Los científicos buscan los superantibióticos del futuro en la Naturaleza

Una neumonía, una infección urinaria o una salmonella, problemas de salud que hoy se resuelven sin complicaciones con un antibiótico, podrían convertirse en enfermedades letales por la pérdida de eficacia de estos tratamientos. No es una amenaza a largo plazo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recurrido a su lenguaje más dramático para advertir que la resistencia a los antibióticos se han convertido en una grave amenaza para la salud pública en todo el mundo y algunos informes aseguran que las superbacterias matarán a 10 millones de personas cada año a partir de 2050.

Los antibióticos son moléculas que atacan a las bacterias, células causantes de enfermedades como la peste o el cólera, pero que nada tienen que ver con los resfriados (causados por virus, que no son células). El problema con los antibióticos es que no son muy específicos, por lo que atacan también a las bacterias beneficiosas de la flora intestinal, y que, si no se usan en la dosis adecuada durante el tiempo estipulado, favorecen la evolución de bacterias resistentes a ellos. ¿Qué significa esto? Que cuando se toma un antibiótico con la idea errónea de atacar a los virus del resfriado, se está jugando con la posibilidad de que aparezca una bacteria dañina a la que no podremos matar con los antibióticos.

Esto, lejos de ser una anécdota, ha llevado a la OMS a considerar la aparición de bacterias resistentes a antibióticos como una de las amenazas más serias para la salud global. El hecho de que estos medicamentos dejen de ser efectivos progresivamente, supone estancias en los hospitales más largas, más gastos sanitarios y, sobre todo, una mortalidad más alta.

Y el problema, lejos de remitir, da visos de estar empeorando. Su principal conclusión es que el uso de antibióticos ha aumentado en un 39 por ciento entre los años 2000 y 2015 en todo el mundo, sobre todo a causa de su consumo en países de riqueza media o baja. Esto, sostienen, supone que la resistencia a los antibióticos también ha aumentado.

La cifra global por año de muertes por microbios resistentes, como el estafiloco o el bacilo tuberculoso, alcanza ya los 700.000. Pero el elenco de organismos resistentes se amplía, la previsión para 2050 sería de 10 millones de muertes, de seguir con esta tendencia, casi dos millones más de muertes que las provocadas por el cáncer. Ello obliga a modificar pautas terapéuticas, porque hay antibióticos que dejan de ser útiles y han de ser reemplazados por otros.

En España, el uso abusivo de los antibióticos está disparando las muertes por infecciones causadas por bacterias que se hacen resistentes. Según un estudio de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), más de 35.000 personas mueren al año en España. España es el mayor consumidor mundial y los expertos alertan de una crisis antibiótica. La mitad de los antibiótioticos que receta el médico de familia son inadecuados. Los expertos hacen un llamamiento para modificar hábitos e invertir más recursos ante un grave problema. Si las cosas no cambian, en 2050 morirán en Europa un millón de personas por infecciones de bacterias multirresistentes.

Como explicó Stefano Donadio, co-director de la investigación, “entre otros resultados, nuestro trabajo destaca la importancia de los productos naturales para proporcionar nuevos antibióticos. Y es que los microbios llevan miles de millones de años desarrollando ‘armas químicas’ para matar a otros microbios”.

Esta misma vía ha seguido el trabajo de Yun He, que publicado en la revista “Nature Communications”, de la Universidad de Chongqing (China), que buscando antibióticos más potentes y más seguros con andamios novedosos ha puesto su mirada sobre las bacterias Streptomyces y ha diseñado un compuesto denominado Albomycin δ2 de la familia de las albomicinas, compuestos utilizados con éxito para tratar las infecciones bacterianas humanas en la Unión Soviética.

Su trabajo muestra que las albomicinas eran eficaces frente Streptococcus pneumoniae y Escherichia coli, y que era casi diez veces más potente que la penicilina. En ratones, demostró ser seguro y sin toxicidad a dosis máxima.

Según sus investigadores, tienen el potencial de convertirse en un medicamento antibacteriano para tratar infecciones por Streptococcus pneumoniae y Staphylococcus aureus. De hecho, ya se ha puesto en marcha más estudios para garantizar su efectividad y la seguridad.

Fuente: abc.es