Esto es lo que pasa en tu cuerpo cuando te están haciendo un tatuaje

Lo sabes por las películas: sólo son capaces de hacerse grandes tatuajes en espalda, brazos, torso o cuello los hombres fornidos para los que parece que no existe el dolor. Es más, si por algún casual un personaje de complexión media accede a hacerse uno –normalmente en una noche de borrachera– chilla y gime de dolor como si no hubiese un mañana. Visto así, es normal que te dé miedo.

Aunque habrás escuchado a mucha gente alegar el clásico ‘a mí no me dolió nada’, no vamos a decir que clavarte agujas en la piel no resulte algo incómodo, molesto e incluso grimoso. Ya te encuentres entre los afortunados que ni sienten ni padecen o entre los quejicas que agonizan en la camilla, te sorprenderá saber que cuando comienzan a tatuarnos nuestros cuerpos reaccionan de una forma muy diferente a la que imaginas, e incluso puede resultar placentera.

Después de leer esto puede que tu única duda sea qué tatuaje marcar con tinta sobre tu piel.

El cuerpo es sabio

Para que luzcas tu dragón, tribal, letras chinas –a saber lo que dirá el mensaje…– o el dibujo que sea que quieres llevar de por vida, es imprescindible que las agujas impregnadas en tinta penetren bajo tu piel una y otra y otra vez.

Cuando empiezan los pinchazos el organismo reacciona para luchar y paliar el dolor activando el sistema nervioso simpático. Esto hace que comencemos a descargar más adrenalina de lo normal, lo que acelera nuestra respiración y ritmo cardíaco y aumenta nuestra energía. Pero no sólo eso.

Como se suele decir, el cuerpo es sabio y acompasa los altos niveles de la también conocida como epinefrina con una buena dosis de endorfinas. ¿Qué mejor aliado contra el miedo y el malestar que la hormona de la felicidad?

Un doloroso y relajado placer (¿también sexual?)

Las endorfinas liberadas actúan como analgésicos naturales del cuerpo, por lo que notarás cómo a los pocos minutos se calma y estabiliza el dolor. Ambas sustancias químicas –recordemos, adrenalina y endorfinas– vienen directamente desde el cerebro e inundan todo el cuerpo deleitándonos con un inesperado estado en el que experimentamos sensaciones de tensión y relajación al mismo tiempo.

Comer chocolate, tomar el sol, darse un masaje, hacer deporte o practicar sexo son situaciones en las que nuestro cuerpo aumenta los niveles de endorfinas. Es entonces cuando se produce una reacción química que hace que, entre otras cosas, nos calmemos, mejore nuestro humor y se reduzca el dolor.

Por si no lo sabías, son muchas las personas que disfrutan de orgasmos intensos y duraderos cuando su cuerpo incrementa la cantidad de estas hormonas en sangre. ¿Y si estuvieses entre ellos? En todo caso, pierde el miedo a las agujas y confía en que tu cuerpo responderá cuando te hagas un tatuaje: puede que lo haga de una de las mejores maneras.

Fuente: Cienciaxplora