Muchos se avergüenzan de no entender a Picasso, pero no de no saber de números

“Decir a tu hijo que tampoco comprendías las matemáticas a su edad es malísimo”, advierte el matemático brasileño Marcelo Viana

Marcelo Viana es matemático. Pero además es un tipo amable y simpático, se explica bien y tiene sentido del humor. El profesor que a cualquiera le habría gustado tener para una asignatura que a los estudiantes españoles se les atraganta y en la que demuestran importantes carencias. Quizás ayude a ello su condición de brasileño. En su país, la investigación matemática se ha desarrollado en pocas décadas prácticamente de la nada. Y hoy incluso pueden presumir de tener un medallista Fields, considerado el “Nobel” de este campo de conocimiento, un logro extraordinario para cualquier país, pero más aún para uno emergente. En 2018 Río de Janeiro acogerá el próximo Congreso Internacional de Matemáticos (ICM) y Viana, presidente del Instituto de Matemática Pura y Aplicada (IMPA), está a cargo del comité organizador. Ha visitado Madrid con motivo del décimo aniversario de ese mismo congreso en España.

-¿Cómo ve la evolución de las matemáticas en España?

-España ha evolucionado mucho en los últimos años. Es uno de los países de referencia, con investigadores que han adquirido una reputación internacional. Brasil y España tienen muchas cosas en común. Las matemáticas en Brasil también han evolucionado en los últimos años, de manera distinta, por supuesto. España es el décimo país del mundo en producción científica y Brasil, el decimotercero.

-Pero Brasil incluso tiene una medalla Fields, considerada el “Nobel” de las matemáticas.

-Sí, Artur Ávila, que ganó la medalla en 2014, es un matemático totalmente «made in Brasil», ya que no solo es brasileño, sino que estudió y se preparó en su país. Las matemáticas como actividad de investigación en Brasil apenas tienen 60 años, así que todo ha sido muy rápido.

-¿Cómo lo han hecho para destacar en tan pocos años?

-Hay tres pilares. Una parte del éxito se debe a la apuesta por la calidad, otra a la flexibilidad -evitar demasiadas reglas sin contenido científico, como las exigencias de diplomas o de hablar portugués- y la apertura al exterior. Son aspectos que también existen en España, pero quizás hemos tenido una ventaja distinta, y es que hemos empezado de cero, lo que nos ha permitido evolucionar de manera más directa y hacer lo que queríamos.

-¿Cree que algún español podría resolver uno de los llamados problemas del Milenio y hacerse con una Fields?

-Hacer pronósticos es muy arriesgado, pero creo que la comunidad matemática española tiene la capacidad de detectar a un joven talentoso para producir un medallista made in Spain de verdad.

-Sin embargo, los escolares españoles tienen unas puntuaciones muy bajas en matemáticas en comparación con otros países europeos, lo que no es muy prometedor.

-No tengo duda de que la educación de matemáticas en España está en un nivel de evolución y calidad superior al de Brasil, pero es cierto que los resultados del último informe PISA mostraban que España no estaba tan bien como yo imaginaba. Me pareció muy sorprendente que apareciera por debajo de Portugal. Sin embargo, por otro lado, tenemos alguna experiencia con jóvenes estudiantes que vienen de España y son muy buenos.

-El próximo congreso internacional de matemáticas se celebrará en Brasil. ¿Cuáles son sus principales objetivos?

-Tenemos un proyecto muy ambicioso. Queremos que cambie la visión de las matemáticas en la sociedad brasileña. Allí, como en muchos países, las matemáticas quizás son respetadas, pero nunca queridas ni mucho menos amadas por la sociedad en general y eso es muy grave, porque hace que la gente no sepa que somos importantes, que las matemáticas tienen un valor social y económico, que son capaces de producir riqueza. Además, en Brasil todavía tenemos problemas de gente que ni siquiera sabe sumar. Así, ¿cómo va a tener una profesión aunque sea muy sencilla? Las matemáticas son una condición necesaria para la realización del ciudadano.

-Aparte de los cálculos básicos, a muchos les asustan los números.

-Decir a los hijos “oh, bueno, yo tampoco comprendía las matemáticas cuando tenía tu edad” es malísimo. La gente tiene vergüenza cuando mira una pintura y no comprende a Picasso o a Dalí, pero no tiene vergüenza de decir que no comprende una idea matemática. Y eso es lo que queremos ayudar a cambiar.

-¿Qué debe tener un buen profesor de matemáticas?

-El profesor es fundamental. Yo soy matemático porque me gustaban las matemáticas sí, pero también porque he tenido la suerte de tener buenos profesores. Casi todas profesoras, de hecho. Es importante que al profesor le guste lo que hace, que esté preparado para saber enseñar y tenga el gusto de hacerlo de manera distinta cada día. Que sea creativo e innovador, porque es mucho más fácil hacer que la gente se enamore de la pintura, incluso de la física, pero las matemáticas son un reto mucho mayor.

-Y hablando de retos, ¿cuál es el mayor desafío matemático de este siglo?

-Bueno, le voy a dar mi respuesta personal. Hay un problema de los siete del Milenio que es P versus NP. P quiere decir problemas de cálculo a los que se puede encontrar la solución de manera muy eficaz por computadora. Por ejemplo, me dan una lista de números y tengo que ponerlos en orden. Eso se puede hacer de manera muy rápida. NP son problemas cuya solución no se conoce pero que, si la tienes, puedes verificar rápidamente que es correcta. Por ejemplo, si te doy los números en orden, puedes comprobar rápidamente que lo están. La pregunta, entonces, es si P y NP son iguales: ¿todo problema cuya solución se pueda verificar rápidamente, también se puede encontrar su solución rápidamente? Si se llega a probar, tendría implicaciones muy importantes, haría a las computadoras aún más potentes de lo que son hoy en día.

