Un estudio en tiempo real de la infección por ‘Salmonella’ muestra sus fortalezas

Los resultados de esta investigación, para la que se ha utilizado microscopía basada en técnicas de imagen sobre células vivas, se publicaron recientemente en la revista Autophagy, en un artículo que firman científicos del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-Consejo Superior de Investigaciones Científicas).

Francisco García del Portillo, del CNB y uno de los firmantes de este trabajo, explica a Efe que en él describen la capacidad del patógeno -en este caso la bacteria- para “persistir” en el interior de la célula eucariota que ha infectado, consiguiendo de esta forma “no dañar su integridad”.

Este fenómeno se hace patente en un tipo celular como los fibroblastos, presentes en todos nuestros tejidos.

Estrategias para prolongar la infección

La Salmonella infecta a la célula eucariota inyectando proteínas de invasión y, una vez dentro y dependiendo del tipo celular infectado, utiliza estrategias para sobrevivir y, si es posible, “prolongar la infección”.

Esta forma de vida intracelular es utilizada también por otros patógenos bacterianos importantes como Mycobacterium tuberculosis.

“Si el crecimiento de la población bacteriana supera un determinado número de individuos, se produce una lisis (rotura) de la célula infectada: la célula acaba literalmente explotando“, subraya.

García del Portillo recuerda que uno de nuestros sistemas de defensa más importantes radica en la producción de anticuerpos que reconocen el patógeno invasor y que actúan sobre todo elemento que esté en nuestros fluidos corporales en espacios “extracelulares”.

Sin embargo, no pueden eliminar patógenos escondidos en nuestras células; para eso necesitan una respuesta inmune de tipo celular.

“Así, persistiendo dentro de nuestras células, como en el caso de la Salmonella, se pueden garantizar una infección prolongada”.

¿Y cómo consigue la Salmonella esta forma de vida intracelular persistente en determinados tipos celulares como el fibroblasto?

Para ello, elimina algunas de sus bacterias en el interior de la célula, un mecanismo que impide que la célula hospedadora -aquella elegida por el patógeno para infectar y colonizar- muera por un excesivo número de bacterias.

Para conseguir este objetivo, la bacteria se aprovecha de un proceso denominado agrefagia, un tipo de autofagia o autodigestión selectiva que elimina agregados de proteínas inservibles para la célula.

Precisamente, la Salmonella promueve que en la célula infectada se acumulen membranas en forma de agregados, de los que la célula se deshará; la digestión de estos agregados inservibles lleva consigo también la muerte de algunas bacterias.

“Es un mecanismo muy efectivo para establecer una infección persistente manipulando la maquinaria de autofagia de la célula eucariota“, concluye el investigador del CNB.

Fuente: Efefuturo