la Universidad de San Andrés, en Reino Unido: “La URSS perdió la carrera por llegar a la Luna, sí, pero la continua presencia del ser humano en órbita se debe mucho a la determinación soviética y rusa por conquistar el espacio”.

Fuente: bbc.com