-¿Y qué tiene que tener el matemático que resuelva ese u otro problema del Milenio?

-Por supuesto uno tiene que estar muy motivado. Mi amigo Artur Ávila es el ejemplo: alguien que puede estar horas en la cama, mirando el techo, pensando muy concentrado. Pero no basta con ello: la capacidad más impresionante que tienen los grandes matemáticos es manejar ideas, imágenes, como si fueran legos en su cabeza. Y eso es algo innato. Cuando yo era estudiante resolví un problema en el cual pensé durante semanas hasta que un día, mientras miraba la tele, vi delante de mí unos intervalos y entre ellos había unos espacios… Supe que había resuelto el problema.

-Usted estudia sistemas dinámicos. ¿En qué consisten y para qué sirven?

-Todo cambia. Y los sistemas dinámicos son una parte de las matemáticas que se dedica a resolver ecuaciones para decir cómo los fenómenos van a evolucionar y, si intervenimos, conocer el efecto. Por ejemplo, no me gusta un insecto, porque perjudica el cultivo de manzanas, ¿qué pasará si lo elimino? Y otro, real: El ayuntamiento de Río de Janeiro hizo cambios muy importantes en el centro de la ciudad por los Juegos Olímpicos. Eso significó cambiar calles y hemos tenido un tráfico urbano horrible durante tres años. Se hubiera podido evitar llamando a alguien de sistemas dinámicos. Pero decidieron ahorrar en matemáticos y gastarlo en gasolina, tiempo… Los matemáticos son más baratos.

-¿Cuál es para usted el matemático vivo más relevante?

-Voy a conseguir un amigo y un millón de enemigos… (risas) Pero le diré que me hubiera gustado resolver un teorema concreto de Fourier, algo que hizo un matemático sueco llamado Lennart Carleson en los años 40, al que por eso le tengo un poquito de envidia. Fourier lo planteó en el siglo XVIII y empezó una ‘novela’ muy rocambolesca: se creyó que estaba demostrado, que no, que sí… hasta que Carleson lo consiguió y pasó inmediatamente de la demostración a los libros. La demostración pocos la comprenden, pero el que escribe los libros posiblemente ni siquiera sepa que fue Carleson y no Fourier quien demostró el teorema.

-¿Las figuras excéntricas, como el ruso Grigori Perelmán, ayudan a causar interés por las matemáticas o son una distracción?

-Es cierto que en las matemáticas hay figuras exóticas, quizás más que en otras áreas de actividad, pero ser raro o parecer un poco loco no es condición necesaria ni suficiente para ser un matemático brillante. Einstein era ambas cosas, Perelmán también, pero Ávila va a la playa, hace gimnasia, le gusta tener un cuerpo carioca… Sí, son una distracción, pero tampoco es malo. Alguien como Perelmán ha atraído la atención de la sociedad y de la prensa, y eso es positivo.

-¿Y los premios de un millón de dólares por resolver un problema?

-Mire, en mi comunidad, hay una reacción a los premios, como si fueran una intervención del materialismo en el reino sagrado de la ciencia, y eso me parece una tontería. Los premios son importantes, porque son un incentivo, una marca de distinción, y reconocen algo extraordinario.

-Pero son fortunas…

-Sí, y no es necesario. Los siete premios de un millón de dólares ni siquiera están muy bien formulados y a veces, cada vez más, los resultados vienen por una acumulación de contribuciones. Cuando Perelmán rechazó el premio, los matemáticos que habían participado en etapas anteriores sí que lo quisieron, y eso planteó el ridículo de la situación. Con cantidades muy grandes, la gente se pone un poco sensible. Si yo tuviera un millón de dólares para dar no lo gastaría en un premio, sino que lo invertiría en otras cosas, como ayudar a jóvenes. La vida de un joven investigador no es muy fácil, y necesita todo el apoyo.

-¿Qué le aconsejaría a un joven que quiera ser matemático?

-Para empezar que no haga caso a la gente que le diga que va a ser pobre e infeliz, porque no es verdad. Si uno tiene ganas de ser un científico, es lo que debe hacer, porque hay pocas actividades que proporcionen tanta felicidad. Y uno incluso puede hacerlo en un país en desarrollo como Brasil.

-¿Los números sirven para explicarlo absolutamente todo?

-Unos investigadores, creo que eran antropólogos, me hicieron una vez unas preguntas sobre Dios, sobre religión, pero yo no quise contestar, porque no me parecía que el criterio de un matemático fuera el adecuado. Lo primero que uno aprende como científico es a no hablar de lo que no comprendemos. Además, las matemáticas ya son un misterio, tienen su parte de “magia”. ¿Cómo puede ser que uno se siente a hacer unas cuentas y ellas te digan lo que ha pasado exactamente? Por ejemplo, en el estudio del movimiento de planetas o los eclipses, con cálculos que se hacen desde hace milenios.

-¿Nos iría mejor con más matemáticos en áreas de poder?

-Supongo que sí, pero no es una bandera que yo vaya a enarbolar… Hay científicos, muy buenos en lo suyo, que tienen una visión muy clara del mundo y de su país, y además el talento para gestionar y transformar esa visión en algo concreto. Pero son muy pocos. 

Fuente: abc.es