La gonorrea se hace fuerte: tiene cada vez más resistencia frente antibióticos

La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de actualizar, por primera vez en trece años, sus recomendaciones a la hora de tratar tres enfermedades de transmisión sexual muy comunes: la sífilis, la clamidia y la gonorrea.

Hasta aquí todo suena normal, ya que se podría tratar de una simple actualización de las directrices a seguir dependiendo de los distintos escenarios que se puede encontrar un profesional. El problema es que el organismo ha visto urgente actualizar los consejos para tratar la gonorrea, ya que las bacterias que provocan la enfermedad están mostrando cada vez más resistencia a las distintas soluciones que se emplean para curarla.

La era de las infecciones bacterianas intratables cada vez se manifiesta más y ésta podría ser una nueva señal. La gonorrea se suele tratar con quinolonas, un clase de antibióticos que cada vez son menos eficaces, por lo que la OMS los ha dejado de recomendar para tratar esta infección causada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae y que infecta a unos 78 millones de personas al año.

A pesar de que muchos de los que se contagian no sufren ningún síntoma, la bacteria puede provocar dolores en los genitales, el recto y la garganta.

Por primera vez la OMS, además de sustituir el tratamiento recomendado por cefalosporinas, hace sugerencias sobre qué hacer cuando ninguno de los fármacos funciona. No obstante, en muchos países lo llevan haciendo desde hace años, en base a sus propios registros, por lo que estas recomendaciones están dirigidas a países que no cuentan con su propio sistema de vigilancia. Pero esto no es tranquilizador.

El último tratamiento existente

Las cefalosporinas son la última clase de antibióticos para un tratamiento eficaz, pero 46 países ya han detectado cepas de gonorrea que muestran una disminución de sensibilidad hacia este tratamiento, mientras que 10 de estos han alertado de pacientes en los que ninguno de los antibióticos habituales eran eficaces.

La OMS avisa que puede haber soluciones momentáneas utilizando un cocktail que incluya también fármacos más antiguos, como la gentamicina y la espectinomicina. Aunque la bactería podría desarrollar resistencia para ellos rápidamente, es más complicado que lo haga utilizando un tratamiento con doble medicación. Por esto conmina a que los investigadores se pongan manos a la obra y desarrollen nuevos fármacos en unos cinco años.

Una jefa de microbiología médica en Toronto Canadá ha contado al respecto a ‘Science’ que si la resistencia de la bacteria aumenta podría aparecer la posibilidad de que lleguen nuevos remedios. El escenario más remoto sería el de volver a la “dolorosa época preantibiótica”: esto implicaría intervenciones mecánicas para introducir por la uretra o por la vagina soluciones yodadas. Esperamos que nunca lleguemos a ese punto.

Fuente: Javier Pérez Rey / cienciaxplora.com