Nueva técnica no invasiva para corregir la miopía

La miopía es un problema creciente en todo el mundo. Existe ahora el doble de personas en Estados Unidos y Europa con esta afección que hace 50 años. En Asia oriental, entre el 70 y el 90 por ciento de los adolescentes y los adultos jóvenes son miopes. Según algunas estimaciones, unos 2.500 millones de personas en todo el mundo podrían verse afectados por la miopía en 2020.

Las gafas y las lentes de contacto son soluciones simples; para una más permanente se dispone de la cirugía refractiva de la córnea. Pero, si bien la corrección quirúrgica de la visión tiene una tasa de éxitos relativamente alta, es un procedimiento invasivo, sujeto a posibles complicaciones posquirúrgicas, y en casos raros, pérdida permanente de visión.

Por otro lado, las cirugías de corrección de la vista asistidas por láser, como la LASIK y la queratectomía fotorrefractiva, aunque menos invasivas, utilizan tecnología ablativa, que puede adelgazar y en algunos casos debilitar la córnea.

El equipo de Sinisa Vukelic, de la Universidad Columbia en la ciudad estadounidense de Nueva York, ha desarrollado ahora una nueva técnica, muchísimo menos invasiva, para corregir la visión de manera permanente. En los experimentos con modelos preclínicos, la técnica ha resultado muy prometedora.

Este método utiliza un oscilador láser de femtosegundos, un láser ultrarrápido que suministra pulsos de energía muy baja con una tasa de repetición muy alta, para la alteración selectiva y localizada de las propiedades bioquímicas y biomecánicas del tejido de la córnea.

La técnica, que cambia la geometría macroscópica del tejido, ocasiona menos efectos secundarios y limitaciones que las cirugías refractivas. Por ejemplo, los pacientes con córneas delgadas, ojos secos y otras anomalías no pueden someterse a cirugía refractiva.

El aspecto clave de la nueva técnica es que la inducción de plasma de baja densidad causa la ionización de las moléculas de agua dentro de la córnea. Esta ionización crea una especie de oxígeno reactivo (un tipo de molécula inestable que contiene oxígeno y que reacciona fácilmente con otras moléculas en una célula), lo que a su vez interactúa con las fibrillas de colágeno para formar enlaces químicos, o entrecruzamientos. La introducción selectiva de estos entrecruzamientos induce cambios en las propiedades mecánicas del tejido corneal tratado.

Cuando la técnica se aplica a tejido corneal, el entrecruzamiento altera las propiedades del colágeno en las regiones tratadas, y esto acaba resultando en cambios específicos en la macroestructura general de la córnea, que mejoran la visión.

Dado que el proceso es fotoquímico, no altera el tejido de manera sustancia y los cambios inducidos permanecen estables.

Si la técnica prospera, podría ser un buen tratamiento para la miopía, e incluso para la hipermetropía y para el astigmatismo.

Fuente: notiiasdelaciencia.com