¿Qué podríamos aprender de los debates por la presidencia?

Gustavo Viniegra González

Para que los debates sean útiles e interesantes, se requiere que los candidatos dejen de insultarse o agraviarse y propongan asuntos y programas que importen a la mayoría del electorado, con especial dedicatoria a la juventud. A continuación, se presentan algunas reflexiones que podrían ayudar al público para analizar la participación de los candidatos.

El primer debate del 22 de abril incluyó los temas: a) Combate a la corrupción e impunidad; b) Seguridad pública y violencia; c) Democracia, pluralismo y derechos de grupos vulnerables. Lamentablemente fue materia de acusaciones, anécdotas y críticas entre los candidatos, pues cada uno trató de probar su honestidad e idoneidad para combatir la corrupción, pero, como dijo el encabezado del periódico El Financiero, fue “mucho ruido y pocas nueces” y diversos comentaristas se pronunciaron por declarar ese debate sin ganador alguno. En pocas ocasiones, los candidatos reconocieron las competencias y limitaciones del Poder Ejecutivo para luchar contra la corrupción y casi no señalaron que, dentro de las competencias del Ejecutivo, está promover la capacitación, depuración y profesionalización de la Fiscalía General de la República para que, en uso de sus facultades autónomas, supere las grandes deficiencias de la actual Procuraduría General de la República (PGR), la cual ha dejado sin perseguir o investigar la mayoría de los crímenes del fuero federal que le fueron denunciados por la Auditoría Superior de la Federación o por la sociedad civil.

Los dos últimos debates incluirán asuntos de mucha importancia práctica, ligados entre sí. El debate del día 20 de mayo, incluirá: a) Comercio exterior e inversión; b) Seguridad fronteriza y combate al crimen internacional; c) Derechos de los migrantes. El debate del 12 de junio incluirá: a) Crecimiento económico, pobreza y desigualdad; b) Educación, ciencia y tecnología; c) Desarrollo sustentable y cambio climático. Estos temas están muy relacionados con el conflicto y las tensiones que tenemos con EUA y en forma muy particular con las amenazas de Donald Trump, relacionadas con: el cierre a la migración, la deportación masiva de los indocumentados y la modificación o cancelación, muy desventajosa para nosotros, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). También están relacionados con el agotamiento del petróleo, la importación de alimentos y combustibles y la superación de nuestro atraso tecnológico. Que, a su vez, están vinculados al subempleo masivo y la carencia de una estrategia para aprovechar a nuestra juventud, en la construcción de una economía con grandes problemas como: una industria mediana y pequeña que tiene un gran rezago tecnológico, un sector agropecuario que no está adaptado al aumento de la aridez, debida al cambio climático, y un sector energético que aún no está orientado por completo a la sustitución del petróleo por el uso de la energía solar y los biocombustibles. En pocas palabras, no queremos un debate más con acusaciones mutuas, queremos un debate que haga frente a un futuro difícil y amenazante.

Pocas personas han tomado conciencia que nuestro recurso no renovable más abundante y valioso es nuestra juventud. Desde el final de los años 1980, la tasa de natalidad empezó a descender para pasar del 4% anual y llegar al 1.5%. Los niños nacidos hace, 20 o 30 años, son los jóvenes que están entrando a un mercado laboral que, lamentablemente, los deja sin empleo fijo o con salarios por debajo de sus necesidades. En 20 años más, esa ola demográfica juvenil habrá pasado. Seremos un país envejecido, con una enorme carga social, nuestros recursos tradicionales: como la agricultura y el petróleo, estarán reducidos o tendrán un alto costo por el cambio climático y porque las reservas petroleras, en manos extranjeras, serán extraídas para su exportación como materia prima y sin mucho interés para ser refinadas localmente. En esas condiciones, nuestro mejor camino es la adaptación a un nuevo mundo de escasez, mediante la innovación tecnológica y mediante una mejor organización productiva y comercial. También tendremos que competir para abrirnos paso en nuevos mercados que reduzcan nuestra vulnerabilidad frente al chantaje y las presiones de gobernantes extranjeros como Trump. En particular es urgente que acabemos con la necesidad migratoria que tiene más de 20 millones de mexicanos, pues sólo mediante sus remesas, sus familias pueden sobrevivir. Es decir, queremos superar la pobreza de la mayor parte de la población como una condición indispensable para superar los problemas que nos agobian.

Por este medio invito a los candidatos y a los electores a pensar que es posible relacionar los temas de estos debates entre sí y que, sólo de esa forma, podremos imaginar un futuro por el cual valga la pena nuestro esfuerzo. Como ciudadano me gustaría que los candidatos propusieran de qué manera la negociación del TLCAN se liga con la creación de empleos y la reorganización de los flujos comerciales con China y EUA. Cómo la educación prepara a la juventud para ser innovadora frente a la adversidad y por qué caminos, la industria y la agricultura, abrirán millones de empleos de buena calidad, para que nuestros jóvenes aseguren un porvenir digno y sostenible para nuestro país.

Fuente: Sin embargo se mueve…