“Algunos estudios afirman que somos las criaturas más benévolas del planeta”

De las millones de especies que pueblan la Tierra, solo una fue capaz de construir cohetes y aventurarse al espacio.

Pero ¿cómo fue posible?

Eso es lo que ha tratado de responder el antropólogo estadounidense de origen español Agustín Fuentes, de la Universidad de Notre Dame, en Indiana.

En su libro The Creative Spark: How Imagination Made Humans Exceptional (“La chispa creativa: cómo la imaginación hizo excepcionales a los humanos”, 2017), Fuentes asegura que la creatividad, más que cualquier otra cosa, nos convirtió en una especie única y dominante en el planeta.

Es una afirmación audaz (y polémica), porque desde Charles Darwin en adelante las teorías evolutivas han sostenido que lo que ha distinguido al Homo sapiens del resto de las criaturas es su inteligencia excepcional, su agresividad y, a la vez, su capacidad innata de cooperar.

Fuentes, quien también es un explorador de la revista National Geographic, sostiene que la paleontología y la antropología han avanzado muchísimo desde la época de Darwin y que la nueva evidencia científica ofrece una mirada diferente la evolución humana.

El investigador habló con BBC Mundo antes de su participación en el Hay Festival de Cartagena, que se celebra esta semana en la ciudad colombiana.

¿Cómo llegó a la conclusión de que la creatividad, la imaginación, es lo que hizo a los seres humanos únicos y dominantes?

Como soy antropólogo, me puse a investigar dos millones de años de historia evolutiva para ver cuáles fueron los retos, las necesidades y los conflictos que llevaron a los humanos a manipular el mundo para crear una civilización como la que conocemos.

Algunos estudios dicen que somos como somos porque competimos de forma agresiva entre nosotros y con otras especies. Otros afirman que somos las criaturas más benévolas del planeta y que colaboramos mejor que otras criaturas. Sí, todo eso es cierto.

Sin embargo, lo que decididamente nos distingue del resto de las especies es la capacidad de jugar entre lo que es y lo que puede ser: podemos imaginar cualquier cosa y concretarla en obras materiales y espirituales.

Una de las teorías de la evolución más conocidas es la de Charles Darwin, para quien la mayor fuerza en la evolución es la selección natural y la supervivencia del más apto. ¿Está usted desafiando sus ideas?

No, lo que digo es que la antropología ha cambiado mucho en los últimos 150 años y hoy comprendemos mejor que antes los procesos evolutivos. La noción más popularizada de que el conflicto impulsó los cambios es limitada.

¿Qué novedades traen las nuevas investigaciones?

Los estudios de los últimos 30 años son reveladores y llenan huecos que dejaron las investigaciones anteriores. Ahora hay muchísimos más registros fósiles y arqueológicos, además de avances en neurobiología, que nos ofrecen gran cantidad de información sobre el comportamiento de los primeros seres humanos.

Usted habla de la imaginación y la creatividad como un fenómeno social, de colaboración. ¿Puede dar algunos ejemplos?

Hace dos millones de años nuestros antepasados primates vivían en pequeños grupos y carecían de garras y cuernos para defenderse. Estaban desnudos, armados solamente con palos y piedras.

No obstante, iniciaron un viaje distinto. Empezaron a colaborar y a desplegar una imaginación que ninguna otra especie había exhibido.

Trabajaron juntos para evitar a los depredadores y descubrir nuevos alimentos y formas de forraje. Crearon nuevas herramientas, comenzaron a cazar y se aventuraron a tierras desconocidas. Establecieron nuevas estructuras sociales como la familia. Así, poco a poco, fueron rehaciendo el mundo que los rodeaba.

Hoy el ser humano colabora de una manera mucho más amplia y compleja que cualquier otra criatura.

¿En qué momento de la historia se encendió la “chispa creativa”? Recuerdo una de las escenas más famosas de la película “2001: Odisea del espacio”, del director Stanley Kubrik, en la que un homínido levanta un hueso del suelo y descubre que lo puede usar como herramienta y arma.

No podemos decir que la chispa se encendió en un momento específico. En los mitos de origen suelen haber un momento inicial, un Adán y Eva, pero en la evolución nunca hay un instante único: siempre es un proceso.

No hubo un antepasado que de pronto se convirtió en ser humano; la transformación llevó mucho tiempo.

