China investiga la supuesta creación de los bebés modificados genéticamente

Repulsa absoluta de todos los lados y hasta una denuncia ante la Policía. Esta ha sido la respuesta al genetista chino He Jiankui, que asegura haber creado los primeros bebés modificados genéticamente, utilizando la técnica conocida como CRISPR para causar la mutación de un gen en dos gemelas y hacerlas así, teóricamente, inmunes al virus del sida. Las autoridades científicas de este país han abierto una investigación sobre el caso, que ha generado tantos interrogantes como críticas. El Comité de Edición Genética chino ha condenado el experimento y ha advertido que va contra las leyes del país y contra el conseso de la comunidad internacional científica. El hospital donde colaboraba He le ha denunciado por supuesta falsificación de firmas en el permiso del comité ético que, según el centro sanitario, nunca se reunió.

Un día después de su sorprendente anuncio, no está claro aún si el experimento es real. Si se llevó a cabo con toda la rigurosidad necesaria y el respaldo de un comité ético, como asegura el científico en una serie de vídeos en YouTube y en la página web de su laboratorio, o si nos encontramos ante un profesor Frankenstein del siglo XXI, actuando en solitario y dispuesto a todo para lograr su obsesión. O incluso si se trata de un gran fraude.

Todas las instancias a las que He ha aludido como implicadas en la investigación, de un modo u otro, han desmentido tajantemente su participación. El hospital con el que el científico alega haber colaborado, HarMoniCare en Shenzhen (al sureste de China), ha dado un paso más allá y ha presentado una denuncia por fraude. Las firmas plasmadas en un documento por el cual un comité ético del centro dio el visto bueno a la investigación, según el hospital, “parecen falsificadas, y nunca se celebró una reunión de nuestro comité ético. Pediremos al Departamento de Seguridad Pública (Policía) que investigue las responsabilidades legales”.

La Universidad SUST se desvincula

La Universidad del Sur de Ciencia y Tecnología de China (SUST) en Shenzhen (sureste de China), donde He era titular de un laboratorio, ha negado tener conocimiento de la prueba, que He hubiera pedido permiso a la institución o que el experimento se desarrollara en sus instalaciones. También ha subrayado que He se encuentra en situación de excedencia desde febrero y hasta 2021.

El más alto órgano de salud en China, la Comisión Nacional de Sanidad, indicó por su parte en un comunicado que ha dado órdenes para que las autoridades provinciales “investiguen con detalle y verifiquen” las afirmaciones de He. La Comisión de Sanidad y Planificación Familiar de Shenzhen confirmó, por su parte, que la investigación ya se ha abierto para “verificar la autenticidad del visto bueno ético a la prueba”.

El genetista, formado en las universidades estadounidenses de Rice y Stanford, sorprendió el lunes al mundo al anunciar el nacimiento, hace “algunas semanas” de Nana y Lulu, dos gemelas chinas a las que se les modificó el gen CCR5, que el virus del sida utiliza como puerta para atacar el sistema inmunológico humano. Según He, las niñas se encuentran en perfecto estado de salud, en su casa, y su experimento no ha provocado ninguna mutación no deseada.

El científico, que regresó a China en 2012, reclutó a siete parejas heterosexuales de voluntarios para su prueba. En todas ellas, el varón era portador del virus del sida. Hasta lograr la gestación con éxito de los embriones en “Grace”, la madre de las gemelas, utilizó once embriones en seis intentos de implantación.

En los vídeos colgados en YouTube, He asegura que está dispuesto a asumir las críticas y la polémica en torno a un paso que considera científicamente necesario. “No se trata de crear bebés de diseño, solo un niño sano”, asegura. No busca “mejorar la inteligencia, cambiar el color de ojos, la apariencia ni nada similar. No se trata de eso”. Su método, insiste, “puede ser la única manera de curar alguna enfermedad”.

He tiene previsto hablar el miércoles (durante la madrugada en España), en la cumbre mundial sobre edición de genoma humano que se celebra esta semana en Hong Kong, en una intervención que a buen seguro generará un enorme interés. El especialista no se ha dejado ver en público en las sesiones de este martes, informa Victoria Pascual.

De ser cierto lo que dice He, se habría dado un paso de gigante en la ingeniería genética. Un paso que la comunidad científica daba por sentado que se daría algún día, aunque bajo una estricta regulación. En la actualidad, una moratoria no declarada entre los científicos de todo el mundo impide la modificación genética de embriones humanos viables. La legislación en Estados Unidos y en Europa considera el experimento de He ilegal. Pero en China, estos experimentos están menos estrictamente regulados. Y el propio genetista, en sus vídeos, alude a una encuesta de la Universidad Sun Yat-Sen en China en la que dos tercios de los consultados respalda este tipo de investigación para tratar enfermedades, si se lleva a cabo con las salvaguardas suficientes.

Ya el lunes, un grupo de 122 científicos chinos expresaba su tajante condena al experimento de He, que consideran una “locura”.

Las Academias Nacionales de Medicina, Ciencia e Ingeniería de Estados Unidos, organizadores del congreso donde participará He, han recordado en un comunicado que varios estudios han emitido directrices para experimentar con modificaciones genéticas que puedan heredarse. Estas directrices consideran que la investigación en este campo podría ser permisible si una evaluación científica exhaustiva previa deja claros sus riesgos y beneficios, hay razones médicas de peso que lo justifican y no hay otras vías para solucionar el problema, y todo el procedimiento se lleva a cabo con la máxima transparencia y supervisión. En cualquier caso, cualquier prueba debe contar con el apoyo público y desarrollarse con enorme cautela.

“Está por determinar si los protocolos clínicos que resultaron en los nacimientos en China siguieron las directrices de esos estudios”, señala el comunicado de las Academias.

Fuente: elpáis.com