Lo que sí sabemos, a partir de nueva evidencia científica, es que el uso creativo de herramientas de piedra surgió antes de lo que pensábamos. Es previo a nuestros ancestros humanos, los homininis. Sus predecesores ya tenían utensilios muy básicos.

Nuestro linaje luego perfeccionó el uso de las herramientas, pero también imaginó y creo un nuevo mundo material, social y trascendente.

Al repasar las teorías de la evolución, usted desestima algunas de las ideas más generalizadas sobre los primeros humanos. Por ejemplo, los roles de los géneros: el hombre era el cazador y la mujer la recolectora.

Sí, hay grandes mitos sobre sexo, género, agresión y raza que pueden ser rectificados con datos de la biología y la antropología.

En cuanto al género, si vemos los registros arqueológicos, analizamos fósiles e incluso examinamos nuestra anatomía, notamos que los hombres y las mujeres tienen más similitudes que diferencias. La disparidad que hoy observamos entre ambos géneros en lo social, político y económico no se ve en el ser humano del pasado.

Es cierto que aún hoy existe la idea de que el hombre cazaba y la mujer preparaba la comida. Pero en los huesos y los dientes de los Neandertales y los humanos de hace 20.000 o 30.000 años no encuentras indicios de que el aporte del hombre a la dieta fuera más importante que el de la mujer.

Al contrario: en casi todos los grupos de cazadores y recolectores, más del 80% de la energía nutritiva provenía de los alimentos que recogían las mujeres, y no de los elefantes o las jirafas que cazaban los hombres.

Que el hombre cazara animales grandes nos parece importante solo porque le hemos dado relevancia. La búsqueda de frutas, vegetales y animales pequeños que realizaban las mujeres a diario era aún más importante para la nutrición, aunque a ellas no se les haya dado el crédito que merecen.

¿Qué ocurrió para que el ser humano pudiera liberar su creatividad? ¿Qué necesidades empezó a tener resueltas para poder soltar su imaginación?

Varias cosas. Al principio, hace dos millones de años, había muchos depredadores y eran enormes. Y nuestros antepasados debían buscar una forma de que esos animales no los mataran. Comenzaron, entonces, a eludir a los depredadores valiéndose de la colaboración y la innovación social.

Gracias a ello, de a poco los leones y otras fieras empezaron a enfocarse en otras especies de primates, homínidos o animales. Así, nuestros antepasados tuvieron un poco más de tiempo para otras cosas: imaginar y crear cosas que no existían en la realidad.

Eso, junto con una alimentación de mejor calidad, potenció el desarrollo del cerebro y elevó al ser humano al nivel que tiene hoy en día.

En el libro usted sostiene que la creatividad ha dado cosas muy buenas, pero también algunas muy malas como la guerra.

Siempre hubo violencia en nuestra historia como especie, pero al principio no había guerras.

Datos arqueológicos muestran que los conflictos más graves aparecieron hace 8.000 o 12.000 años, cuando grupos de seres humanos comenzaron a domesticarse, construir pueblos y aumentar sus áreas para agricultura y ganadería.

Las guerras surgieron cuando el humano empezó a tener territorios y cosas y a pensar que era dueño de ellos: había más posibilidad de reclamos y competencia por los recursos.

Una de las conclusiones de su libro es que losseres humanos actuales podemos aprender mucho de lacreatividad de nuestros antepasados.

Claro, los primeros seres humanos pueden enseñarnos mucho a los de hoy sobre el poder de la creatividad y la cooperación para mejorar el mundo.

Para empezar, la historia evolutiva demuestra que la cooperación es la mejor manera de tener éxito en el planeta. Siempre debemos recordar eso de nuestro pasado, porque en la actualidad hay una tendencia al individualismo; pareciera que la persona es más importante que el grupo, pero ambos son relevantes.

Por otra parte, siempre que reflexionamos sobre la creatividad pensamos en individuos geniales, como si se tratara de algo puramente personal. Pero la imaginación va siempre de la mano de la colaboración.

Todo el mundo dice, por ejemplo, que Picasso era una individuo extremadamente creativo. Desde luego que lo era, pero también aprendió a pintar y dibujar de muchas otras personas; detrás de él había toda una historia artística.

Somos individuos creativos, sí, pero nuestra evolución nos enseña que solo somos capaces de transformar el mundo cuando imaginamos algo distinto de manera colectiva.

Fuente: BBC Mundo